Efectos especiales y escenografías pintadas a mano permitieron a George Méliès crear ilusiones que sorprendieron al público a finales del siglo XIX (Captura de video/Archivo)A finales del siglo XIX, el género de terror se gestó con una pequeña y corta producción muda a blanco y negro. Por primera vez en la historia del cine, el público presenció elementos terroríficos en imágenes de movimiento.
Le Manoir du Diable, titulado en español La mansión del diablo (1896), es un film de poco más de tres minutos dirigido y producido por Georges Méliès. Más tarde, en 1902, el ilusionista y cineasta francés revolucionaría el séptimo arte con la proyección de Viaje a la Luna, una película de 14 minutos enfocada en la ciencia ficción.
Méliès no solo fue director, sino también un inventor dedicado a explotar la mayor cantidad de recursos físicos para hacer realidad sus historias ficcionadas. Utilizó efectos especiales y técnicas como el stop trick para lograr crear una ilusión de que objetos aparecían o desaparecían de la toma.
Gran parte de su inspiración para crear estos mundos fantásticos y extraños fue Julio Verne, quien fue una influencia directa en más de una de sus producciones. Sin embargo, para su primera historia de terror (y la primera que vio el mundo materializada en pantalla), tomó de referencia el teatro, específicamente la comedia.
El director francés, pionero del cine, revolucionó la narrativa visual al combinar magia, teatro y avances técnicos en obras fundamentales para la historia audiovisual moderna (Archivo)La mansión del diablo, la primera película de terror del cine, presenta al Diablo en su encuentro con diversos fantasmas. Si bien el propósito era generar unas risas, no puede pasarse por alto que la sola representación de Satanás en el cine resultaba innovador. Nadie más lo había hecho hasta ese entonces.
Un castillo antiguo, envuelto en sombras, sirve de escenario a la aparición de Mefistófeles, figura central del relato cinematográfico. La narración inicia cuando un murciélago de gran tamaño irrumpe en una de las salas y, tras un estallido de humo, se transforma en el legendario demonio conocido por sus artes mágicas.
En una secuencia posterior, Mefistófeles recurre a un caldero para materializar la figura de una mujer, reforzando la atmósfera fantástica del lugar. Dos caballeros con armaduras relucientes recorren las estancias del castillo. La tranquila exploración deriva en una serie de escenas inquietantes.
Los protagonistas se ven rodeados de imágenes escalofriantes, entre ellas, esqueletos, seres espectrales y la presencia de una anciana de aspecto inquietante.
Los elementos visuales introducen un conflicto entre los caballeros y las fuerzas sobrenaturales del castillo, encabezadas por Mefistófeles. Los caballeros intentan eludir aterradoras visiones dentro de la fortaleza, mientras la figura demoníaca mantiene el control sobre el entorno.
La resolución de la huida permanece sin esclarecer, dejando en suspenso el desenlace para los personajes ante el dominio de las fuerzas oscuras.
El castillo gótico, los caballeros y las criaturas fantásticas consolidan a "La mansión del diablo" como el punto de partida del terror fílmico (Captura de video/Archivo)La temática del relato y elementos que se presentan en el film permite clasificar la película de terror como la primera de su tipo e, incluso, como la fundadora del cine del vampiros al incluirse una transformación a un murciélago.
A su vez, era completamente nuevo que Georges Méliès proyectara tres minutos y 18 segundos de cinta, una duración considerada bastante larga para ese contexto. Después, como ya se sabe, el realizador fue superándose en cuanto al tiempo de sus películas.
Para su filmación, el cortometraje se ambientó en el jardín de la propia casa de Méliès, con un paisaje pintado detrás de los actores para ofrecer una sensación de profundidad de campo.
Se desconoce exactamente quiénes son los actores que participaron en el proyecto, pues en el siglo XIX, la actuación no era una profesión que tuviera reconocimiento y el trabajo de intérpretes no era acreditado, es decir, era más como una labor anónima. Todo ello sumado a que la calidad de imagen no era lo suficientemente nítida para captar sus identidades con exactitud.
No obstante, hay un solo rostro que puede ser identificado en La mansión del diablo y se trata de la famosa actriz de teatro Jeanne d’Alcy, habitual colaboradora del director y quien también fue su segunda esposa. En la ficción, ella interpretó a la mujer que sale del caldero.
La experimentación técnica de Méliès, con trucos visuales y duración inédita, otorgó a La mansión del diablo su carácter revolucionario (Captura de video/Archivo)En cuanto a los otros miembros del elenco, no hay más que hipótesis sobre de quién podría tratarse: es posible que el Diablo fuera Jules-Eugène Legris, según el historiador de cine Georges Sadoul. Principalmente, Legris era mago y tenía gran experiencia protagonizando espectáculos en el Teatro Robert-Houdin en París.
Cabe destacar que el artista sí tuvo una aparición confirmada en Viaje a la Luna, una película que sin duda tuvo un mejor desempeño técnico y se convirtió en la más estudiada de Georges Méliès por los especialistas del cine.
El film se estrenó aproximadamente entre 1896 y 1897 mediante la distribución de Star Film Company, el estudio de Méliès. Aunque no se le debe confundir con su homónima La mansión del diablo de 1987, donde la historia es distinta, a color y solo tiene un minuto de duración: se trata sobre un hombre que ingresa a un castillo encantado y es perseguido por espíritus.
Esta obra de Georges Méliès se perdió con el tiempo y apenas fue recuperada casi un siglo después, en 1988. La copia fue encontrada en el New Zealand Film Archive y, con el auge del internet, pudo ser reproducida de manera digital en distintas partes del mundo.
El debut del diablo y la interacción con fantasmas sentaron las bases para el cine de vampiros y criaturas sobrenaturales en la pantalla grande (Captura de video/Archivo)En cuanto al exitoso director, su legado se mantiene presente en el cine mediante las exposiciones múltiples, la cámara rápida, la disolución de imágenes y las cintas a color.
Su formación previa como creador de ilusiones le permitió convertirse en una especie de “mago” del cine, asumiendo el reto de manejar la realidad a su gusto a través de imágenes en movimiento.
Además, Méliès fue un acérrimo defensor de la formación académica que le brindó la educación clásica. Sin embargo, esta visión intelectual no fue suficiente para desarrollar sus ficciones, sino que también tuvo que apelar a su lado creativo para pensar fuera de la caja.
"Viaje a la Luna", estrenada en 1902, consolidó a Méliès como innovador al fusionar efectos especiales y ciencia ficción en una película de 14 minutos (Captura de pantalla/Archivo)Tras asistir por primera vez a una proyección de los hermanos Lumière en 1895, su vida cambió para siempre y nunca dejó de diseñar nuevas ideas para explotar este nuevo medio para contar historias.
hace 2 días
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