La encerraron y la indujeron a un coma con 17 años: la historia de la española internada en el Patronato de Protección a la Mujer

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Imagen de Mariona Roca enImagen de Mariona Roca en su juventud (DA Film Festival Barcelona)

Cincuenta años después de la muerte de Francisco Franco, las historias de mujeres encerradas bajo el Patronato de Protección a la Mujer, una institución franquista destinada a controlar y “reeducar” a jóvenes que no encajaban en la moral ultracatólica, comienzan a obtener reconocimiento público.

Una de esas voces es la de Mariona Roca Tort, cuya experiencia traumática, silenciada durante décadas, ha regresado a la esfera pública gracias a un documental impulsado por su hija, Marina Freixa.

Durante su infancia y juventud, Marina siempre percibió un halo de misterio en torno al pasado de su madre. Sabía que había vivido su adolescencia bajo la dictadura, pero desconocía hasta qué punto había marcado su vida.

Todo cambió en una cena familiar, cuando Mariona decidió romper su silencio y revelar la verdad. A los 17 años, sus padres denunciaron su conducta a las autoridades y la enviaron a un reformatorio del Patronato, donde sufrió aislamiento, trabajos forzados y tratamientos psiquiátricos que incluyeron electrochoques y un coma insulínico.

Los reformatorios del Patronato albergaban a chicas que el régimen consideraba “desviadas” o “peligrosas para la moral”, como podían ser jóvenes con novio, madres solteras, huérfanas, niñas víctimas de abusos o adolescentes que desafiaban las estrictas normas familiares.

Mariona pertenecía a una familia ultracatólica y conservadora, tal y como recoge la BBC. Era la mayor de nueve hermanos y tenía prohibido incluso llevar pantalones. Pero en 1968, al entrar en contacto con jóvenes universitarios, sindicalistas y activistas antifranquistas, descubrió un mundo nuevo. Participó en pequeñas acciones clandestinas y respiró el espíritu de rebeldía que agitaba a los estudiantes en plena oleada global de protestas.

Patronato de Protección a laPatronato de Protección a la Mujer (RTVE)

Sus padres vivieron aquel despertar político como un escándalo. Tras una noche en casa de una amiga, por miedo a ser arrestada tras la detención de una compañera, sus progenitores endurecieron aún más el control. Al final, Mariona escapó temporalmente con unos amigos a Menorca. Cuando regresó, fue detenida por la denuncia de sus padres y trasladada directamente a un convento del Patronato.

Allí, como recuerda, estaba prohibido hablar, preguntar o forjar amistades. Las internas dormían hacinadas, cosían durante horas bajo vigilancia y se sometían a constantes sermones destinados a inculcar arrepentimiento, cuenta Mariona. Las consideradas “rebeldes” eran vigiladas estrechamente y podían ser enviadas a otras instituciones en cualquier momento

Después de meses de encierro, Mariona intentó escapar durante un permiso navideño. Fue capturada y, según relata, drogada y devuelta por la fuerza al convento. Allí, consumida por el aislamiento, dejó de comer. Su delgadez extrema sirvió como argumento para enviarla a una clínica psiquiátrica.

Los médicos aplicaron dos electrochoques y después una “terapia de coma insulínico”, un procedimiento ya en desuso en otros países por su peligrosidad. Varias inyecciones diarias la llevaban a estados de inconsciencia profundos, de los que la despertaban obligándola a ingerir alimentos.

La confusión mental era tal que comenzó a dudar de su propia memoria. Ella misma sospecha que ese tratamiento dañó sus recuerdos, lo que la llevó a escribir un diario que hoy es un documento clave en su reconstrucción personal.

Aparcamientos, pisos y una herencia millonaria: el incalculable patrimonio de la familia Franco.

Para lograr el alta, le fijaron un peso mínimo. Cuando lo alcanzó, pudo volver a Barcelona, donde rehizo su vida lejos de sus padres y logró convertirse en directora de televisión. Sin embargo, la herida familiar nunca llegó a cerrarse del todo.

Décadas después, su hija Marina convirtió todo ese dolor en el documental Els Buits (“Los vacíos”), que ha ganado premios, ha sido nominado a los Goya y ha impulsado una oleada de relatos de mujeres que vivieron situaciones similares.

La presión social ha llevado al Ministerio de Memoria Democrática a anunciar que estudiará el caso de las supervivientes del Patronato para analizar posibles vías de reconocimiento. Para Marina, visibilizar lo ocurrido es una forma de reparación colectiva: “Intentamos decirles que esta historia no fue aislada. Fue sistemática”.

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