(Imagen ilustrativa)El emprendedorismo puede abordarse y pensarse desde múltiples aristas. Una de ellas está relacionada con el empleo genuino y la generación de valor agregado.
Emprender denota el culto al esfuerzo, el sacrificio y el mérito. Es sinónimo de compromiso y de lucha diaria para ‘salir adelante’.
En un contexto complejo, donde la creación de puestos de trabajo en el sector privado de nuestro país se encuentra estancada desde hace más de una década, emprender aflora como una oportunidad para todos aquellos que logran transformar sus virtudes y fortalezas en un medio de vida.
Para ello, se requieren habilidades y conocimientos que deben ser potenciados a partir de la formación y capacitación.
En este punto, la educación se convierte en una herramienta indispensable para lanzarse de lleno en el universo emprendedor y hacer del talento, el insumo determinante que permita generar réditos económicos.
Un abanico de posibilidades se abre para quien emprende. Las ideas creativas pueden devenir en campos laborales novedosos e impensados hasta hace no mucho tiempo.
Emprender provoca un impacto en el desarrollo de una comunidad, convirtiéndose en un eslabón clave para dinamizar economías locales y regionales.
También implica entender que el sendero de la autonomía acarrea riesgos, reveses y dificultades. Será entonces imperativo afrontar las adversidades.
En definitiva, una idea pequeña a priori puede volverse inspiradora, ser motor de un cambio y forjar los cimientos para un proyecto de vida.
hace 1 hora
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