
Pese a que su sabor es parte entrañable de la repostería tradicional, poco se sabe sobre las propiedades que el membrillo puede ofrecer en su versión fresca.
Más allá del dulce de membrillo que suele aparecer en meriendas y postres, esta fruta de apariencia tosca y textura firme contiene compuestos bioactivos que resultan especialmente beneficiosos para el sistema digestivo.
Comerlo fresco, aunque menos habitual, puede marcar la diferencia para quienes enfrentan problemas gastrointestinales, metabólicos o buscan mejorar su salud con opciones naturales.

Numerosos estudios, entre ellos varios publicados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), documentaron los efectos antioxidantes, antibacterianos, antifúngicos, antiinflamatorios, diuréticos e hipoglucemiantes del membrillo. A estos se suma un listado cada vez más amplio de propiedades vinculadas directamente con su contenido en pectina, mucílagos, taninos y otros compuestos funcionales que se concentran especialmente cuando la fruta se consume cruda o mínimamente cocida.
Desde el punto de vista digestivo, destaca por su capacidad para regular el tránsito intestinal, combatir la diarrea, aliviar el estreñimiento y proteger la mucosa gástrica. Pero su impacto va más allá del estómago: influye positivamente en el metabolismo de la glucosa, ayuda a reducir el colesterol LDL y aporta un refuerzo natural al sistema inmunológico gracias a su contenido de vitamina C y antioxidantes como flavonoides y compuestos fenólicos.
El membrillo también mostró eficacia clínica en cuadros de reflujo gastroesofágico, como lo evidenció un estudio del NIH con niños y otro con mujeres embarazadas, donde el jarabe de membrillo tuvo resultados comparables a los tratamientos convencionales. Además, investigaciones del equipo de la doctora Shohreh Mohebbi, de la Universidad de Ciencias Médicas de Zanjan (Irán), probaron sus efectos positivos en ratas diabéticas, al reducir triglicéridos, colesterol LDL y proteger funciones hepáticas y renales.

De acuerdo con la Base de Datos Española de Composición de Alimentos (BEDCA), el membrillo contiene por cada 100 gramos:
- Energía: 29 kcal
- Agua: más del 84 %
- Fibra: 6,4 g
- Hidratos de carbono: 6,3 g
- Proteínas: 0,3 g
- Grasa: 0,23 g
- Calcio: 14 mcg
- Fósforo: 19 mcg
- Magnesio: 6 mg
- Potasio: 200 mg
- Vitamina C: 15 mcg
Aunque no destaca por su densidad vitamínica, el equilibrio entre bajo contenido calórico, buena proporción de fibra soluble y presencia de antioxidantes lo convierte en un alimento funcional con múltiples aplicaciones preventivas.

El tradicional dulce de membrillo conserva parte de la fibra original, sin embargo, su efecto positivo puede verse limitado por la alta concentración de azúcares agregados.
Según los especialistas, estas preparaciones, si bien pueden ser una forma accesible de incorporar la fruta, deben ser consumidas con moderación, especialmente por personas con síndrome de colon irritable, diabetes o sobrepeso. Las versiones industriales pueden superar las 300 kcal cada 100 gramos, frente a las 57 kcal del membrillo fresco.
En el caso específico del colon irritable, el alto contenido de pectina y mucílagos sí podría beneficiar la regulación intestinal, pero el azúcar añadido podría generar efectos contraproducentes como hinchazón o fermentación, por lo que es preferible optar por preparaciones caseras con menor dulzor o consumir la fruta cocida en compota sin azúcar.

Los efectos del membrillo sobre la gastritis y otras afecciones gástricas se explican por su capacidad de proteger la mucosa digestiva. Como indicó la doctora Cecilia Sanz García, del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, de España, la presencia de mucílagos, que captan agua y forman una capa protectora, y de taninos, con propiedades astringentes y antieméticas, le otorgan un rol activo frente a estados de hipersecreción ácida y cuadros irritativos. Estas cualidades lo convierten en un alimento seguro y beneficioso para personas con estómago sensible o inflamaciones crónicas del aparato digestivo.

Por su textura dura y sabor amargo, el membrillo rara vez se consume crudo. Sin embargo, cocerlo u hornearlo ligeramente, sin añadir grandes cantidades de azúcar, permite aprovechar sus beneficios sin perder sus propiedades funcionales. La dietista-nutricionista Patricia Ortega recomienda conservarlo una vez recolectado, envolviéndolo individualmente y almacenándolo en la heladera o congelador. También sugiere prepararlo en jaleas o mermeladas caseras, incluirlo en platos salados —como guarnición de carnes o en ensaladas—, o maridarlo con queso, una combinación popular y nutricionalmente equilibrada.
Por su alta concentración de pectina, el membrillo proporciona una consistencia natural a jaleas, gelatinas y pastas de frutas sin necesidad de añadir otros espesantes. Además, estudios del Journal of Food Processing & Technology demostraron que muchas de sus propiedades se conservan e incluso se potencian al procesarlo en productos como yogures y bebidas fermentadas.