
Según la Real Academia Española (RAE), la extroversión es la condición de la persona que se distingue por su inclinación hacia el mundo exterior, por la facilidad para las relaciones sociales y por su carácter abierto.
En ese sentido, un estudio científico analizó que esta característica no sería únicamente una cuestión de madurez o experiencia vital, sino el resultado de aprender a manejar el estrés.
El trabajo fue dirigido por la Michigan State University, que durante 18 años acompañó a más de 2.000 individuos para analizar cómo la gestión diaria de eventos estresantes influye en la personalidad.
Los resultados, publicados en la revista Psychology and Aging, mostraron que quienes aprenden a regular sus emociones y desafíos cotidianos tienden a ser más extrovertidos, agradables y abiertos a nuevas experiencias.

En el trabajo liderado por el profesor William Chopik se convocó a los participantes, a quienes se dio seguimiento desde la mediana edad hasta la adultez mayor.
Durante el proceso, los voluntarios completaron diarios personales en tres momentos distintos del estudio. Además, durante ocho días consecutivos, consignaron rasgos de personalidad, tipos de situaciones estresantes y experiencias emocionales.
El uso de análisis estadístico avanzados permitió identificar patrones claros entre la gestión del estrés y los cambios observados en la personalidad.

Para los autores, las personas que mejoraron su capacidad para manejar el estrés presentaron, con el tiempo, incrementos en extroversión, amabilidad y apertura a nuevas experiencias.
Por el contrario, quienes no desarrollaron estrategias de gestión adecuadas evolucionaron hacia la introversión y una menor apertura.
William Chopik, profesor asociado en la Michigan State University, remarcó la relevancia de estos descubrimientos: “A medida que te vuelves mejor manejando el estrés diario, también te vuelves más extrovertido, agradable y abierto a nuevas experiencias con el tiempo”.

Destacó que dichos cambios no son inmediatos, sino que se consolidan de forma paulatina, a medida que las personas perfeccionan estrategias para afrontar desafíos cotidianos.
“Este estudio tiene la capacidad de dar a las personas un poco de esperanza: si logran encontrar formas de regular sus emociones, eso podría acumularse y traducirse en cambios en su personalidad. Ser más extrovertido, agradable y abierto a nuevas experiencias se asocia con una mayor felicidad”, subrayó.
Para comprender la importancia de lidiar con el estrés, Infobae consultó a Alejandra Gómez, psicoanalista y psiquiatra de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

“Es importante evaluar en cada caso cuál es la situación angustiosa con la que lidia cada sujeto, cuál es su conflicto con ella y cuál es su historia con la misma. Me refiero tanto a hechos reales como a ideas conscientes o inconscientes que producen una sobrecarga angustiosa”, destacó Gómez.
La especialista recomendó identificar el propio estrés y expresarlo en un entorno terapéutico. Además, mencionó medidas para reducir sus efectos: asegurar un sueño adecuado en cantidad y calidad, mantener una alimentación equilibrada, realizar controles médicos periódicos, practicar actividad física, construir relaciones satisfactorias y reservar tiempo para ocio, descanso y creatividad.
“Trabajar y amar”, citó Gómez a Freud, como pilares básicos de la vida adulta.

Además, explicó que quienes logran hacer conscientes sus emociones y conflictos disponen de una mayor energía vital para abrirse a experiencias sociales y creativas.
Por su parte, Alejandra Doretti, psicoanalista y psiquiatra del Departamento de Niños y Adolescentes de la APA, en una conversación con Infobae, aportó una visión integral sobre el estrés.
Según Doretti, el estrés es un sistema de alarma presente en todos los animales, que permite prepararse para enfrentar amenazas. En el ser humano, conlleva cambios fisiológicos y emocionales mediados por hormonas.

Además, alertó que, aunque es una reacción normal y adaptativa, se vuelve perjudicial si se prolonga y cronifica, afectando la salud física y mental.
La especialista sostuvo que la manera de enfrentar dificultades depende, en gran medida, de la crianza y de los modelos adultos observados en la infancia.
“Muchas veces las situaciones se tornan estresantes porque creemos no tener los recursos para enfrentar los problemas y poder resolverlos, hemos crecido sin desarrollar una seguridad en nosotros mismos y nuestras capacidades para poder afrontar nuevos desafíos”, explicó.

Además, señaló los estilos de vida que perpetúan el estrés, como agendas saturadas de actividades y la presión por el rendimiento social, laboral o deportivo. En estos escenarios, las actividades dejan de ser placenteras y se perciben exclusivamente como obligaciones.
Sobre el papel de la educación emocional y la autopercepción en el desarrollo de una personalidad resiliente y abierta, Alejandra Gómez indicó que el mejor desarrollo emocional ocurre en un entorno familiar enriquecedor, donde se permite la expresión auténtica del propio ser.

Este tipo de ambiente fomenta la capacidad de lidiar con las emociones, y tanto el mundo interno como el externo, contribuyendo a la resiliencia y la creatividad frente a la adversidad.
Gómez destacó que una adecuada educación emocional posibilita tomar distancia y recuperarse cuando el entorno es hostil, así como mantener una actitud de esperanza ante las adversidades y saber retirarse a tiempo de situaciones angustiantes.
La autopercepción y la resiliencia se convierten, entonces, en herramientas fundamentales para enfrentar los retos diarios y evitar que el estrés se transforme en un obstáculo.