Israel-Irán: ¿Por qué ahora? ¿Qué viene después?

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Columnas de humo tras elColumnas de humo tras el ataque con misiles de Irán contra Israel, en Tel Aviv (REUTERS/Gideon Markowicz)

Proveniente de la Biblia, fue el nombre recibido por el ataque a Irán, cuyo propósito fue evitar que tuviera una bomba atómica, operación que fue calificada de “ofensiva, preventiva, precisa y combinada”. Y en caso de ser detonada, la bomba hubiese matado tantos judíos como palestinos, si se suman los que viven también en los territorios ocupados.

Claus von Clausewitz definió a la guerra como “la continuación de la política por otros medios” en el siglo XIX, y aunque razón siempre tuvo, Israel pocas veces le ha hecho caso, ya que, aunque no ha iniciado ninguna de sus guerras y las ha ganado todas, fracasa en obtener la paz, además de perder en narrativa e imagen, precisamente por la falta de un plan político para el día después, como lo ilustra lo que ha pasado en la guerra de Gaza, donde por raro que parezca, a falta de aquel, el único que existe, es el propuesto por Trump.

Sin embargo, para este ataque se le prestó mucha atención al contexto político, y esperaron por lo que se llamó una “ventana de oportunidad”, la que se dio cuando coincidieron un conjunto de prerrequisitos, primero, había consenso interno, segundo, existía apoyo de EEUU y aún más destacable, también de países árabes sunitas, quienes se alegraron del ataque, lo dijeran o no. Tercero, Irán estaba debilitado por la destrucción de su sistema de defensa aérea el año anterior, cuarto, proxis como Hamas y Hezbolá que habían atacado a Israel estaban muy debilitados en Gaza y El Líbano, tanto que Hezbolá no defendió ahora a Irán, además que Israel llegó a un acuerdo con Turquía para evitar choques en Siria. Quinto, había llegado el día donde la línea roja no debía ser cruzada, ya que había evidencia de cuán cerca estaba Irán de la bomba atómica, no dicho en documentos secretos, sino que por vez primera vez lo decía un Informe público del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU.

Es decir, Israel no tenía alternativa, ya que desde 1979 ha sido política oficial de la República Islámica su destrucción. Fue una operación notable de inteligencia, preparada desde hace años, la cual entró en tierra derecha en septiembre del año pasado, y ya en noviembre estuvo listo el primer borrador de la orden definitiva, para ejecución en abril, fecha en que Trump les pide no actuar y le da 60 días a los iraníes para aceptar, que se cumplieron en la primera semana de junio. El viernes 13, igual que el año anterior, los aviones israelíes lograron ingresar a Irán sin ningún problema y se fueron sin ninguna baja, sin que la fuerza aérea y las defensas de Irán derribaran a ninguno. Con un agregado, fue tal el nivel de penetración, que el Mossad pudo operar como si de una película se tratara, ya que además de dirigir los misiles a sus blancos, pudo armar los drones dentro de Irán, lo que permitió eliminar al alto mando militar y a los encargados del programa atómico, que en algunos casos fueron atacados en sus domicilios, lo que fue hecho con tal precisión, que las habitaciones vecinas no sufrieron daño alguno. De todas maneras, con ese nivel de éxito volvió la pregunta de cómo pudo haber tenido lugar el horrible fracaso de la invasión de Hamas, el 7 de octubre.

Escribo al día siguiente del ataque y los misiles vuelan en ambos sentidos causando destrucción, pero después de dos días, está claro que existen objetivos distintos, ya que para Israel lo que ha pasado solo habrá tenido sentido si se saca de encima y por un buen tiempo, la posibilidad que Irán esté armando su bomba atómica, mientras que para Teherán el propósito es variado, primero, sacarse de encima la sensación de humillación causando daños significativos, segundo, retrasar o impedir el acuerdo de paz entre Israel y Arabia Saudita, tercero, que Israel se vea obligado o sea obligado por la presión internacional a detener los ataques y en cuarto lugar, para los ayatolas, el propósito fundamental es sobrevivir en el poder.

Lo último quizás debiera figurar en primer lugar, ya que el control de Irán es el instrumento que permite la revolución islámica, y primero, predicar su versión chiita al resto del mundo como también tener una red de milicias y países que controla con la Guardia Revolucionaria en segundo lugar, y tercero, desde 1979 es la base que les permite diseminar su Yihad contra lo que representa Occidente, por quien hoy está también hoy combatiendo Israel, aunque una acobardada Europa lo critique. Por último, aunque Israel logre su objetivo con la bomba, cosa que con la información disponible hoy se ignora, de todas maneras, es difícil que colapse una tiranía de este tipo, como tampoco caen en otros países las dictaduras que pierden elecciones.

