En una gélida mañana a las afueras de la ciudad de Pittsburgh, Pénsilvania, una pequeña gata blanco y negro, debilitada por el hambre y una infección, se arrastró por una entrada cubierta de hielo hasta desplomarse sobre la nieve. Con apenas 1.8 kilos de peso y al borde de la hipotermia, la felina quedó inmóvil, congelándose lentamente frente a una vivienda suburbana.
La llamada de auxilio llegó a Carly Toth, coordinadora de gatos del refugio Pet Friends, mientras ayudaba a una colonia felina cercana. “Hay un gato congelado en McKeesport. ¿Puedes encontrar un lugar para llevarlo?”, le dijo su amiga, quien había descubierto a la gata en condiciones críticas. De acuerdo con El Espectador, Toth acudió de inmediato al lugar para trasladarla a la clínica veterinaria Barnes Lake.
A su llegada, la temperatura corporal de la gata era tan baja que no se registraba en el termómetro. Un equipo médico la recibió envuelta en una manta, y tras detectar un débil latido, comenzaron maniobras intensivas para intentar salvarla. El caso conmovió a los rescatistas. “Este fue el primer gato congelado con el que me he topado en los 10 años que llevo en el rescate”, señaló Toth al medio The Dodo.

Al llegar a la clínica veterinaria Barnes Lake, la pequeña fue recibida por Lizzie B., técnica veterinaria, quien la envolvió cuidadosamente en una manta y la entregó al equipo médico. Un débil latido bastó para iniciar maniobras urgentes, había que reanimarla, devolverle el calor y la consciencia. “Tenía muchísimo frío”, declaró Carly Toth. “Tardó tres horas en registrar su temperatura en el termómetro”, declaró.
Recostada sobre una almohadilla térmica y arropada con toallas tibias, la gata comenzó a reaccionar. Despertó lentamente, pero con señales claras de fortaleza. “En cuanto despertó, lo primero que hice fue preparar galletas”, contó Lizzie B. “Es tan resiliente. Y, no sé, la forma en que te mira, como si estuviera tan agradecida y tan feliz de estar aquí”.
El examen médico reveló que no estaba esterilizada ni vacunada, aunque sí tenía microchip. Al contactar al número registrado, el antiguo propietario decidió no hacerse cargo y la cedió al refugio. La gata llevaba más de un mes sobreviviendo en la calle, cerca de su antigua vivienda. Sus patas traseras presentaban heridas graves; una de ellas no pudo ser salvada y fue amputada.

Luego de cuatro intensas horas de tratamiento en la clínica veterinaria Barnes Lake, la gata fue dada de alta y pasó su primera noche con Carly Toth. Contra todo pronóstico, logró sobrevivir. A la mañana siguiente, Toth decidió llamarla Birthday (Cumpleaños, es español), en honor al nuevo comienzo que marcaba su recuperación.
Aunque aún enfrentaba una infección en sus patas y un evidente cuadro de desnutrición, Birthday no dejó de demostrar afecto. Su ronroneo constante y su actitud afectuosa conmovieron al personal médico. “Es muy amigable”, aseguró Toth. “Es un encanto”.
En cada visita al veterinario para el cambio de vendas, Birthday reforzaba un lazo especial con Lizzie B., la técnica que la asistió desde el primer momento. Con el paso de los días, ese vínculo se volvió irrenunciable.
El cariño mutuo fue imposible de ignorar. “Tiene algo especial. No puedo expresarlo con palabras”, añadió. “Fui una de las primeras enfermeras que la ayudaron cuando despertó. El otro día la estaba abrazando y pensé: ‘No puedo dejar que te vayas a ningún otro lado’. ¿Sabes a qué me refiero? Adoro a esta gata”.