
“Estamos ante el inicio del fin.” Así resume Eric Weinstein el momento histórico que atraviesa la humanidad, en una entrevista publicada por The Diary Of A CEO.
Su diagnóstico es contundente: el orden global surgido tras la Segunda Guerra Mundial está en proceso de desintegración, mientras crecen amenazas existenciales vinculadas al avance de la tecnología, la manipulación de la información y una profunda crisis de sentido.
A lo largo de la conversación, Weinstein aborda desde la amenaza nuclear y la inteligencia artificial hasta la erosión de los valores sociales, impulsando una reflexión urgente sobre el futuro colectivo e individual.

Según Weinstein, la estabilidad internacional que caracterizó la segunda mitad del siglo XX se terminó. Sostiene que la aparente calma de las últimas décadas fue una “burbuja artificial”, mantenida por el equilibrio posterior a la Segunda Guerra Mundial y pensada para evitar el uso de tecnologías devastadoras como las armas nucleares y la manipulación genética.
El matemático percibe en los conflictos recientes en Medio Oriente, la guerra en Ucrania y la proliferación de armas nucleares en países como Rusia, China, Israel, Pakistán, India, Irán y Corea del Norte los síntomas de un mundo cada vez más inestable. “Estamos viendo la desintegración de la OTAN, el resurgimiento de tensiones entre potencias y la incapacidad de las nuevas generaciones para mantener los sistemas heredados”, explica.
Para Weinstein, la percepción de seguridad predominante en Occidente es ilusoria: “La era de la estasis, donde muy poco ocurría durante largos periodos, ha terminado”.
Recuerda que la humanidad fue testigo del uso de armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, pero advierte que la amenaza de una guerra nuclear a gran escala persiste. “Vivimos en un planeta con una sola atmósfera, y hay nueve o diez personas en el mundo que podrían decidir, en cualquier momento, acabar con todos nosotros”, remarca. Considera que la sociedad no interiorizó la magnitud de este peligro.

Weinstein dedica especial atención a los riesgos asociados con el avance científico y tecnológico. “La ciencia es demasiado poderosa y está siendo controlada“, sostiene. Recuerda que, en apenas seis meses entre 1952 y 1953, la humanidad accedió a dos de los mayores poderes jamás conocidos: la fusión del hidrógeno (base de la bomba H) y la comprensión de la estructura del ADN. “De repente, teníamos acceso a las dos palancas más poderosas que la humanidad haya tenido jamás”, afirma.
El desarrollo de la inteligencia artificial y la biotecnología son ejemplos actuales de cómo la ciencia puede alterar el equilibrio global. Cita la pandemia de Covid-19, en la que una pequeña secuencia de aminoácidos bastó para paralizar el planeta durante años. “Eso muestra el poder de la biotecnología”, señala.
Respecto a la inteligencia artificial, destaca el impacto del artículo “Attention is All You Need” (2017) y el avance de sistemas como AlphaFold, capaces de predecir la estructura de proteínas. A su criterio, la automatización de tareas y la transformación de sectores como la medicina y el derecho marcan el inicio de una revolución que deja a millones de personas sin un propósito claro.
Weinstein también denuncia restricciones legales y secretismo en torno a la física teórica, sobre todo en Estados Unidos. “Los físicos no tienen libertad de expresión plena; existe una doctrina que prohíbe divulgar ciertos avances por motivos de seguridad nacional”, sostiene. Según él, este clima de opacidad frenó el progreso y generó desconfianza hacia los científicos.

Uno de los puntos más controvertidos es su visión sobre la manipulación de la ciencia y la información por redes de poder e inteligencia. “Vivimos en una realidad gestionada, una especie de show de Truman colectivo”, sostiene. Denuncia la existencia de programas secretos, campañas de desinformación y mecanismos diseñados para desacreditar a quienes desafían los discursos oficiales.
En este marco, menciona a Jeffrey Epstein, a quien describe como “un constructo vinculado a la inteligencia”. Sostiene que Epstein no era un simple financiero, sino una figura utilizada para influir y vigilar a científicos de alto nivel. “Sabía demasiado sobre mi trabajo científico y estaba conectado con mi programa de posgrado en Harvard”, relata, y asegura que la historia oficial sobre Epstein es una “cortina de humo”.
El matemático también critica el sistema de revisión por pares y denuncia la existencia de “programas de acceso especial no reconocidos” en los ámbitos de defensa e investigación. Señala que hablar de estos temas implica el riesgo de destrucción personal y profesional. A su juicio, la falta de transparencia y la persecución de científicos críticos debilitan la capacidad de la sociedad para enfrentar los desafíos tecnológicos y existenciales.

Más allá de la geopolítica y la tecnología, Weinstein identifica una crisis profunda de sentido en la sociedad actual. Lamenta la creciente tendencia a la individualización y la ruptura de vínculos con la familia, la religión y la comunidad. “Cada vez menos personas tienen hijos o desean tenerlos. La familia es todo, y estamos perdiendo esa conexión”, afirma.
Aunque se declara ateo, defiende la importancia social de la religión y las tradiciones como factores de protección y guía. “No creo que estemos hechos para vivir sin religión; necesitamos algo trascendente que nos oriente”, asegura. Reflexiona también sobre el legado: “Es triste que nadie se preocupe por su legado porque no ven un futuro”. Considera fundamental recuperar el sentido de propósito y la responsabilidad hacia las siguientes generaciones.
Frente a este panorama, Weinstein insta a recuperar el sentido, la curiosidad y la búsqueda de trascendencia. Reivindica la importancia de la familia, la belleza, la música y la exploración intelectual. Recomienda no dejarse atrapar por la obsesión por el éxito, soñar en grande y querer dejar una huella permanente.
Anima a involucrarse en la vida pública y a no sucumbir al cinismo o la indiferencia. Según Weinstein, la humanidad está ante una encrucijada: puede reaccionar para evitar el desastre, o dejarse arrastrar hacia el colapso. “La era de la estabilidad ha terminado; debemos recuperar el sentido y la responsabilidad”, enfatiza.

Durante la entrevista, Weinstein comparte experiencias personales, como sus vínculos con Jeffrey Epstein en el entorno académico de Harvard, la preocupación por la transparencia en la ciencia y la búsqueda de sentido en lo cotidiano: la familia, la naturaleza, la música y la gastronomía.
Sobre figuras públicas, manifiesta admiración por Elon Musk, a quien considera “el espíritu americano”, aunque objeta su falta de interés por la ciencia fundamental. De Donald Trump, destaca su intuición para la negociación y su capacidad para desconcertar a sus opositores, pero critica la gestión política actual tanto en Estados Unidos como en Reino Unido.
The Diary Of A CEO traza una mirada provocadora sobre los desafíos presentes y futuros. Las advertencias de Eric Weinstein van más allá del pesimismo: son un llamado a la reflexión, la acción y la recuperación del sentido en un mundo cada vez más incierto. El desafío es no perder lo esencial antes de que sea demasiado tarde.