La polémica del primer gol de Marruecos ante Argentina en la final del Mundial Sub 20: el acierto del árbitro y la doble falla de Barbi

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El árbitro sancionó tiro libre por falta de Barbi

El inicio de la final del Mundial Sub 20 fue una verdadera pesadilla para la selección argentina. El elenco albiceleste sufrió un gol tempranero de Marruecos producto de un tiro libre sancionado gracias al FVS, el “VAR a pedido”, y antes de que finalizara la primera mitad padeció otro tanto del elenco africano.

El desarrollo del primer tiempo estuvo marcado por la intensidad y la presión de ambos equipos. Apenas a los tres minutos, Julio Soler sufrió un golpe involuntario de un rival que le provocó un sangrado leve, lo que obligó a la intervención del cuerpo médico. Poco después, Marruecos reclamó una expulsión tras una falta del arquero Santino Barbi sobre Yassir Zabiri. Tras la revisión, el árbitro Maurizio Mariani determinó que correspondía tiro libre, decisión que resultó determinante.

En este caso, Mariani acertó en sancionar solo la falta y no mostrarle la tarjeta roja al guardameta nacional, ya que no se cumplieron las cuatro condiciones para conceptualizar que cortó una ocasión manifiesta de gol.

Los aspectos que consideró el juez del encuentro para tomar la decisión fueron: distancia entre el lugar donde se cometió la infracción y el arco; dirección del juego; posibilidad de mantener o recuperar el balón; y posición y número de jugadores defensores. En esta jugada, Zabiri no tuvo control, posibilidad de recuperar ni dirección. Además, el esférico no se dirigía hacia la porteria. Y la infracción fue apenas afuera del área.

El elenco africano desempató la paridad en Santiago de Chile

En la ejecución de esa falta, Zabiri abrió el marcador con un zurdazo preciso al palo del arquero, estableciendo el 1-0 a los once minutos. En esta acción, el guardameta argentino cometió un segundo error, puesto que era la dirección que él tenía que cubrir.

Este tanto condicionó el trámite del partido y obligó a Argentina a buscar alternativas ofensivas. La selección sudamericana intentó explotar la velocidad de Maher Carrizo y Gianluca Prestianni por las bandas, aunque sin lograr generar situaciones claras frente al arco defendido por Ibrahim Gomis.

A los 23 minutos, Carrizo estuvo cerca de igualar el marcador con un tiro libre que pasó a escasa distancia del poste derecho. Sin embargo, la respuesta marroquí no tardó en llegar. Antes de la media hora de juego, Othmane Maamma desbordó por la derecha y envió un centro que encontró a Zabiri en posición de remate. El delantero definió con una volea a quemarropa, superando nuevamente a Barbi y ampliando la ventaja a 2-0.

El cuerpo técnico argentino buscó modificar el desarrollo del juego con el ingreso de Mateo Silvetti en lugar de Valentino Acuña a los treinta y tres minutos. Poco después, Alejo Sarco intentó sorprender con un remate lejano que se fue desviado, en un esfuerzo por revertir la tendencia adversa. En los minutos finales, Silvetti dispuso de una oportunidad de cabeza, pero el arquero Gomis controló sin dificultades.

Nacido en Roma y miembro de la Asociación Italiana de Árbitros (AIA), Mariani representa a la sección de Aprilia. Su carrera en la élite comenzó hace más de una década, cuando accedió a la Serie A, donde la presión y la crítica moldean a los jueces más consistentes. Desde 2019, integra la nómina de árbitros internacionales de la FIFA, y a finales de 2024 la UEFA lo promovió a la categoría Élite, el máximo escalón continental reservado para quienes demuestran condiciones para arbitrar en Copas del Mundo.

A diferencia de otros árbitros europeos de perfil mediático, Mariani se distingue por su consistencia y su lectura táctica. Su estilo se caracteriza por la sobriedad y la racionalidad: prioriza el control del partido mediante la autoridad y la ubicación, más que por la aplicación estricta de sanciones. En promedio, muestra cuatro tarjetas amarillas por partido y una roja cada dos encuentros, lo que refleja una tendencia al equilibrio y cierta prudencia, especialmente en contextos de alta fricción. Desde el punto de vista físico, recorre aproximadamente 10 kilómetros por partido, con un tiempo efectivo de juego cercano a los 55 minutos y un promedio de 25 faltas sancionadas por encuentro.

Su fortaleza radica en la interpretación de las faltas tácticas y en la gestión de las ventajas en zonas sensibles del campo, aunque en partidos de máxima tensión se le han observado momentos de duda ante decisiones disciplinarias límite. A pesar de ello, su orden técnico y serenidad lo posicionan como uno de los árbitros italianos con mayor proyección hacia el próximo Mundial absoluto.

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