Las banderas iraníes ondean mientrasLas banderas iraníes ondean mientras el fuego y el humo se elevan tras un ataque israelí contra el depósito de petróleo de Sharan (Majid Asgaripour/WANA via REUTERS)

¿Se transformará en guerra regional? Hoy no lo es, como sí fue la invasión de Ucrania por los rusos, que se convirtió en la primera guerra global del siglo XXI, ya que inmediatamente repercutió en los mercados mundiales de combustibles y alimentos. El Medio Oriente no ha globalizado sus conflictos, salvo en el discurso, ya que al respecto no existe neutralidad y todos creen tener una opinión en Occidente, desde personas a gobiernos.

Al existir ataques mutuos que pueden durar semanas o meses, podríamos estar presenciando una escalada, pero todavía no aparece una guerra regional. Al respecto, se viene hablando de una guerra regional desde el ingreso de Israel a Gaza y recibir el ataque de los proxis, que ha obligado a combatir en nada menos que 7 frentes, Gaza, El Líbano, Yemen, Siria, Cisjordania, Irak y el propio Irán. También se dijo lo mismo cuando el año pasado, en abril y octubre se atacaron mutuamente Israel e Irán, y tampoco ocurrió. Ahora no hay evidencia que esté ocurriendo, a no ser que Teherán cometa el error de atacar a soldados y diplomáticos de EEUU o bombardee países árabes que hoy colaboran con Israel.

Aunque EEUU, a través de Marco Rubio señaló que no estuvo involucrado, no hay duda de que estuvo informado y colaboró por varias vías. Proporcionó inteligencia, tenía un portaaviones en la región, se comprometió a respaldar a países árabes que permitían el paso de aviones israelíes a través de sus territorios, puso en alerta a sus bases donde hay 40.000 soldados repartidos a través del Medio Oriente y ayudó a calcular la trayectoria de los misiles iraníes hacia Israel. Es esta la colaboración de EEUU como también imprescindible va a ser su ayuda, cuando empiecen, también en Europa, Canadá y Australia, las condenas públicas a Israel. En todo caso, no es novedad, ya que también fue criticado cuando eliminó programas atómicos de menor entidad. Lo hizo primero por vía aérea con el de Sadam Husein, segundo, con fuerzas especiales actuó en Siria cuando Corea del Norte se había unido a la familia al-Asad.

Hoy el apoyo es lo mencionado y nada más, ya que lo que le gusta a EEUU va por otro lado, toda vez que existe la ventaja que no se va a necesitar de soldados estadounidenses, ya que quienes visten otros uniformes no participan en las guerras de Israel, quien las pelea solo, con los suyos, lo que ni siquiera ocurre con el Reino Unido, como lo demuestran dos guerras mundiales.

Por lo anterior, es indudable que los muchos que subestiman las capacidades de Israel, insisten en exagerar la participación de la primera potencia mundial, sin darle suficiente crédito a la autonomía y poder logrado con escasa población en tan pequeño territorio, y donde la superioridad militar obtenida con mucho esfuerzo ha contribuido en darle seguridad y permanencia a los éxitos científicos y en desarrollo humano.

En el ataque a Irán, lo más importante resultó ser que hubo siempre una coincidencia de Israel con la Casa Blanca, de tal modo, que cuando Israel atacó inmediatamente después de vencido el plazo de 60 días, fue para mí una muestra que el plazo había sido convenido. Mi impresión es que Trump va a volver a ofrecer una negociación a Teherán, y ya algo dijo al respecto, asegurando que se vivía el día 61, que todavía estaba en la mesa tener un programa atómico pacífico, si aceptaban no procesar uranio en su territorio, pudiendo eso sí adquirirlo en el extranjero.

Donald Trump presiona para queDonald Trump presiona para que el régimen iraní se comprometa a negociar por su programa nuclear (REUTERS/Carlos Barria)

¿Por qué actúa así Donald Trump? Como paréntesis, mi impresión es que su oferta es coincidente con una trayectoria de vida donde contrario a lo que se dice, realmente no cree que las soluciones provenientes de EEUU se deban imponer por la vía militar, un Trump que con los aranceles ha cambiado parámetros económicos, pero no lo ha logrado en lo geopolítico. Además, estoy convencido que piensa que sus acciones deben ser premiadas con el Premio Nobel de la Paz, y quizás debió haberlo recibido por los Acuerdos de Abraham, hoy por hoy, política oficial para abordar algunos viejos odios del Medio Oriente. Sin embargo, es dificilísimo que lo reciba, ya que es un premio político en el sentido que lo entrega no una academia sueca, sino el parlamento noruego, y para sus posiciones y forma de ser, las correlaciones políticas a su interior no lo permiten, tal como tampoco habría un premio para ningún papa vaticano.

