Hace pocas horas, Filipinas registró un episodio devastador con el paso del supertifón Ragasa, la mayor tormenta del año que tocó tierra en el norte del archipiélago y ahora amenazaba causar más destrozos en el sur de China.
Las imágenes captadas por un satélite de la Agencia Espacial de Japón (JAXA) y otro de la NASA demuestran la gran extensión de la tormenta tropical boreal que se originó en el océano Pacífico.
Al menos tres personas murieron y nueve resultaron heridas, mientras cinco permanecen desaparecidas. Más de 17.500 personas fueron desplazadas por inundaciones y deslizamientos de tierra. El Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Riesgo de Desastres de Filipinas (NDRRMC, en inglés) reportó daños considerables en infraestructura y viviendas en la región, particularmente en la isla de Panuitan, en la provincia de Cagayán, epicentro del impacto inicial del ciclón.

Ragasa, conocido localmente como Nando, tocó tierra con vientos sostenidos de más de 267 km/h, equivalentes a un huracán de categoría 5, lo que lo convirtió en la tormenta más fuerte registrada en el país en lo que va del año.
La magnitud del sistema fue tal que fue captada desde el espacio por el astronauta japonés Kimiya Yui, a bordo de la Estación Espacial Internacional, dejando en evidencia la extensión y potencia del fenómeno meteorológico.
Desde el inicio de su trayectoria, las autoridades filipinas activaron los protocolos de emergencia, evacuando a decenas de miles de personas y cerrando escuelas, mientras equipos de rescate se desplegaron para atender las zonas más afectadas por deslizamientos e inundaciones.
La devastación en las islas Babuyan y en la isla de Calayan incluyó techos arrancados, árboles caídos y embarcaciones arrastradas a la orilla. Los equipos de búsqueda recuperaron tres cuerpos tras un accidente marítimo que involucró a un barco pesquero con 13 ocupantes. Seis fueron rescatados y cuatro permanecen desaparecidos.
En Benguet, un deslizamiento de tierra provocó la muerte de una persona y dejó varias heridas. Más de 24.000 personas fueron evacuadas preventivamente en el norte y centro de Luzón. Las franjas exteriores del tifón continuaban azotando la isla, manteniendo los avisos de fuertes lluvias y posibles inundaciones.
El impacto de Ragasa no se limitó a Filipinas. Tras su paso por el norte del país, el tifón se dirigió hacia el sur de China, amenazando a importantes megaciudades como Hong Kong, Macao, Shenzhen y Guangzhou.
En Hong Kong, de 7,5 millones de habitantes, las autoridades cerraron escuelas y cancelaron vuelos, advirtiendo que el tifón “presentará una grave amenaza a Hong Kong y podría alcanzar los niveles de Hato en 2017 y Magkhut en 2018”, según Eric Chan, segundo funcionario al mando de la ciudad. Ambos supertifones anteriores dejaron pérdidas económicas por miles de millones de dólares y daños materiales significativos.

Las autoridades anticiparon que los niveles de agua podrían alcanzar magnitudes similares a las observadas durante los tifones Hato y Mangkhut, con inundaciones capaces de paralizar completamente la infraestructura urbana.
En Taiwán, la Administración Meteorológica Central rebajó el nivel de alerta terrestre tras el paso de Ragasa por el canal de Bashi, pero mantuvo advertencias marítimas debido a la persistencia de intensas precipitaciones en la mitad oriental de la isla.

Las autoridades del Observatorio de Hong Kong advirtieron sobre oleajes “fenomenales” y mareas ciclónicas de hasta cuatro metros en algunas zonas.Ante la magnitud de la amenaza, los residentes comenzaron a almacenar suministros, mientras se cancelaban cientos de vuelos en la región, incluyendo servicios de Cathay Pacific y Hong Kong Airlines.
El paso de Ragasa dejó en evidencia la vulnerabilidad de las regiones frente a fenómenos meteorológicos extremos y la necesidad de sistemas de alerta temprana. En Filipinas, los efectos más visibles incluyeron inundaciones que cubrieron carreteras y provocaron deslizamientos de tierra.
En China, las megaciudades enfrentaron paralización total de servicios. Guangzhou, con 18,6 millones de habitantes, se preparaba para emitir su alerta roja más alta, mientras que Shenzhen implementó cierres de trabajos y negocios y evacuaciones masivas.

El tifón Ragasa también dejó un precedente en materia de monitoreo y alerta. Su tamaño y velocidad lo convirtieron en uno de los sistemas más grandes registrados este año, lo que permitió evaluar la efectividad de los sistemas de prevención y la capacidad de respuesta de la población ante advertencias meteorológicas.
El seguimiento de la tormenta por parte de satélites y la Estación Espacial Internacional ofreció datos clave sobre la formación y desplazamiento de ciclones de gran magnitud.
La experiencia acumulada en los últimos años ayudó a los gobiernos a planificar cierres preventivos, evacuaciones y suspensión de transporte, pero los riesgos humanos y materiales siguen siendo considerables.
El tifón también mostró la importancia de la cooperación internacional y la transmisión de información precisa a la población. Las alertas tempranas permitieron que millones de personas tomaran medidas preventivas, incluyendo abastecimiento de alimentos, evacuaciones y resguardo en zonas seguras.

Ragasa refleja la magnitud creciente de los supertifones que azotan el sudeste asiático. La tormenta representa un recordatorio de la necesidad de preparación continua y fortalecimiento de sistemas de alerta, infraestructura resiliente y educación comunitaria sobre riesgos naturales.
La combinación de Filipinas, Hong Kong y el sur de China evidencia la interconexión de estos territorios ante fenómenos climáticos extremos y la importancia de medidas preventivas coordinadas.