Las enseñanzas de Aroldis Chapman que impulsaron a Andrés Muñoz como cerrador

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HOUSTON.- Andrés Muñoz nunca imaginó que conocer a Aroldis Chapman, uno de los cerradores más temidos de la última década, marcaría un punto de inflexión en su carrera. Lo admiraba desde lejos por su poder en la loma, por esa recta imponente y la serenidad con la que enfrentaba la presión del noveno inning. Hoy, convertido en el cerrador de los Marineros de Seattle, Muñoz reconoce que ese vínculo con el lanzador cubano ha sido clave para su evolución profesional.

“Yo creo que el principal para mí es Aroldis Chapman. Siempre lo miré y siempre lo admiré. Entonces, la verdad, poder haberlo conocido y todo eso, y compartir con él, la verdad es muy bonito para mí. Y es alguien que siempre he mirado”, confiesa Muñoz, tras contestar en una conversación exclusiva con DIARIO LAS AMÉRICAS, quién es el cerrojo al que mira para seguir en alza en ese arte de preservar ventajas.

Pero la influencia de Chapman no se limita a la admiración. El cerrador de los Marineros de Seattle ha tenido la oportunidad de conversar directamente con él y absorber valiosas lecciones sobre cómo manejar las situaciones de más alta presión en el béisbol.

“Pues son muchas cosas. Miré cómo maneja él la presión. De hecho, hasta le pregunté. He aprendido muchas cosas de él y he tenido la oportunidad de platicar con él varias veces de eso”, explica, quien hoy es el líder de salvamentos de la temporada, con 16 en 18 oportunidades y mantiene su efectividad inmaculada.

El arte de cerrar juegos

La transición de Muñoz hacia el rol de cerrador comenzó la temporada pasada, luego del receso del Juego de Estrellas, pero ya hoy luce como todo un veterano en ese rol.

“Fue el año pasado, después de la segunda mitad, me empezaron a poner un poquito en los roles de cerrador. Obviamente, cambia un poquito cómo son las situaciones y cómo es la presión, pero poco a poco hemos ido aprendiendo y vamos a seguir aprendiendo”, señala.

Y aunque el camino ha estado lleno de nuevos retos, Muñoz mantiene una actitud de aprendizaje constante y escucha a todo aquel que le pueda dar un consejo para ejecutar mejor su trabajo.

“Por más que las cosas vayan bien, uno va a seguir aprendiendo de todo y tratamos de dar lo mejor cada vez que vamos para allá”, agregó quien apenas rescató 16 juegos en su andar por las ligas menores, pero ha sabido aprovechar la oportunidad y hacer la transición para brillar al ocaso de los juegos.

La confianza para asumir ese nuevo rol llegó desde el cuerpo técnico de los Marineros y él corresponde al encargo.

“Yo creo que todos los coaches aquí, todos los coaches. El mánager que teníamos, Scott Servais, tenía mucha confianza en mí. La verdad fueron los que menos tuvieron la oportunidad y estoy muy agradecido con ellos porque si no, no me hubieran dado el chance”.

Muñoz también destaca uno de los aspectos más positivos del nuevo puesto: la certeza de saber cuándo debe lanzar. “Yo creo que lo más fácil es saber cuándo vas a tirar. Yo creo que eso es lo mejor para un relevo. Muchas veces uno no sabe en qué situación va a llegar a entrar cuando eres un relevo intermedio. Pasa algo rapidísimo en el juego y uno tiene que estar listo ahí. Yo creo que saber la situación en la que vas a entrar y cuándo vas a entrar es un alivio muy bueno”.

Sobre su mentalidad, Muñoz es claro: nunca se fijó un objetivo específico como cerrador, pero siempre estuvo dispuesto a asumir cualquier responsabilidad por el equipo. “Yo siempre estuve y sigo diciendo lo mismo. Yo voy a estar cuando el equipo me necesite. No me siento como que quiero ser cerrador. Simplemente, cuando el equipo me necesitara yo iba a estar ahí e iba a dar lo mejor de mí”.

La historia de Andrés Muñoz sigue escribiéndose. Pero detrás de su éxito en el noveno inning, hay una influencia clara: la de un lanzador que ya dejó huella en el béisbol, y que ahora inspira a la próxima generación.

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