Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone marcaron un antes y un después en el cine de acción durante los años 80 y 90. La rivalidad entre ambos trascendió la simple taquilla, disputando títulos, contratos y hasta la imagen más impactante ante el público y los medios, según Espinof.
Con cada estreno crecían los rumores, bromas cruzadas y desafíos físicos en sets y entrevistas. La cultura popular los convirtió en rivales legendarios, íconos cuya confrontación parecía no tener límites, siempre bajo la mirada del público internacional.
Esta tensa relación dio pie a una de las anécdotas más singulares de Hollywood: el modo en que el austríaco engañó a Stallone para que protagonizara una de las películas menos apreciadas de la filmografía de ambos, dejando una huella duradera en la industria.

El episodio crucial se centró en Para o mi Mamá Dispara, una comedia de acción de 1992, con Stallone y Estelle Getty como protagonistas. La trama colocaba a un policía rudo junto a una madre sobreprotectora, generando enredos cómicos y situaciones absurdas. La película no cumplió expectativas y fue considerada un fracaso por la crítica y el público, representando un traspié notorio en la carrera de Stallone.
La historia detrás del rodaje resultó tan memorable como el propio filme. Según detalló Schwarzenegger, al recibir el guion lo descartó de inmediato, por considerarlo flojo. Sin embargo, cuando Stallone lo contactó para averiguar si estaba vinculado al proyecto, Schwarzenegger fingió entusiasmo y aseguró que lo estaba evaluando.
El rival cayó en la trampa y aceptó el papel. El resultado fue un filme que quedó entre los menos celebrados del género, mientras la anécdota crecía fuera de los sets y se convertía en leyenda de la cultura pop.

Arnold Schwarzenegger contó varias veces la historia con humor en programas y entrevistas, asumiendo el engaño con picardía. Stallone, por su parte, admitió lo ocurrido en tono irónico, asegurando que la experiencia dejó “una cicatriz horrible, aunque quizá solo un poco”. Incluso bromeó con la idea de una secuela inexistente: “¡Alto! O tu abuela te pateará el trasero”, como revancha amistosa, sumando otro guiño a los seguidores.
El paso de los años suavizó la vieja rivalidad. Ambos actores mostraron señales públicas de camaradería y colaboración, compartiendo escenarios, proyectos y hasta bromas en redes sociales. Hoy, la imagen de enemistad se transformó en complicidad y humor compartido, y la vieja anécdota del engaño revive en cada encuentro entre los dos íconos del cine.
El episodio quedó como parte del folclore cinematográfico y del repertorio de historias que los fanáticos comparten sobre el cine de acción. Refleja tanto el espíritu competitivo como la capacidad de reírse de los propios errores y fracasos, una lección de humildad, longevidad y resiliencia en Hollywood.

Stallone reconoce el episodio como incómodo, pero lo asume como un hecho divertido y característico de aquella época. La anécdota simboliza el auge de estos dos actores, que convirtieron la competencia en mito y lograron reírse incluso de sus tropiezos.
Así, la mayor derrota profesional de Stallone se transformó en un capítulo imborrable y revelador de la historia del cine de acción, gracias a la astucia de Schwarzenegger y el espíritu deportivo de ambos.
Esta historia recuerda que hasta los grandes pueden equivocarse; casi todos los actores consagrados tienen una película olvidable en su haber, y en algunos casos, como en éste, el error hasta puede convertirse en leyenda. El público, por su parte, supo apreciar la sinceridad y el buen humor con que ambos actores relataron esta curiosa anécdota, sumando aun más admiradores.