Las joyas robadas en el Museo de Louvre tenían un secreto colombiano: de las minas de Boyacá a un botín de millones

hace 4 horas 1
Fedesmeraldas compartió las imágenes de la pieza invaluable - crédito @fedesmeraldas/IG

Uno de los escándalos más sonados de los últimos días fue el robo que sufrió el Museo de Louvre en el que en apenas siete minutos, fueron robadas varias de las joyas que pertenecieron a la monarquía francesa.

Dentro de este conjunto de piedras preciosas de valor incalculable, habían unas esmeraldas colombianas que formaban parte del collar y los pendientes de la emperatriz María Luisa que se encuentran hoy en el centro de una investigación internacional tras el robo ocurrido en el Museo Louvre.

Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.

La magnitud del robo fue resaltada no solo por el valor económico de las piezas —adquiridas por el Louvre en 2004 por cerca de 4 millones de dólares (casi 7 millones al ajustar a valores actuales)—, sino también por tratarse de un símbolo del legado esmeraldero colombiano, como destacó la Federación Colombiana de Esmeraldas:

“El robo del collar de María Luisa representa no solo un perjuicio material, sino el ultraje a un símbolo de la herencia esmeraldífera de Colombia, valorada en el mundo entero”.

Durante una audiencia judicial, la presidenta del Louvre, Laurence des Cars, fue enfática al explicar la vulnerabilidad estructural del museo y reconoció ante los medios que algunas cámaras de seguridad no cubrían el balcón por donde ingresaron los ladrones.

Des Cars declaró, de acuerdo con la agencia EFE, que “no se detectó con la rapidez suficiente la llegada del comando de ladrones que robaron ocho joyas de un valor patrimonial ‘incalculable’ porque el dispositivo de cámaras de protección exterior es insuficiente”.

Collar de esmeraldas colombianas desaparecidoCollar de esmeraldas colombianas desaparecido en el Museo de Louvre - crédito @fedesmeraldas/IG

La investigación de la Fiscalía de París continúa bajo los cargos de “robo agravado por banda organizada” y “asociación ilícita para delinquir”, mientras Francia revisa la seguridad de uno de sus mayores símbolos culturales.

La fascinación internacional por este conjunto radica en la procedencia y la historia de sus gemas. Fedesmeraldas explicó que “la joya, de valor artístico e histórico incalculable, formaba parte del Tesoro Imperial francés expuesto en la Galería Apolo del museo. Consta de 32 esmeraldas colombianas oriundas del municipio de Muzo, Boyacá, gemas de excepcional calidad”.

Estas piedras preciosas, extraídas del corazón del altiplano boyacense, cruzaron el Atlántico a principios del siglo XIX para convertirse en parte de la fastuosa colección de la emperatriz María Luisa, segunda esposa de Napoleón Bonaparte.

Los aretes de esmeraldas colombianasLos aretes de esmeraldas colombianas que también desaparecieron en el Museo de Louvre - crédito GrandPalaisRmn (musée du Louvre) / Jean-Gilles Berizzi

El encargo de transformar estas gemas en un aderezo singular fue otorgado al orfebre François-Régnault Nitot. Architectural Digest lo describe como un gesto diplomático para afianzar la naciente alianza con los Habsburgo, resaltando:

“Su diseño ovalado y las monturas de platino fueron un ejemplo temprano de las innovaciones técnicas del periodo. Durante años formaron parte de la colección imperial, pasando luego al inventario del tesoro nacional. Cada piedra reflejaba no solo el lujo, sino la sofisticación de la joyería napoleónica, que equilibraba la monumentalidad con la precisión".

El conjunto no se limitaba originalmente al célebre collar y sus pendientes. Según el Museo de Historia Natural de Estados Unidos, “la diadema formaba parte de un ajuar que también incluía un collar y pendientes (actualmente en el Louvre), una peineta y una hebilla de cinturón, todo ello en esmeraldas y diamantes, engastados en plata y oro. María Luisa legó la diadema y las joyas que la acompañaban a su tía Habsburgo, la princesa Isabel de Saboya”.

Sin embargo, a mediados del siglo XX, las setenta y nueve esmeraldas que adornaban la diadema fueron reemplazadas por turquesas y, tras varias transacciones, esta pieza reside hoy en el Museo Nacional de Historia Natural en Estados Unidos.

Fragmento del collar de MaríaFragmento del collar de María Luisa extraído del Museo de Louvre - crédito GrandPalaisRmn (musée du Louvre) / Jean-Gilles Berizzi

En 1952, la firma Van Cleef & Arpels adquirió la diadema y la hebilla del cinturón. Meses después, extrajo las esmeraldas y las vendió, fragmentando la historia del ajuar original.

El recorrido final hasta el Louvre estuvo marcado por sucesivas ventas privadas. Fedesmeraldas indica que tras la caída del Imperio, María Luisa regresó a Austria en 1814 dejando las esmeraldas a su primo, el Gran Duque Leopoldo II de Toscana.

Años más tarde, la pieza obtuvo nuevos dueños, pasó por la casa Van Cleef & Arpels en 1953 y fue finalmente adquirida por el museo francés en 2004. Aunque la leyenda sugería que la emperatriz se desprendió de las esmeraldas al exiliarse, en realidad las mantuvo consigo hasta su muerte en 1847.

Leer artículo completo