Un hombre se desespera por el papeleo y la ineficacia de su notario (Montaje Infobae con imágenes de Canva)Pierre, un joven de treinta y un años, ha vivido durante semanas una situación desesperada. Tras un simple intento de renegociación de su hipoteca, se reveló un problema de origen en la compraventa: el certificado de eficiencia energética de su vivienda no era válido, dejando la operación en entredicho, según ha informado el medio francés Le Figaro.
El propietario esperaba aprovechar la caída de los tipos de interés y cambiar su préstamo inicial del 3,75% por uno al 2,8% ofrecido por su banco BoursoBank. “Me llamaron y me explicaron que había un gran problema con el certificado energético que se utilizó en la compra: no tenía número Ademe”, señala el afectado al diario galo. El número Ademe permite verificar la existencia y legalidad del certificado. Sin él, la transacción inmobiliaria se puede invalidar.
El director de marketing y comunicación de BoursoBank, Xavier Prin, explicó al medio la perspectiva de la entidad: “Cada vez que un cliente nos envía su expediente, el certificado energético del bien inmobiliario que quiere comprar o cuyo préstamo quiere renegociar se introduce automáticamente en la base de datos de Ademe, en la que están registrados todos los certificados. Así podemos verificar que existe realmente, que la dirección es la correcta y que la etiqueta energética es la que figura en el documento”, detalla.
El caso de Pierre ha destapado las grietas que existen en este tipo de procedimientos. El propietario relata a Le Figaro que “nadie se dio cuenta. Ni el técnico que hizo el diagnóstico, ni el agente inmobiliario que me entregó el certificado energético, ni mi notario, ni el del vendedor, que redactaron y verificaron la escritura de compraventa, ni el banco con el que firmé el primer crédito inmobiliario”. Ninguno identificó que faltaba el número Ademe, clave para la validez legal del certificado de eficiencia energética hasta que el BoursoBank lo detectó.
Cuando Pierre buscó solucionar el problema, se topó con el silencio de los profesionales implicados: “La empresa que emplea al técnico me pidió que enviara un correo electrónico. No recibí respuesta. Lo mismo con mi notario, que se hace el muerto”, declaró el afectado al medio francés, mostrando su frustración.
La falta del número Ademe implica que el certificado presentado no tiene valor, lo que teóricamente invalida la compraventa. Pierre finalmente decidió encargar un nuevo informe. Su piso mantuvo la calificación energética E, pero el consumo energético real era superior al declarado originalmente: “No tengo un consumo de 250 kWh por metro cuadrado y por año, sino de 280 kWh por metro cuadrado y por año”, comenta. Esto supone un sobrecoste de 350 euros anuales en calefacción y, a diez años vista, 3.500 euros.
Aunque el perjuicio es asumible, Pierre duda si acudir a la vía judicial: “El segundo certificado energético no está muy alejado del primero, por lo que el perjuicio no es enorme”, reconoce.
La presión sobre las entidades financieras para alinear sus carteras con la transición ecológica no deja de aumentar, a pesar de la retirada de numerosos bancos internacionales de la “Net Zero Banking Alliance” de las Naciones Unidas. Según Le Figaro, bancos franceses y europeos como Société Générale mantienen sus objetivos de neutralidad de emisiones en 2050 y restringen el acceso a financiación para inmuebles energéticamente deficientes, salvo que se realicen reformas profundas.
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