‘La política china se basa en la paciencia y América Latina no es la excepción’: Diego Abente

hace 1 semana 128

“El capital chino es un capital paciente: no espera un retorno inmediato, está dispuesto a absorber costos, a diferir beneficios; está mirando con una perspectiva de muy largo plazo” y “esto que se ve en la política económica china se ve en la política exterior, es una diferencia con Estados Unidos muy importante a tener en cuenta”. La advertencia es del analista paraguayo Diego Abente Brun, director del programa de Estudios en América Latina y el Caribe de la Elliott School of International Relations en la George Washington University.

Abente, que tiene una larga experiencia en el mundo académico y en organismos internacionales, es un destacado especialista en América Latina y en esta entrevista habla de la penetración de China en la región y de la forma en que la administración Trump está ideologizando su relación con nuestros países, frente a lo cual subraya: “Un orden internacional basado en afinidades ideológicas se termina porque no es sostenible. Los países no tienen amigos ni enemigos; tienen intereses”. 

En la relación entre Estados Unidos y China, la idea a priori es que hay una competencia feroz en varios sentidos. En el presente y hacia el futuro de ese vínculo, ¿qué palabras lo describen mejor? ¿Competencia feroz o un acercamiento gradual?

Las dos. Hay una competencia estratégica muy intensa, una rivalidad que ha alcanzado niveles muy altos en estos últimos meses, desde el inicio de la administración del presidente Trump, con su escalada arancelaria, que ha sido respondida por China. Pero se ha llegado a un punto en el que ya no es posible seguir escalando. La única opción que queda es desescalar. Es en ese contexto que deben inscribirse estos acercamientos, que han sido varios. Incluso, la posibilidad de una reunión próxima entre Xi Jinping y el presidente Trump. Ambos compiten intensamente, pero se necesitan. Así que tienen que encontrar la forma no ya de cooperar sino de convivir.

Convivencia es como una especie de tolerancia mutua.

Sí, tolerancia mutua. Podríamos hacer una analogía con lo que sucede en una escalada de tipo nuclear: ninguna de las dos partes está dispuesta a llegar al nivel de destrucción mutua asegurada. Es la doctrina del MATE, que en inglés es mutual assured destruction. La analogía sirve para comprender la actual competencia estratégica entre Estados Unidos y China: se ha llegado a un equivalente de lo que podría ser una destrucción mutua. Y ni Estados Unidos ni China están dispuestos a llegar a ese punto.

América Latina en su conjunto, como región, ya no es el patio trasero. Es un tablero geopolítico en el cual juaga Estados Unidos, juega China y juegan otros actores y los propios países.

Diego Abente BrunDirector del programa de Estudios en América Latina en la George Washington University

Vimos el lado conflictivo de ese vínculo entre Estados Unidos y China en la guerra comercial y en el caso de Huawei. Pero nos sorprendió el acercamiento sobre TikTok. ¿Cómo entender esto?

Quizás deba comenzar por decir que las múltiples líneas de tensión entre Estados Unidos y China terminan representando una suerte de nudo mal atado. Es decir, hay una serie de temas que se enrollan o desenrollan, que se conectan y a veces se desconectan en otro momento. Hay que distinguir entre Huawei y el caso de TikTok. El caso de Huawei representa una competencia estratégica por el liderazgo en 5G que además se inscribe en una competencia más general, amplia y trascendental en términos de inteligencia artificial, de semiconductores, de telecomunicaciones… de todo lo que está en la primera línea del avance tecnológico. El caso de TikTok es distinto porque es un tema de seguridad: lo que está en juego es el acceso que el Gobierno chino pueda tener, vía TikTok, a una cantidad de información de usuarios en Estados Unidos. La discusión sobre TikTok tiene más que ver con una dimensión de seguridad interna, mientras que la de Huawei es por el liderazgo en temas de innovación tecnológica absolutamente claves.

Quiero traer esa dimensión llena de grises y de matices al territorio de América Latina. Históricamente, se consideró que América Latina era el patio trasero de Estados Unidos. ¿Lo sigue siendo?

