
La vida de Charlie Sheen siempre ha estado bajo la lupa. Entre escándalos, excesos y una carrera marcada por contrastes, el actor de Two and a Half Men cumple 60 años y decide contar su versión.
El documental de dos partes, titulado aka Charlie Sheen, se estrenó el 10 de septiembre en Netflix y reúne testimonios de figuras cercanas como su exesposa Denise Richards, así como de colegas como Sean Penn, Chris Tucker y Jon Cryer.
Aunque buena parte de su historia ya ha ocupado titulares, el proyecto incluye confesiones que sorprenden incluso a sus seguidores más fieles. Desde anécdotas de infancia hasta episodios oscuros de adicción, estas son las revelaciones más contundentes.
Charlie Sheen recuerda que su niñez estuvo lejos de ser convencional. Hubo un periodo en el que sus padres practicaron el nudismo.
“Quizás fue un mes, o cinco, no lo sé. Yo tenía cinco años, entraba a la cocina y ahí estaban mis padres desnudos”, relató.

El director del documental, Andrew Renzi, explicó que la familia Sheen vivía en Malibú, lo que sumaba un ambiente particular: “Él experimentó Hollywood de una manera en la que nadie más lo hizo. Era un estilo de vida totalmente diferente”, aseveró.
Uno de los relatos más sorprendentes aparece en los primeros minutos del documental. En 1995, durante su luna de miel con su primera esposa, Donna Peele, el actor fue invitado a la cabina de un avión comercial para tomarse fotos.
El artista pidió sentarse en la silla del capitán y, por unos instantes, el copiloto desconectó el piloto automático y le permitió manejar la aeronave.
Sin embargo, la estrella de Hollywood reconoció que había bebido por lo menos seis tragos antes de entrar a la cabina, debido a que había peleado con Donna Peele.
“Le dije: ‘¿Puedo sentarme en su lugar? Pero estoy completamente borracho’. Comencé a guiar el avión. Y entonces vieron que esta situación se les podía salir de control, así que el copiloto volvió a encender a George (el piloto automático)”, relató

Y añadió: “Me volví a sentar, adueñándome de esa experiencia, y supe que los problemas estaban a la vuelta de la esquina”, confesó.
Cuando le preguntaron si se sintió “intocable” en ese momento, contestó con un simple: “Sí”.
El abuso de drogas lo llevó a extremos insólitos. En el rodaje de Free Money (1998), Charlie Sheen estaba tan drogado con marihuana que apenas podía mantenerse despierto. Para resolverlo, improvisó un método inusual.
“Pedí un vaso con hielo, fui al baño y me metí un cubo en el recto. Nunca lo había hecho antes, pero, hombre, estaba lo suficientemente despierto para volver al set y terminar la escena”, dijo.
El propio actor admitió que fue una de las pruebas más claras de hasta dónde lo arrastró su adicción.

Otro episodio gráfico y preocupante ocurrió durante el rodaje de Money Talks. Debido a su consumo excesivo de cocaína, el famoso sufrió una hemorragia nasal que se prolongó por 18 horas.
“Solo seguía limpiándome. Una noche incluso goteó sobre mi camisa durante una escena. Logré que el director, Brett Ratner, eliminara esa toma para siempre. Y lo hizo, porque nunca la hemos visto, ¿verdad?”, contó.
Este periodo marcó un punto de deterioro físico evidente. Sin embargo, aseguró que desde 2017 está alejado del alcohol y las drogas, y que lleva ocho años soltero y célibe.
El actor también relató una peculiar experiencia adolescente y aseveró que perdió la virginidad con una prostituta de Las Vegas, “una pelirroja hermosa llamada Candy”, cuando apenas estaba en la secundaria.
Pagó el encuentro con la tarjeta de crédito de su padre, el actor Martin Sheen, y estuvo acompañado de un amigo.

Pero, la reacción de su papá no fue complaciente, ya que Martin lo sentó durante dos horas para darle una charla sobre la diferencia entre sexo y amor.
Por primera vez, Charlie Sheen habló de sus encuentros sexuales con hombres. Tanto en el documental como en su nuevo libro, admitió que “le dio la vuelta al menú”.
Consultado sobre cómo se sentía al revelar este aspecto tan íntimo, respondió que se le causaba una sensación de alivio.
“Es jodidamente liberador. No fue como si un tren atravesara el restaurante, ni un piano cayera del cielo, ni alguien entrara a disparar. Simplemente lo dije, y está bien”, expresó.
Otro de los momentos más sensibles de su vida llegó con el diagnóstico de VIH. El documental muestra que, mientras sufría síntomas como sudores y escalofríos, Denise Richards lo convenció de hacerse la prueba.

