
Nuevas imágenes satelitales revelaron esta semana que Irán comenzó trabajos de evaluación en la planta nuclear subterránea de Fordow, seriamente dañada por el ataque aéreo que Estados Unidos lanzó el 21 de junio. Fotografías tomadas por la empresa Maxar esta misma semana, y analizadas por el Instituto Internacional de Ciencia y Seguridad Nuclear, muestran una grúa móvil, excavadoras y bulldozers operando junto a los cráteres provocados por las bombas antibúnker lanzadas desde bombarderos B-2 Spirit.
Los expertos señalan que se están realizando preparativos para evaluar los daños en profundidad, con la posibilidad de que se introduzcan cámaras —y eventualmente personal técnico— en los pozos de ventilación que alimentaban las instalaciones subterráneas.
Fordow, ubicado al norte de Irán y excavado en el corazón de una montaña, es considerado uno de los centros neurálgicos del programa nuclear iraní. Según el Pentágono, allí se almacenaba uranio enriquecido a más del 80%, un nivel cercano al requerido para uso militar. Por eso, su destrucción fue el eje central de una ofensiva planificada durante más de una década por el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
El 21 de junio, en la mayor misión operativa de bombarderos B-2 de la historia, doce bombas MOP fueron lanzadas en tandas precisas: las dos primeras para romper las capas externas de protección; tres más para inutilizar sistemas internos como ventilación y energía; y una última, con detonación retardada, para provocar el colapso de las estructuras internas.
Aunque un informe preliminar de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) calificó los daños como “significativos, pero no totales”, el secretario de Defensa Pete Hegseth desestimó esa valoración: “¿Quieren saber qué pasó en Fordow? Vayan allá con una pala”, dijo ante periodistas, en un tono desafiante.

Las nuevas imágenes satelitales parecen confirmar que al menos uno de los tres ejes de ventilación permanece abierto y que las autoridades iraníes han iniciado trabajos para acceder al interior. Varios camiones —incluidos volquetes— fueron detectados cerca del portal este, lo que indicaría tareas de remoción de escombros. Al mismo tiempo, dos de los pozos auxiliares en el sitio 2 han sido cubiertos, probablemente para permitir el descenso controlado de equipamiento.

Mientras la montaña revela lentamente sus daños, el régimen iraní mantiene un perfil ambiguo. El líder supremo Alí Khamenei afirmó que el ataque no logró “nada significativo”, pero su canciller, Abbas Araghchi, advirtió sobre “efectos profundos” en el curso del programa nuclear. La cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) fue suspendida tras el bombardeo, lo que impide verificar in situ el estado real de las instalaciones.

Rafael Grossi, director de la OIEA, señaló que los daños son “muy, muy considerables”, aunque evitó hablar de una destrucción total. Según dijo a la cadena RFI, el complejo no ha sido arrasado, pero sufre daños severos que requerirían meses o años de reparación estructural.
Para el presidente Donald Trump, el objetivo ya se cumplió. En la reciente cumbre de la OTAN, en Países Bajos, declaró: “Tal vez firmemos un acuerdo. No lo sé. Pero ellos no van a volver a construir esto”. Washington considera que la destrucción de Fordow fue una advertencia estratégica. “Durante 40 años han dicho ‘muerte a Estados Unidos, muerte a Israel’. Nosotros no vamos a quedarnos de brazos cruzados”, enfatizó.

Mientras Irán avanza con cautela en las tareas de evaluación y limpieza, la comunidad internacional sigue de cerca cada movimiento. Las imágenes satelitales se han convertido en la única ventana confiable a un sitio vedado a los inspectores nucleares. Lo que ocurra en los próximos días —si hay ingreso de personal técnico, si se intenta reconstruir la planta nuclear de Fordow o si se desplazan nuevamente equipos de enriquecimiento de uranio— será clave para determinar el alcance real del ataque aéreo y la posible reconfiguración del programa nuclear iraní. Bajo tierra, la incertidumbre persiste. Sobre la superficie, la vigilancia internacional no cede.