Este concepto de patio trasero ha quedado desfasado. América Latina en su conjunto, como región, ya no es el patio trasero. Es un tablero geopolítico en el cual juaga Estados Unidos, juega China y juegan otros actores y los propios países. Ya no es el patio trasero.

Estados Unidos y China.

Estados Unidos y China. Foto:X: China Xinhua News @XHNews ·

¿Desde cuándo ya no es? ¿Y cuánto influye en esto la decisión estratégica china de avanzar con inversiones de infraestructura muy sensibles en América Latina, y con su 'soft power', para instalarse en este nuevo territorio?

Influye mucho. Y aunque puede haber relaciones asimétricas con algunos países pequeños de Centroamérica, pero no sucede lo mismo con Argentina, con Brasil, con Chile, con Colombia, con México, países que tienen economías, territorios y presencia en general muy fuerte: en ese caso, ya no son patio trasero. ¿Cómo juega China aquí? Estados Unidos empezó a ver con considerable preocupación la presencia de China desde el final de la primera administración de Trump. Y hay dos dimensiones. Una es la presencia de China como competencia en América Latina y otra es la presencia de China acumulando poder en una confrontación global, en una competencia global. Lo de China, sin duda alguna, afecta mucho, pero juega diferentes roles en diferentes países. No es lo mismo en la Argentina que en Brasil o que en Chile y Perú, o Colombia.

Me interesan esas distinciones. ¿Podría explicarlas?

En el caso de la Argentina y de Brasil, juega lo ideológico. Comparada con las últimas cinco, seis o siete administraciones estadounidenses, la de Trump se distingue por el mayor peso que juegan consideraciones domésticas en la formulación de la política internacional, y entonces acá prima un efecto espejo. Con Argentina es la simpatía total, la identificación total entre la base de apoyo de Trump en Estados Unidos hacia las posiciones del gobierno de Milei. Es lo exactamente opuesto en el caso de Brasil, donde pesa la antipatía hacia Lula y la simpatía con Bolsonaro. Por eso lo del nudo mal atado. Hay dos dimensiones: una dimensión ideológica, política que define cercanías o lejanías, distanciamiento o acercamiento. Y China está en el medio. En el caso de Chile y Perú, todo es mucho menos ideológico; es mucho más pragmático.

AFP

Donald Trump y Xi Jinping Foto:AFP

Una encuesta del Pew Research Center de principios de año, realizada en veinticuatro países, mostró cómo ha evolucionado el apoyo respecto de China: sigue liderando Estados Unidos, pero China ha avanzado en la consideración positiva dentro de la opinión pública en la región. ¿Este avance chino es producto del descuido de los estadounidenses? ¿Hay algo de esa inteligencia de China en términos diplomáticos y estratégicos que toma por sorpresa a Estados Unidos?

Sin duda. Los guarismos que vemos hoy no son producto de algo que sucedió recién, es una tendencia que lleva dos décadas. Después de los atentados del 11 de septiembre, Latinoamérica desapareció del radar de Estados Unidos. Eso se refleja en la atención, en la importancia que se les ha prestado a los países de la región. Y en ese mismo período en que la política exterior de Estados Unidos se caracterizó por una constante indiferencia en relación con América Latina, la política exterior china sigue un curso exactamente contrario. Y hoy vemos los números que usted señala. Hay que ver cómo evoluciona, si las cosas se mantienen iguales. Pero de todas maneras es muy difícil que China pierda tan fácilmente el terreno que ganó. Para China, ganar ese terreno fue muy difícil porque es un país extraño, un país distinto: tan lejano a los países de América Latina en términos de cultura, de lenguaje, de tradición histórica... 

¿La astucia de China fue poner plata contante y sonante, tanto en la forma de inversiones o de un crecimiento del comercio exterior con América Latina como en la forma de 'swaps'?

