
Julia Margaret Flesher comenzó su carrera en el mundo de la moda en la década del ochenta, trabajando en el taller del diseñador Adolfo en Nueva York. Nacida en Iowa y criada en Arkansas, creció en el seno de una familia de clase media que pasó del negocio de los muebles a la venta de ropa.
Luego, Julia se instaló en Manhattan sin contactos ni apellido influyente, pero con la convicción de quien busca algo más que sobrevivir. Según Forbes, fue asistente personal del diseñador que vestía a Nancy Reagan, la Primera Dama de Estados Unidos. Aquella cercanía con el poder, entonces indirecta, fue un anticipo sutil del lugar que ocuparía años después.
Según Mirror Review, en 1991, alguien la emparejó en una cita a ciegas con el exitoso empresario David Koch, 22 años mayor. Fue un desastre, según diría ella misma en el futuro. “Me alegra haberlo conocido porque así supe que no quería volver a verlo”, contó, con sarcasmo. Pero seis meses más tarde, sus caminos se cruzaron de nuevo en una fiesta.
Y esta vez sí hubo chispa. Comenzaron a salir y se casaron en 1996 en Southampton, en la mansión de los Koch. A partir de entonces, la joven se convirtió en el rostro femenino del imperio Koch.

Según New York Times, compartieron residencias espectaculares: primero un departamento en el 1040 de la Quinta Avenida, luego un dúplex de 18 habitaciones en el 740 de Park Avenue, y más tarde un caserón de ocho dormitorios en el corazón de Manhattan.
Koch Industries, el conglomerado fundado por el padre de David, Fred Koch, se convirtió en una maquinaria omnipresente en la economía estadounidense. Con base en Kansas, abarca desde refinerías de petróleo hasta empresas de cloud computing.

Tras el fallecimiento de David en 2019, víctima de un cáncer de próstata que había sido diagnosticado 27 años antes, Julia y sus tres hijos heredaron el 42% de la compañía.
La fortuna de Julia Koch asciende a 56.000 millones de dólares, de acuerdo con la revista Forbes en su edición de 2025. La coloca como la tercera mujer más rica del mundo, solo detrás de Françoise Bettencourt y Alice Walton, y también entre las 20 personas más acaudaladas del planeta.
Su ascenso patrimonial ha estado en parte ligado al aumento del precio del petróleo, ya que las actividades de Koch Industries están profundamente arraigadas en los combustibles fósiles.
Según Mirror Review, más allá de los negocios, su figura se consolidó en el circuito cultural y social de Nueva York. Fue coanfitriona de la Met Gala en 1997, junto a Anna Wintour, y desde entonces se convirtió en presencia constante de museos, teatros y centros de investigación.
Participa de los consejos directivos del Metropolitan Museum of Art, del Memorial Sloan Kettering Cancer Center y de la propia Koch Inc., donde ejerce un rol estratégico.

En 2022, protagonizó la mayor operación en Manhattan: compró dos apartamentos al fundador de Microsoft, Paul Allen, por cerca de 100 millones de dólares. También adquirió una mansión de estilo Tudor en los Hamptons por 75 millones, muy cerca de la casa familiar llamada El Sarmiento, por cuya restauración recibió el prestigioso Ballinger Award.
Sus tres hijos, David Jr., Mary Julia y John Mark, forman parte, como ella, del grupo de siete propietarios principales de Koch Industries, junto al hermano de David, Charles Koch, y a los herederos de J. Howard Marshall, otro de los fundadores. Sin embargo, el poder no se ejerce solo desde los balances financieros.
En febrero de 2024, su Fundación Familiar donó 75 millones de dólares al centro ambulatorio de NYU Langone en West Palm Beach. Antes ya había desembolsado 10 millones para el Mount Sinai Medical Centre y la misma cantidad para el Stanford Children’s Hospital, focalizándose en investigaciones sobre alergias alimentarias.
Además, como presidenta de la David H. Koch Foundation, ha supervisado más de 200 millones de dólares en subvenciones dirigidas a salud, educación y política pública.
“No amigos, no enemigos, solo extraños con recuerdos compartidos”, escribió alguna vez, dejando entrever su filosofía sobre los vínculos y la privacidad. Esa distancia cultivada, esa forma de blindaje elegante, también forma parte de su poder.
En junio de 2024, Julia y sus tres hijos realizaron una jugada inesperada: compraron el 15% de BSE Global, la empresa que controla a los equipos Brooklyn Nets (NBA) y New York Liberty (WNBA), por casi 700 millones de dólares.
Ella es una de las personas más poderosas del mundo y con una inteligencia superior, que la ayudó a poder supervisar muchas empresas a nivel general, gracias a su sentido crítico y la importancia del trabajo en equipo.