
Este martes 22 de julio se confirmó la muerte de Ozzy Osbourne, uno de los íconos más influyentes del heavy rock, a los 76 años. La familia del cantante informó que falleció “rodeado de amor”, en compañía de sus seres queridos, y pidió privacidad en este momento de duelo.
A lo largo de más de cinco décadas de carrera, el cantante construyó una fortuna estimada en 220 millones de dólares, según el último cálculo de Finance Monthly realizado en junio de 2025.
Esa cifra abarca ingresos provenientes de múltiples fuentes: desde las ventas de discos y giras hasta el streaming, el reality show que protagonizó con su familia, y sus emprendimientos como empresario y figura mediática.

Ozzy Osbourne inició su camino hacia la fama como vocalista de Black Sabbath, banda pionera del heavy metal que vendió más de 75 millones de discos en todo el mundo.
A eso se suman otros 51 millones de unidades comercializadas durante su carrera como solista, de acuerdo con datos de Chartmasters, consolidando un legado discográfico que supera las 120 millones de copias.
Incluso en los últimos años, su música siguió generando ingresos sustanciales gracias al streaming.
En Spotify, su catálogo acumula más de 3,800 millones de reproducciones, siendo “Crazy Train” su canción más escuchada con 242 millones de streams, mientras “Paranoid”, el clásico de Black Sabbath, superó los 1,000 millones de reproducciones y se unió al prestigioso “Billions Club”.
Además del streaming, las regalías por la inclusión de su música en películas, series y videojuegos continuaron alimentando sus arcas, aun cuando su salud —afectada por el Parkinson diagnosticado en 2020— lo alejó de los escenarios.

En 1996, junto a su esposa Sharon Osbourne, el músico lanzó el Ozzfest, un festival que no solo ofreció una plataforma a decenas de bandas emergentes, sino que se convirtió en una máquina de ingresos.
Durante sus diferentes ediciones, este evento generó más de 100 millones de dólares, entre boletos, mercancía y patrocinios de marcas alineadas al universo del metal.
Este proyecto consolidó a Ozzy Osbourne como empresario e innovador, capaz de convertir la cultura del rock en un negocio rentable y duradero.
Sin embargo, el famoso también obtuvo ingresos de otras fuentes fuera de la música, pues uno de los grandes giros en su carrera ocurrió a principios de los años 2000, cuando aceptó exponer su vida cotidiana en The Osbournes, reality transmitido por MTV entre 2002 y 2005.

Allí, el mundo conoció una faceta inesperada del llamado “Príncipe de las Tinieblas”: un padre de familia torpe pero entrañable, rodeado de caos, mascotas y sarcasmo.
Se estima que para la primera temporada, la familia ganó alrededor de 200,000 dólares por episodio. Dado que tuvo 10 episodios, eso suma 2 millones en total.
Tras el éxito explosivo del programa, MTV aumentó considerablemente el salario para la segunda y tercera temporada. Los Osbourne negociaron un contrato por aproximadamente 5 millones por temporada.
En su temporada final, la familia recibió entre 15 y 20 millones de dólares, sin contar ingresos adicionales por derechos internacionales, DVDs, mercancía y otras apariciones derivadas del show.

Lejos de desaparecer con el retiro, Ozzy Osbourne mantuvo una vigencia constante gracias a colaboraciones con artistas de nuevas generaciones —como Post Malone— y a su incansable producción de mercancías.
Desde camisetas y figuras coleccionables hasta una línea propia de NFTs lanzada en 2022, su imagen se mantuvo como una marca de alcance global.