La brutal amenaza de China a México es un mensaje para Perú, Chile y Brasil

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El régimen de Xi JinpingEl régimen de Xi Jinping aumentó su influencia en América Latina (Alexander Kryazhev/Agencia anfitriona RIA Novosti/Distribuido vía REUTERS)

China se quitó la máscara. Se puso su traje imperial de superpotencia y le golpeó la mesa a México. No hubo diplomacia. No hubo lenguaje entre líneas. No. “Piensen dos veces antes de subir cualquier arancel a nuestros productos” señaló el gobierno rojo.

La decisión de México. La nación Azteca anunció esta semana que impondría aranceles a 1,400 productos provenientes de China, India, Turquía y otros países. La medida busca proteger sus industrias, aumentar el consumo y preservar 325 mil empleos.

China imperial no acepta condiciones de nadie. Durante la Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en Beijing este año, China habló de igualdad e inclusión, pero a México le recetó tutelaje y coerción.

No somos iguales. El discursito de socios complementarios y solidarios que vende Xi Jinping a Latinoamérica es una farsa. En la práctica actúan con amenazas, presiones y violación a la soberanía. Lo han hecho en países pobres de África y ahora lo repiten con México, una de las 15 economías más grandes del planeta.

Lo que pasa en México es una campanada de alerta para Perú, Chile y Brasil. Estos tres países están embriagados con las fabulas comunistas. Les han vendido el cuento que comerciar con el dragón asiático los hace parte de un modelo próspero, inclusivo y democrático. Cuando en realidad los somete a sus reglas, monopolios y dependencia extrema como en el caso de Chile.

Los discursos y las mentiras. Xi Jinping prometió poner fin a “la intimidación y a la hegemonía” de Occidente, pero en la práctica lo único que persiguen es un cambio de mando. Sin valores ni principios democráticos. Sin derechos humanos.

China en Ecuador. Aquí han implementado el modelo de deuda trampa, la no supervisión de proyectos y el asalto a recursos naturales soberanos. La hidroeléctrica Coca Codo Sinclair es un modelo del autoritarismo y fiasco de los proyectos de China.

En Panamá, Estados Unidos ha decidido poner fin a la hegemonía de la potencia asiática. China ha querido manipular y chantajear la actividad portuaria mediante las firmas que operan en el país. No quieren revisiones ni auditorías y amenazan con retrasos en inversiones, acceso a mercados y financiamientos a proyectos. Esa es la solidaridad comunista.

Juan Ramón de la FuenteJuan Ramón de la Fuente se reúne con Chen Daojiang, embajador de China en México. (Foto: @SRE_mx)

Beijing ha sido cuestionada por prácticas similares a la esclavitud moderna, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Según organizaciones internacionales como End Slavery Now, la represión y los abusos contra los derechos humanos representan un gran desafío.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha criticado el llamado capitalismo salvaje y las injusticias sociales. Sin embargo, Brasil y China ahora están siendo cuestionados por negocios similares a la esclavitud moderna en una fábrica de automóviles.

En Perú, China ha buscado tener siempre la preminencia, control y trato especial sobre proyectos de infraestructura y minería. El irrespeto a la soberanía, el chantaje y la no supervisión de proyectos son el pan nuestro de cada día. Una colonia del imperio comunista.

En Nicaragua, el país, gobernado por la dictadura de Daniel Ortega y su esposa, China ha devastado recursos naturales, contaminado ríos, destruido bosques, invadido comunidades indígenas y extinguido ricos ecosistemas.

El dragón asiático lo arrasa todo. Ninguna autoridad local está autorizada a inspeccionar, interferir ni sancionar a las empresas comunistas del país. Son intocables. En 2024, el sector minero generó 1.391 millones de dólares para la dictadura nicaragüense.

La última amenaza de China a México es una muestra de autoritarismo, humillación e imperialismo puro y duro. Beijing no tiene amigos, solo peones geopolíticos y comerciales. Creer que todos somos iguales para el país comunista es creer un cuento chino.

*El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK). Es exalumno del Seminario de Seguridad y Defensa del National Defense University y el curso de Liderazgo de Harvard.

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