Cerrado el paréntesis, todo indica que hay mucha semejanza en cómo están actuando los ayatolas a lo que hiciera su archienemigo Sadam Husein, quien en 1991 enfrentado a un posible ataque de EEUU y sus aliados, ante un ultimátum no aceptó retirarse de Kuwait como pudo haberlo hecho con lo que se habría ahorrado la derrota bélica. En la oportunidad actual, bastaba con no seguir procesando el uranio, tal como lo hacen todos quienes solo tienen programas atómicos pacíficos en vez de bombas atómicas y los misiles para transportarlas. Sadam Husein también dobló la apuesta en esa oportunidad, ya que secuestró además como rehenes a personas occidentales, transformándolos en escudos humanos, cual antecedente de Hamas, aunque Sadam fue adversario de grupos fundamentalistas.

Para entender lo que hoy pasa, hay que aceptar que las guerras del Medio Oriente difieren de lo que es ganar o perder según el pensamiento occidental, ya que no se acaban con una victoria o una derrota, tal como lo demuestra el caso de Israel, debido a que el tema permanece, reapareciendo en formas distintas una y otra vez, a veces solo cambiando de nombre. Es decir, se aplica lo que decía Sun Tzu (544 a.C.- 496 a.C.), hace más de dos milenios, que las guerras solo se acaban cuando se termina la voluntad de lucha, cosa que no ocurre hoy ni con Israel ni con los ayatolas.

Más aún, la guerra entre Irán e Israel no se inició con el ataque de ayer, sino que, en 1979, cuando aparece la República Islámica de Irán, con la idea chiita del martirio, y con una declaración de intenciones, expresada en que fueron convertidos en rehenes los diplomáticos de la entonces Embajada de EEUU. Así se comunicaba el inicio de una Yihad contra Occidente, con destrucción y desaparición de Israel incluida. Allí, se declaró la guerra, a pesar de que antes de Jomeini, hasta 1979, Israel tuvo buenas relaciones con Irán.

Es, por lo tanto, una guerra que va a existir mientras exista la voluntad de lucha de los contendientes, y en el caso de Israel no puede perderla. No hay otro país que enfrente un desafío semejante, y no tiene otra alternativa que el triunfo, sobre lo cual existe demasiada incomprensión en el resto del mundo, siendo el caso israelí una muestra del mal funcionamiento de las instituciones internacionales, ya que, si existiera un sistema internacional sano, la ONU debiera proteger el derecho de Israel a defenderse lo que no ocurre, toda vez que, en vez de recibir apoyo, solo recibe rechazo.

Al revés, a pesar de ser el único país en esta situación, diariamente son otros miembros de la comunidad internacional los que declaran su intención de destruirlo, sin que nada haga una ONU, desprestigiada y sesgada. Al respecto, entre las naciones, quien puede hacer algo es EEUU, y ojalá se decidiera a promover un nuevo sistema, ya que fue el único que creó los dos que existieron en el siglo XX, y sigue en buena medida financiando al actual, como también creara la desaparecida Liga de las Naciones, por lo que ningún otro país parece poder acometer tarea semejante.

Aunque la superioridad militar lograda por Israel lo había protegido al igual que los avances hechos con países árabes para firmar la paz, el país había vivido con anterioridad amenazas de desaparición, Ocurrió con su Declaración de Independencia en 1948 y con la guerra de los 6 días en 1967, donde su ataque preventivo a Egipto fue exitoso. Sin embargo, esa última experiencia sirve para entender que las relaciones entre aliados sufren etapas, ya que también bombardeó con víctimas incluidas, al barco espía estadounidense Liberty en esos días de junio, cuando no existía la relación de aliados estrechos, hoy existente con USA. De hecho, hoy la relación parece ser lo suficientemente buena para que el ataque que tuvo lugar ayer 13, sea la vez primera, que recibe el visto bueno para proceder unilateralmente contra Irán, ya que nunca antes EEUU se lo había permitido a Israel, hasta ahora.

