La localidad de Juan José Castelli, en la provincia de Chaco, se convirtió en noticia nacional por una operación que trascendió la rutina agrícola de la región. Walter Detzel, productor de sandías e integrante de una familia dedicada históricamente a este cultivo, exportó dos camiones cargados con 56 toneladas de sandías a Uruguay, un destino inexplorado por el rubro argentino desde hacía cuarenta y dos años.
Este envío a granel resultó posible gracias a la desregulación dispuesta en los últimos meses por el gobierno nacional. Detzel relató el desafío en un video publicado en su cuenta de Instagram, donde agradeció directamente al ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, por la eliminación de antiguas normativas aduaneras que trababan el circuito exportador. La repercusión en redes no tardó. El propio Ministerio de Desregulación republicó el contenido y Sturzenegger, protagonista de las reformas recientes, respondió públicamente al agradecimiento.
“Menos regulación, más exportación. Walter cultivó sandías toda su vida. Hoy, gracias a la desregulación, pudo llevar su trabajo más allá de nuestras fronteras. Celebramos que las barreras eliminadas se conviertan en oportunidades para los argentinos”, afirmó el Ministerio de Desregulación, al repostear el video.
Quienes se dedican al cultivo de sandía en el norte argentino conocen los vaivenes de la actividad y el impacto que tienen las reglas de comercio internacional sobre sus expectativas de crecimiento. Según Detzel, la carga de sandías que partió en dos camiones remolque representa solo el primer envío de una cadena que busca establecer lazos comerciales permanentes con países vecinos. Subrayó en declaraciones periodísticas que este hecho “empuja la parte productiva del Chaco, genera competencia, descongestiona el mercado interno y beneficia a los productores, que podrán recibir mejores precios”.
Las provincias del noreste, especialmente Chaco, Formosa y Salta, adoptan fechas tempranas de siembra gracias al clima. Esta ventaja permite acceder antes a los mercados nacionales y obtener mejores precios que los competidores de otras zonas. Las plantaciones en Castelli arrancan a fines de julio y, dependiendo de las condiciones climáticas, la cosecha comienza a principios de noviembre, con rendimientos estimados entre 25 y 30 toneladas por hectárea.
La cosecha de sandía en el norte chaqueño se adelantó para aprovechar la ventana de mejores precios en el inicio de la temporada
(Crédito: Freepik)En el video que rápidamente circuló entre productores y autoridades, Detzel contó el proceso y la gestión que debieron sostener durante meses para concretar la operación. Adelantó que busca a corto plazo enviar cargamentos similares a Paraguay y Chile, consolidando la apertura que consiguió con la eliminación de requisitos que estuvieron vigentes casi medio siglo. “Esto recién empieza. Queremos que sea el primero de muchos equipos más”, sintetizó Detzel tras la llegada de la primera carga a Montevideo.
El proceso de desregulación fue clave. Desde 1983, una normativa específica exigía que las sandías salieran de Argentina embolsadas o enrejilladas para exportación. Esta condición resultó motivo de quejas y frustraciones durante décadas. Muchos productores, entre ellos Detzel, señalaban que el embalaje daña la fruta y suma costos que no todos pueden sostener. Además, los mercados internacionales, a diferencia del argentino, suelen comprar la sandía a granel.
Según Detzel, la carga de sandías que partió en dos camiones remolque representa solo el primer envío de una cadena que busca establecer lazos comerciales permanentes con países vecinosLa historia personal de Detzel refleja la problemática. En 2018, cuando intentó enviar sandías a Paraguay por la cercanía geográfica y la demanda puntual de un comprador de Asunción, logró completar sólo cuatro envíos antes de que el quinto quedara retenido en Aduana. La mercadería sufrió las consecuencias de los requisitos locales y, según su testimonio, la falta de asistencia estatal provocó la pérdida de ese cliente internacional. Ese año la iniciativa exportadora se frenó.
El productor no se resignó y cuando Sturzenegger asumió en la cartera encargada de impulsar la desregulación del Estado, vio una oportunidad. En una aparición televisiva, el ministro invitó a los ciudadanos a enviar sus casos de trabas administrativas. Detzel tomó la propuesta y le escribió un mensaje describiendo la situación de la sandía chaqueña. La gestión tomó impulso y la cartera desactivó la obligatoriedad de embalar la fruta, un paso decisivo para la reactivación exportadora.
El impacto del envío se extiende más allá del caso personal. El norte de Argentina acumuló tradición productiva en sandía. Chaco, tiempo atrás, llegó a tener tres mil hectáreas dedicadas a este cultivo, aunque en los años recientes la superficie disminuyó a unas mil hectáreas, producto de las dificultades económicas y la variabilidad de precios. La demanda estacional del mercado interno argentino y la imposibilidad de exportar a granel complejizaron el escenario para los pequeños y medianos productores.
Para los agricultores, el cambio de reglas puede significar una recomposición de los márgenes y una oportunidad para recuperar hectáreas perdidas. El costo estimado de una hectárea de sandía ronda los 500 mil pesos. Cuando la cosecha es temprana y se logra vender el producto rápidamente, los ingresos brutos pueden alcanzar 9,5 millones de pesos por hectárea, tomando un precio de referencia de 350 pesos por kilo directo al productor.
hace 3 horas
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