Sí, totalmente. La estrategia de China se basa en una tradición muy china, el confucionismo. Mao hablaba de la larga marcha de los diez mil li (NdelE: medida de longitud de la dinastía Qin): se refería a la guerra que lo llevó al poder en China en 1949. Mao decía que era apenas un episodio breve de una larga marcha. Es un concepto muy derivado del confucionismo: esa percepción de que las cosas suceden lentamente, de que los resultados se ven en el tiempo. Un colega mío aquí, el profesor Stephen Kaplan, escribió hace dos o tres años un libro muy importante titulado La globalización del capital paciente. Señalaba exactamente cuál es la política de China: la paciencia. Es un capital paciente, es un capital que no espera un retorno inmediato, que está dispuesto a absorber costos, que está dispuesto a diferir beneficios, que está mirando en una perspectiva de muy largo plazo. En cambio, el capital occidental es un capital impaciente que busca el retorno en un plazo breve, corto, y cuando hay alguna turbulencia, sale.

Resultadista…

Sí. En cambio, lo que sucede con China es: hay turbulencia, se queda. Y esto que se ve en la política económica china se ve en la política exterior. Es una diferencia muy importante a tener en cuenta.

Un orden internacional basado en afinidades ideológicas no es sostenible. Los países no tienen amigos ni enemigos; tienen intereses.

Diego AbenteDirector del programa de Estudios en América Latina en la George Washington University.

Pasemos a la relación entre Trump y Javier Milei. ¿Por qué cree usted que Trump está dispuesto a hacer este gesto de apoyo tan contundente, que incluso le trae problemas con parte de sus votantes, por ejemplo, con los productores de soja de Estados Unidos, en un momento en que Trump está complicado en las encuestas? En la última encuesta de 'The Economist', muestra un 56 por ciento de desaprobación y un 39 por ciento de aprobación… ¿Es un capricho o hay algo más estructural detrás de eso?

Veamos lo estructural. Están los tweets de (Scott) Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos; también de algunos sectores vinculados con la producción de soja de Estados Unidos que critican el acuerdo de Trump con la Argentina. Algunos dicen: ¿por qué vamos a salvar la Argentina cuando la Argentina nos está inundando el mercado chino con soja argentina y está influyendo sobre los precios de nuestros productos? La respuesta de Bessent es, justamente, que el acuerdo busca evitar que la Argentina siga creando problemas con una competencia comercial que afecte adversamente a los productores sojeros. Ese es un tema cuyos resultados e implicancias habrá que ver con el tiempo. Ahora, ¿qué es lo que lo mueve a Trump? Los incentivos ideológicos y políticos. Por eso le aumenta los aranceles a Brasil un 50 por ciento; y por eso le da la mano a Milei. Definitivamente hay una dimensión ideológica que supera las consideraciones puramente económicas o políticas de interés nacional. Y esto no sucede hoy solo con la derecha; en algún momento, durante Unasur, en las primeras décadas del siglo XXI, también había una diplomacia presidencial. Eso es algo que se suele criticar, y con razón: el hecho de que consideraciones ideológicas y políticas jueguen un rol tan importante. En el largo plazo, generaron el colapso de la Unasur. Y en el mediano plazo, el precio de la ideologización actual se va a pagar…

¿Cómo se paga ese precio? ¿Cuál es ese precio?

Es imposible que Estados Unidos guíe toda su política exterior basado en consideraciones ideológicas, de simpatía o antipatía. Eso se va a terminar. ¿Cuándo va a terminar? No sé, pero va a terminar. Y se va a terminar porque no es sostenible. Como no fue sostenible el mismo proceso que se dio con la izquierda a principios del siglo XXI. Un orden internacional basado en afinidades ideológicas no es sostenible. Los países no tienen amigos ni enemigos; tienen intereses. Es un dicho que viene de un lord inglés, que lo dijo muy claramente: Inglaterra no tiene amigos ni enemigos, tiene intereses.

¿Qué pasaría si cambia el gobierno en Estados Unidos o en Argentina?

Por eso estos acuerdos tienen que basarse en intereses, porque los intereses son permanentes. Los gobiernos pueden ser de derecha o izquierda, pero los intereses permanecen. Eso es lo que garantiza previsibilidad y futuro.

LUCIANA VÁZQUEZ

Para La Nación (Argentina) - GDA

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