El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit en una foto de archivo el pasado 9/10/2023 (EFE/EPA/Sergei Ilnitsky)
El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit, celebró este martes la aprobación en el Consejo de Seguridad de la ONU de una resolución auspiciada por Estados Unidos para intentar encauzar el fin de la guerra en Gaza. El texto, inspirado en un plan de 20 puntos impulsado por Donald Trump, abre la puerta a la creación de una fuerza internacional de seguridad en el enclave palestino y, sobre todo, introduce una referencia explícita a una “vía creíble” hacia la formación de un Estado palestino. Para Abulgueit, ese gesto no es un desenlace, sino apenas “el inicio de un camino” que debería desembocar en la autodeterminación palestina.
La votación llegó tras meses de negociaciones tensas en el Consejo de Seguridad, paralizado una y otra vez por vetos cruzados entre Washington, Beijing y Moscú. En esta ocasión, el proyecto salió adelante con 13 votos a favor y dos abstenciones, las de China y Rusia, que cuestionaron la centralidad de Estados Unidos en el proceso y la falta de un calendario más definido para la retirada israelí. Aun así, evitaron el veto, permitiendo la adopción de una resolución que Washington considera una pieza clave para estabilizar Gaza tras la devastación causada por más de dos años de conflicto.
El portavoz de la Liga Árabe, Yamal Roshdy, subrayó en un comunicado que el texto aprobado supone un reconocimiento internacional de la magnitud de la destrucción en Gaza, descrita por organismos humanitarios como una de las más severas que se recuerdan en la historia reciente. Naciones Unidas estima que más del 70% de las infraestructuras civiles del enclave —entre viviendas, hospitales, redes de agua y escuelas— han quedado dañadas o destruidas desde el estallido de la guerra.
La resolución establece la creación de una Fuerza de Seguridad Internacional (ISF, por sus siglas en inglés), con mandato hasta diciembre de 2027, formada por contingentes de países miembros y orientada a tres tareas: asegurar los límites de Gaza con Israel y Egipto, proteger a la población civil y los corredores humanitarios, y entrenar a una nueva fuerza policial palestina. Este último punto es especialmente sensible, dado que la capacidad de seguridad palestina se considera fundamental para cualquier transición política en el territorio.
El plan, según funcionarios estadounidenses citados por agencias como Reuters y AP, busca evitar un vacío de poder que pueda ser ocupado por facciones armadas mientras se avanza hacia una administración palestina reformada. Washington insiste en que la fórmula no implica un retorno directo de Hamas al control del enclave, pero sí requiere el apoyo de actores árabes para darle legitimidad y viabilidad. Egipto, Jordania y Qatar han mostrado disposición a respaldar el marco general, aunque piden garantías claras sobre el final de la ocupación israelí.
Abulgueit expresó su esperanza en que esta resolución sirva de impulso para reactivar un proceso político largamente paralizado. Para él, el núcleo del problema sigue siendo la permanencia de la ocupación israelí. El mensaje del secretario general enlaza con posiciones reiteradas por la Unión Europea, que desde 2009 defiende la necesidad de un Estado palestino viable y contiguo basado en las fronteras de 1967.
La administración estadounidense, bajo la presidencia de Trump, había limitado durante años las referencias explícitas a la solución de dos Estados. Sin embargo, la magnitud de la crisis en Gaza y las presiones de países aliados empujaron a Washington a admitir públicamente la necesidad de un horizonte político más claro. Analistas citados por el International Crisis Group señalan que, sin un proyecto político creíble, ninguna fuerza internacional podrá sostener una estabilidad duradera en el enclave.
La introducción del concepto de una vía hacia el Estado palestino llega en un momento particularmente delicado. Israel atraviesa una profunda crisis política interna, con divisiones en el Gobierno sobre la gestión del conflicto y las condiciones para una eventual retirada. El primer ministro enfrenta presiones de los partidos más conservadores, que rechazan cualquier referencia a la creación de un Estado palestino, lo que complica la aplicación práctica de la resolución.
A pesar de ello, varios países árabes ven en el texto una oportunidad. Para ellos, el reconocimiento de un compromiso internacional con la reconstrucción de Gaza puede convertirse en un ancla para exigir avances políticos concretos. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, que mantienen conversaciones discretas con Washington, han reiterado que cualquier normalización plena con Israel debe incluir pasos verificables hacia la solución de dos Estados.
De fondo, persiste una pregunta central: cómo articular la seguridad, la reconstrucción y el horizonte político en un territorio marcado por la devastación y sin una autoridad consensuada. La resolución del Consejo de Seguridad pretende responder a esa ecuación, aunque por ahora solo ofrece un marco general.
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