La CELAC, un “fracaso” al que no asistió Maduro por miedo a ser capturado

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El dictador venezolano, fiel a su narrativa de paranoia conspirativa, eludió su asistencia a este evento por supuestas amenazas a su seguridad, que habrían sido “conversadas” con el gobierno de la hondureña Xiomara Castro, uno de los pocos gobernantes en darle tratamiento de presidente al funcionario chavista tras el robo electoral que protagonizó en su país el 28 de julio de 2024.

Maduro, que no confirmó en ningún momento su asistencia a la cumbre, había denunciado el lunes de una supuesta operación en contra de su régimen achacada a Guyana, EEUU y a la líder opositora venezolana María Corina Machado, en medio de la tensión con el país vecino, con el que se disputa el territorio Esequibo, una región rica en minerales y recursos naturales.

“Maduro no se arriesga a tomar un vuelo que vaya a Honduras porque la orden de captura está vigente y puede ser capturado”, sostiene Carlos Sánchez Berzaín, director ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy, con sede en Miami, en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS.

Posible detención

La ausencia de Maduro en la CELAC sería una muestra de las complicaciones que enfrenta para viajar al extranjero, luego de que a inicios de enero EEUU elevara a 25 millones la recompensa por su cabeza, una cifra que sólo había sido utilizada para capturar a terroristas como el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, responsable de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

EEUU equipara a Maduro y a su número dos, Diosdado Cabello, identificados como líderes del Cártel de los Soles, una organización de crimen organizado ligada a las Fuerzas Armadas venezolanas, por su vinculación con el narcoterrorismo, el tráfico de drogas “como arma” contra EEUU y la distribución de armamento militar a grupos irregulares, entre otros.

Aunque considera que las acusaciones de Maduro son una “coartada” para “llamar la atención y tensionar el ambiente con Guyana”, Sánchez Berzaín no descarta que el dictador haya creado esta “falsa narrativa” para excusar su falta al evento socialista.

La dictadura de Venezuela está luchando contra el tiempo. Su tiempo se está acabando y eso es lo que lo que genera esas actitudes”, señala.

Agrega, además, que no ve que Honduras, un país al que cataloga de “paradictatorial” -como identifica a los gobiernos democráticos que respaldan a las dictaduras-, “tenga el valor de desafiar hoy día a EEUU”.

Estima que la presidenta hondureña está tratando de “reponer” la tensión que ocasionó cuando rompió a finales de agosto pasado el tratado de extradición entre ambas naciones, que data de 1912, en medio de las “muy precarias condiciones de estabilidad democrática” que presenta de cara las elecciones generales del 30 de noviembre.

CELAC, la sigla de las dictaduras

Para el exministro boliviano, residenciado en Miami, la reunión de la CELAC tampoco “favorece” al gobierno de Xiomara Castro, envuelto en un “narcoescándalo”, que obligó a la renuncia de familiares que integraban su gabinete a inicios de septiembre de 2024.

Asegura que la alianza regional, creada en 2010 y constituida definitivamente en 2011, fue una “operación” promovida por el entonces presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013), con “base al poder económico” y “al control de casi toda Latinoamérica” que ostentaba en ese entonces, con el objetivo de reemplazar a la Organización de Estados Americanos (OEA).

“Eso ha llevado a este organismo a un rotundo fracaso. La CELAC no existe, prácticamente. La CELAC es una sigla de las dictaduras del socialismo del siglo XXI nada más”, resalta Sánchez Berzaín.

A su juicio, las dictaduras socialistas utilizan este organismo para “darse cobertura internacional”. Agrega, por ejemplo, que la CELAC no cuenta con una secretaría permanente ni con ningún organismo en funcionamiento. Sorprendentemente, Maduro propuso, durante su intervención telemática a la cumbre, la constitución de una secretaría general en aras de “reinventar” a CELAC y “construir su institucionalidad”.

“Conspirativo y antidemocrático”

La cumbre de la CELAC terminó con duras críticas a las deportaciones masivas de EEUU y a los aranceles impuestos por el presidente Trump al mundo, mientras que aboga por la integración regional, ahora con Gustavo Petro, presidente de Colombia, al frente de la presidencia temporal del organismo por los próximos dos años.

Para Sánchez Berzaín esta reunión de “carácter conspirativo y antidemocrático”, a la cual sólo asisten países dictatoriales y paradictatoriales, sólo emite declaraciones “sin ninguna importancia”.

Destaca que el organismo ha ido perdiendo influencia en la región debido al giro democrático que se ha dado en diversos países de Latinoamérica y al fin de las “prebendas” provenientes del petróleo venezolano con la que pagaban estos encuentros “castrochavistas”.

Una muestra de ello es que la cumbre sólo contó con la presencia de 11 de sus 33 mandatarios. Entre ellos, los presidentes Petro, de Colombia; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Claudia Sheinbaum, de México; Luis Arce, de Bolivia; Bernardo Arévalo, de Guatemala; Yamandú Orsi, de Uruguay; Leslie Voltaire, de Haití; Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas; Mark Phillips, primer ministro de Guyana. Además del dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, quien fue recibido por el expresidente José Manuel Zelaya.

A su juicio, esto constata que la CELAC “no tiene ninguna importancia” y es un “fracaso rotundo del crimen organizado que trata de disfrazar sus delitos de política”, como lo han hecho desde Chávez, “sobornando voluntades” con el petróleo “saqueado a los venezolanos” para “proteger los narcoestados formados en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, y difundir el crimen organizado”.

“Deben estar muy preocupados por el ataque que hay en la región al Tren de Aragua y a otros grupos criminales. Tienen que estar muy preocupados por la recuperación de la lucha contra el narcotráfico a nivel interamericano”, sostiene Sánchez Berzaín.

Subraya que al ser CELAC “una organización de lo que son los grupos criminales que detentan el poder en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua”, servirá para “identificar a los enemigos de la democracia”, en el marco de la nueva política exterior de EEUU, que “señala con claridad a los Estados que operan instrumentos criminales, como el narcotráfico, el tráfico de personas y la migración forzada”.

María Cristina Hérnandez

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