
La depresión es uno de los trastornos mentales con mayor impacto global y muestra una diferencia entre sexos, tanto en prevalencia como en manifestaciones clínicas. Según la Organización Mundial de la Salud, “la depresión afecta más a la mujer que al hombre”.
Una investigación internacional reafirmó esta idea y planteó que la carga genética de riesgo es más alta en el sexo femenino. Este hallazgo surge de un estudio publicado en Nature Communications, donde equipos científicos de diversos países recurrieron al análisis de poblaciones europeas, estadounidenses y australianas.
La investigación separó los datos por sexo biológico y examinó la base genética. De esta manera, buscó aportar respuestas sobre por qué la depresión afecta de manera diferente a mujeres y hombres.
Según la Mayo Clinic, la depresión es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una sensación persistente de tristeza y pérdida de interés, que afecta la manera en que una persona siente, piensa y actúa. Conocida también como trastorno depresivo mayor o depresión clínica, esta condición puede provocar problemas emocionales y físicos que dificultan la realización de actividades cotidianas y afectan la calidad de vida.

Los síntomas típicos incluyen sentimientos de tristeza, vacío o desesperanza, irritabilidad, pérdida de placer en actividades habituales, alteraciones del sueño, fatiga, cambios en el apetito y peso, dificultades para concentrarse, pensamientos sobre la muerte o el suicidio y molestias físicas inexplicables como dolor de espalda o de cabeza. Enfatizan que la depresión no es una debilidad ni una condición de la que se pueda salir por voluntad propia, y suele requerir tratamiento a largo plazo con medicamentos, psicoterapia o una combinación de ambos.
La investigación identificó 16 variantes genéticas independientes asociadas a la depresión en mujeres y 8 en hombres. Una variante genética es una alteración o diferencia en la secuencia del ADN entre individuos, que puede influir en el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades.
El análisis detectó además un nuevo marcador genético en el cromosoma X vinculado exclusivamente a los varones, hallazgo que hasta el momento no tenía precedentes. El estudio precisa: “Nuestro análisis demostró una carga genética significativamente mayor en mujeres, que podría explicarse por variantes genéticas específicas del sexo femenino”.

Las diferencias también se extienden a la forma en que la depresión mayor se manifiesta clínicamente. De acuerdo con los autores, “las mujeres muestran una mayor prevalencia de depresión atípica e inmunometabólica, caracterizada por síntomas como aumento de peso, aumento del apetito e hipersomnia”. Los hombres, por el contrario, tienden a mostrar una mayor prevalencia de “ira, agresión, conductas de riesgo y consumo de sustancias, con tasas más altas de trastornos comórbidos por consumo de sustancias”, señala el estudio.
El trabajo describe que estos hallazgos respaldan la necesidad de estudiar la depresión desde una perspectiva diferenciada, ya que “existe una importante superposición genética entre mujeres y hombres, pero también una carga diferencial de riesgo genético en mujeres, posiblemente impulsada por variantes específicas de este grupo”.
El análisis incluyó cinco grandes cohortes internacionales: The Australian Genetics of Depression Study (Australia), BIONIC (Países Bajos), GLAD Study y UK Biobank (Reino Unido) y All Of Us (Estados Unidos). La muestra total se compuso de 130.471 mujeres y 64.805 hombres con diagnóstico de depresión mayor, junto a 159.521 mujeres y 132.185 hombres en el grupo control.
La definición de sexo se estableció por composición cromosómica (XX para mujeres y XY para hombres), tal como destaca el informe. La selección del diagnóstico de depresión se fundamentó principalmente en criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM).

Las técnicas utilizadas permitieron analizar el ADN de un gran número de personas para encontrar variantes asociadas a la depresión mayor, evaluando por separado los datos de mujeres y hombres. Además, se combinaron datos de varios estudios internacionales para aumentar la solidez de los resultados y se aplicaron herramientas estadísticas para evitar que las diferencias en la cantidad de participantes o en la proporción de casos de depresión entre los grupos afectaran las conclusiones.
Las variantes genéticas detectadas fueron validadas mediante cohortes de referencia, como Generation Scotland, aunque los autores advierten que el tamaño reducido de estas muestras de replicación limita la potencia estadística para confirmar los hallazgos iniciales. El estudio aplicó varias etapas para asegurar la confiabilidad de los resultados: revisó la calidad de los datos genéticos, descartó las variantes que aparecen muy poco en la población y utilizó herramientas avanzadas para analizar cómo pueden funcionar las regiones del ADN implicadas en la depresión mayor.
Los resultados muestran que una parte del exceso de prevalencia de la depresión mayor en mujeres podría vincularse a su configuración genética particular. El estudio considera que “estos resultados podrían fundamentar el desarrollo de nuevas terapias dirigidas a las vías biológicas dependientes del sexo, mejorando en última instancia la eficacia y los resultados del tratamiento”.

Las posibles aplicaciones clínicas de estos hallazgos incluyen la identificación de perfiles genéticos que permitan personalizar el abordaje de la depresión. El vínculo observado entre la condición y características metabólicas en mujeres sugiere que, en algunos casos, podría ser útil considerar tratamientos enfocados en factores metabólicos o inmunológicos. Además, las nuevas regiones genéticas detectadas abren la posibilidad de desarrollar terapias dirigidas a esos mecanismos biológicos.
La investigadora principal, Jodi T. Thomas, afirmó que estas diferencias genéticas “pueden ayudar a explicar por qué las mujeres con depresión experimentan con mayor frecuencia síntomas metabólicos, como cambios de peso o niveles de energía alterados”, según testimonios recogidos por The Guardian. Por su parte, Brittany L. Mitchell, coautora del estudio, declaró al mismo medio: “ya sabemos que las mujeres tienen el doble de probabilidades de sufrir depresión a lo largo de su vida que los hombres”.
El conjunto de datos generado y los métodos empleados solo incluyeron participantes de ascendencia europea, una limitación reconocida por los autores en el mismo estudio. Los especialistas señalan que futuras investigaciones deberán contemplar poblaciones más diversas y explorar en mayor detalle el papel de factores ambientales y sus interacciones con la genética.