
La promesa de anonimato absoluto que ofrece la red Tor, uno de los principales navegadores de la llamada dark web, se ha convertido en terreno fértil para el crecimiento de redes de pedófilos a nivel global.
Lo que en sus orígenes fue concebido como una herramienta de libertad digital y resguardo para activistas, periodistas y denunciantes de abusos de poder, hoy también es utilizado como escudo por comunidades criminales que comparten material de abuso sexual infantil (MASI), intercambian estrategias de captación y naturalizan la explotación de menores.
Un informe de The Guardian da cuenta de cómo millones de depredadores sexuales están encontrando en Tor un espacio “seguro” donde sus delitos quedan prácticamente fuera del alcance de las fuerzas de seguridad. La razón: el diseño mismo de la plataforma.
Tor —siglas de The Onion Router— funciona en base a un sistema de enrutamiento que oculta la identidad y la ubicación del usuario. Para ello, los datos se cifran en capas, como las de una cebolla, y viajan a través de nodos voluntarios en distintas partes del mundo. Esa arquitectura, destinada a proteger la privacidad, también dificulta de manera extrema la eliminación de contenidos ilegales.
“Tor está diseñado de tal manera que no pueden eliminar nada y se niegan a cambiarlo, porque la idea de cualquier tipo de censura es negativa”, señaló Lloyd Richardson, director de tecnología del Centro Canadiense para la Protección de la Infancia (C3P), en diálogo con The Guardian.

La organización canadiense asegura haber enviado más de 19 mil notificaciones al Proyecto Tor —la ONG que desarrolla y mantiene la red— alertando sobre la presencia de material de abuso infantil en sus sistemas. Sin embargo, denuncian que no se han tomado medidas efectivas.
Lejos de ser un rincón inaccesible de internet, la dark web se ha vuelto cada vez más cercana gracias a la difusión de guías y enlaces en plataformas tradicionales como Reddit, Telegram o Discord. Desde allí, muchos usuarios son derivados a Tor, donde acceden a foros y páginas con contenido ilegal.
Un fiscal federal citado por The Guardian explicó cómo se da ese salto: “He tenido casos de personas que empezaron usando redes sociales comunes y alguien les dice: ‘Si querés ver mi contenido real, acá tenés un enlace’. Así es como terminan entrando en la red oscura”.
El anonimato que garantiza Tor atrae especialmente a los depredadores. Según Dan Sexton, director de tecnología de la Internet Watch Foundation, esa sensación de “impunidad” los impulsa a actuar a plena vista, convencidos de que es casi imposible que sean identificados.
Lo alarmante, advierten los expertos, es que estas comunidades no solo difunden material ilegal, sino que generan un entorno donde se alienta el delito. Los usuarios comparten técnicas de manipulación de menores y testimonios de violencia.

“Estas comunidades anónimas normalizan el abuso infantil, lo que aumenta la probabilidad de que los participantes cometan delitos de contacto contra niños en la vida real”, advirtió Richardson, del C3P.
Un estudio publicado en Nature reveló que 21 de los 26 motores de búsqueda en Tor permiten acceder fácilmente a MASI, y que al menos el 11% de las búsquedas de los usuarios están orientadas a ese tipo de material.
Desde el Proyecto Tor aseguran que condenan enérgicamente el uso ilícito de la red y destacan que también cumple un rol vital para proteger a periodistas, activistas y defensores de derechos humanos. Casos como el de Edward Snowden o las protestas en Irán en 2009 mostraron cómo la herramienta puede ser crucial frente a regímenes represivos.
“Tor no está creando los sitios maliciosos, sino la autopista sin regulación que la gente recorre”, explicó un fiscal citado en la investigación.
Sin embargo, para organizaciones como la Alianza para Contrarrestar el Crimen en Línea (ACCO), la falta de regulación no puede justificarse. “Comerciar contenido sobre menores víctimas de abuso sexual no constituye una libertad de expresión protegida. Es un delito grave”, enfatizó Gretchen Peters, fundadora de ACCO.

Las fuerzas de seguridad de distintos países han logrado desmantelar grandes foros de pedofilia en Tor, pero el fenómeno parece inagotable.
Solo en marzo de este año, autoridades europeas derribaron Kidflix, un sitio con 1,8 millones de usuarios y 72 mil videos de abuso infantil. Antes, la operación encubierta contra Childs Play en Australia había revelado el alcance global de estas redes.
El problema es que, como coinciden los investigadores, cada cierre es apenas un golpe temporal: los depredadores migran de inmediato a otro sitio y vuelven a organizarse.