Sheen recuerda con angustia la espera del resultado, aunque aseguró que nunca ocultó su condición a sus parejas. “Nadie lo contrajo por mí. Punto. Fin. Caso cerrado”, afirmó.
El actor también denunció que fue víctima de extorsión, pues varias personas cercanas le exigieron millones de dólares a cambio de no revelar su estado de salud.
Pese a que se negó en varias ocasiones, el artista declaró que el mínimo que llegó a pagar por su silencio fueron 500 mil dólares y agregó que le pagó a una persona 4.1 millones de dólares para que no lo expusiera.
“Entraban en los cajones de mi baño, fotografiaban mis medicamentos. Tenían algo así como pólizas de seguro. Luego dejaba de verlos y eso era lo que salía, la amenaza de ‘vamos a exponer tu cosa’. Tenía que pagarles”, contó.
Paradójicamente, uno de los hombres que más contribuyó a su recuperación fue su propio dealer. Marco, quien lo abastecía de crack, contó en el documental que fue contactado por el consejero del actor con una petición especial: reducir la potencia de la droga.

Durante año y medio, Marco fue disminuyendo la pureza de la sustancia hasta que el actor empezó a alejarse gradualmente de ella. Una estrategia clandestina que, al final, fue clave para iniciar el proceso de sobriedad.
En 1990, la familia Sheen organizó una intervención sorpresa por su abuso de alcohol. Lo citaron bajo el pretexto de celebrar el cumpleaños de su padre. Su madre lo recibió preguntándole: “¿Estás armado?”.
Entre los presentes estaban su instructor de yoga, Rob Lowe, sus hermanos y, por supuesto, sus padres. El punto culminante fue cuando Martin Sheen le pasó el teléfono y al otro lado de la línea estaba Clint Eastwood.
“Me dijo algo así como: ‘Tienes que volver a poner el tren en las vías. Jovencito, vales la pena’. Fue muy poderoso. Le devolví el teléfono a mi papá y dije: ‘Está bien, vamos’”, recordó Sheen.
Incluso en rehabilitación, sus impulsos lo dominaban. Sheen fue invitado a ser jurado en un concurso de bikinis Hawaiian Tropic junto a Nicolas Cage en Palm Springs.
Antes de salir, firmó una nota a la enfermera de turno comprometiéndose a regresar antes de las 8 de la mañana o pagarle un millón de dólares. “El evento fue tan fantástico, sexy y emocionante como podía ser”, dijo.

Volvió a las 7:40 de la mañana, cumpliendo con la promesa La enfermera lo recibió con una mezcla de alivio y resignación.
“Se alegró por mí, pero se decepcionó de sí misma. Dijo: ‘Bueno, da igual, eres un hombre de palabra. Bienvenido de nuevo. Te reservamos la habitación’”, señaló.
Charlie Sheen contó que estaba cortejando a una chica llamada Sandy, a quien describió como “muy sexy, dulce y adorable”.
De acuerdo con el famoso, una noche ella lo llamó para que la rescatara de un hombre que la estaba maltratando porque le debía dinero y al ver el peligro, el actor tomó su pistola y le dijo al tipo que se llevaría a la mujer con él.
Cuando llegaron al apartamento de Sheen, Sandy le preguntó si le molestaba que fumara crack para relajarse de lo que había pasado. Unos momentos más tarde, lo invitó a probarlo

“Saco su pipa, la cargó y le dio un buen golpe, Se acostó en el sillón como si estuviera en el mejor momento de la vida. Sentí curiosidad, había consumido mucha cocaína en ese punto, solo que no en esa forma”, reató.
Y añadió: “Me dijo: ‘No quiero convencerte de nada, pero si sientes curiosidad creo que disfrutarías mucho esto’”. Posteriormente, Sheen relató que Sandy comenzó a desvestirse por la euforia de la droga y le hizo sexo oral mientras él fumaba.
“Fue algo indescriptible. Me llevó a un lugar en el cerebro y en el cuerpo y lo que estaba haciendo, todo tenía sentido, en un nivel que estaba muy emocionado de por fin aceptar”, dijo.
Una noche, Charlie Sheen se encontraba en un hotel y decidió inyectarse cocaína para sentir una sensación más fuerte a lo que estaba acostumbrado.
“Me la inyecté como Tarantino nos enseñó a muchos de nosotros. Las cosas cambiaron muy rápido. Fue como si de repente estuviera cayendo y pudiera escuchar toda la sangre en mi cuerpo corriendo, mientras tenía caracoles en mis orejas como en la playa”.

Tras sentir que su cuerpo no estaba respondiendo, el famoso llamó a su guardaespaldas y le pidió que llamara a emergencias porque la situación se estaba saliendo de control.
En una de sus salidas de fiesta, el actor fue arrestado por órdenes de su padre para superar su adicción, en medio del caos, Charlie pidió que lo llevaran a la casa de su amigo Slash.
Cuando el guitarrista vio el estado físico del artista, le aconsejó que fuera a rehabilitación porque lucía realmente mal, así que Sheen entendió que había tocado fondo.

“El dijo: ‘Oye no creo haber visto a alguien en este estado jamás’. Él era Slash, el dios de Gun´s and roses. La vida que llevaba y el dijo: ‘No amigo, tienes que ir a rehabilitación, tienes que salvarte’ y viniendo de él, de como lo presentó, fue como: ‘mensaje recibido’”, indicó.