Benjamin Netanyahu, primer ministro deBenjamin Netanyahu, primer ministro de Israel (AP Foto/Ohad Zwigenberg)

Por lo demás, dentro del dinamismo de las relaciones entre Estados donde los intereses son lo único permanente, quizás esta luna de miel podría sufrir un nubarrón, si EEUU trata de imponer la creación del Estado Palestino a la brevedad, en condiciones que, si Israel lo aceptara, podría significar el fin del actual gobierno, ya que Netanyahu perdería el voto de confianza en la Knesset, si se retiraran, como protesta, los ministros más extremos.

¿Qué debiera venir después?, con la duda todavía de cuánto daño hizo el ataque israelí a los sitios donde se prepara la bomba atómica, si inutilizó el proyecto o solo lo postergó por algunos años, y por eso, presiona, invitando a la población iraní a que se rebele contra la tiranía, ya que Irán ha enfrentado desde hace años rebeliones provenientes de su minoría árabe como también de un separatismo promovido por quienes quieren recrear Beluchistán, una idea proveniente del imperio persa, hoy con gente repartida en varios países, como los kurdos, los palestinos o los drusos.

Creo que después debieran venir, definiciones internas tanto en Irán como en Israel. No son escenarios ideales, por lo que no creo que de Irán surgirá hoy la democracia, pero como la sociedad es más laica y educada que sus ayatolas, puede ser gobernada en forma más decente y menos feudal que la tiranía religiosa que se entronizó en 1979, después de imponerse sobre las alternativas liberal y comunista de ese entonces, que se preocupe de su pueblo más que de imponer la yihad universal. Tampoco me preocuparía tanto de sus alianzas internacionales, ya que son coyunturales, toda vez que China se preocupa solo del gas y petróleo y en el caso ruso, Putin está muy alejado del fundamentalismo.

Un gobierno que no busque imponer la bomba que no desea la mayoría, y que por lo demás, es la mejor forma de abordar el tema, toda vez que una vez que un conocimiento científico ingresa a una sociedad ya no lo abandona. Estoy convencido que quienes disfrutaron y donde quizás hubo más alegría por la derrota de los ayatolas son la mayoría de los iraníes, pero no por eso los ayatolas serán desalojados del poder.

En el caso de Israel, una elección es buena idea y que sea el pueblo el que elija, la mejor para una sociedad democrática. Pienso que Netanyahu, no es la persona para esta etapa, y que, en primer lugar, por fin la Corte Suprema debe resolver si es inocente o culpable de las acusaciones que tiene. Creo que al más alto nivel debe formarse la postergada Comisión para tratar de entender cómo el Estado entero le falló a Israel el 7 de octubre, no solo el gobierno, sino también las instituciones de seguridad e inteligencia, como también las fuerzas armadas que tanto se demoraron en reaccionar.

Cada vez es mayor elCada vez es mayor el descontento de la sociedad iraní con el régimen de los ayatolás (Majid Asgaripour/WANA via REUTERS)

Creo que el resultado de la elección debiera producir lo que Israel tuvo en 1967, un gobierno de unidad nacional, uno donde derecha e izquierda se encuentren en el centro, a mi juicio lo que Israel necesita en el día de hoy, un gobierno mayoritario que pueda gobernar y confronte la modificación de un sistema electoral incapacitado para generar gobernabilidad, y también busque algo pendiente desde la (re)creación del Estado en 1948 y de lo cual se carece, una constitución escrita, con reglas que permitan superar la polarización hoy existente.

Por, sobre todo, que produzca un plan político para Gaza sin Hamas, que Israel hoy no tiene. Estoy convencido que el futuro de Israel está en una alianza con los países árabes sunitas, y mientras menos participen Europa y Naciones Unidas, mejor para todos. Me resisto a hablar de un “nuevo” Medio Oriente, después de equivocaciones tan profundas como la caída del Shah y la primavera árabe ¿se acuerdan de las ilusiones en ambos casos?

Una alianza basada en intereses mutuos, tales como la amenaza que representa Irán, es más permanente y duradera que otras alternativas, una sociedad con los gobiernos árabes que colaboraron en la defensa de Israel es mejor para el desafío pendiente, la creación del Estado Palestino, y que ayude a alejar a ese pueblo del fundamentalismo y que por fin se encuentre lo que ha faltado después de tantos rechazos, el socio palestino para dos Estados, uno al lado del otro, y no uno en vez del otro, como lo pretendieron Hamas e Irán.

-Máster y Doctor (PhD) en Ciencia Política (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)

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