
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una de las enfermedades más incapacitantes y afecta a aproximadamente 1 de cada 50 personas a nivel mundial.
Una nueva investigación encontró marcadores genéticos que pueden aumentar la probabilidad de desarrollarlo en algún momento de la vida.
EL TOC es una condición de salud mental caracterizada por la aparición de obsesiones y/o compulsiones. Las obsesiones se manifiestan como pensamientos intrusivos, involuntarios y persistentes que generan malestar. Las compulsiones o rituales, en cambio, son acciones o pensamientos voluntarios que buscan aliviar la ansiedad provocada por esas obsesiones.
Algunos ejemplos frecuentes de TOC son el lavado excesivo de manos, la verificación y repetición de acciones, el miedo a la contaminación, la necesidad de orden y simetría, los pensamientos violentos o sexuales no deseados, entre otros. Estos suelen ocupar mucho tiempo en la vida de las personas que lo presentan y les causan malestar emocional (ansiedad, temor, angustia).

La novedad es que un estudio internacional en el que participó la Universidad de Santiago de Compostela (USC) identificó variantes genéticas vinculadas al trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). La investigación detectó 25 genes asociados al riesgo de desarrollar esta condición, que podrían convertirse en posibles objetivos terapéuticos.
El estudio fue publicado en la revista científica Nature Genetics y liderado por la Universidad de Dalhousie (Canadá).
“Nuestros hallazgos respaldan la idea de que el TOC surge de una interacción compleja entre factores genéticos y ambientales”, explicó Manuel Mattheisen, investigador principal del estudio y titular de la Cátedra de Investigación de la Universidad de Dalhousie.

“Encontramos que muchas regiones del genoma contribuyen al riesgo de TOC, y que estas regiones afectan a múltiples circuitos cerebrales, no sólo a una zona específica”, añadió.
Carol Mathews, profesora de Psiquiatría, Universidad de Florida (UF), y una de las autoras del estudio, afirmó en un artículo de su autoría en The Conversation: “El TOC puede ser hereditario; los estudios atribuyen entre el 40 % y el 65 % de los casos de TOC a factores genéticos. El TOC que comienza en la infancia tiene una mayor influencia genética que el que comienza en la edad adulta”, declaró la investigadora.
Pero a diferencia de algunas enfermedades genéticas causadas por un único gen defectuoso, como la fibrosis quística o la enfermedad de Huntington, “el TOC está influenciado por cientos a miles de genes, cada uno de los cuales juega un pequeño papel en el riesgo de enfermedad”, señaló la experta.
“Cuando comenzamos al inicio de mi carrera, estábamos buscando genes que causaran el TOC. En aquel entonces pensábamos que serían uno o dos,” explicó Mathews, quien también es directora del Centro para TOC, Ansiedad y Trastornos Relacionados de la UF, y una de las seis autoras principales que supervisaron conjuntamente la investigación.
“Con el tiempo, hemos llegado a darnos cuenta de que el TOC no es una enfermedad de un solo gen o una región específica del cerebro, sino una enfermedad de circuitos y cientos de genes que, en conjunto, contribuyen al desarrollo del trastorno”, señaló.

Los investigadores analizaron el ADN de más de 53.000 personas con TOC y más de 2 millones de personas sin TOC, el mayor estudio de este tipo para esta afección. “Descubrimos cientos de marcadores genéticos potencialmente relacionados con el TOC; datos que esperamos que con el tiempo nos permitan identificar mejor a las personas en riesgo de padecerlo y, en el futuro, acceder a mejores tratamientos”, destacó la profesora.
Este estudio representa el primer avance significativo en la identificación de loci de riesgo genético, es decir, regiones específicas del cromosoma donde ciertas variantes del ADN se asocian con una mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad.
Mathews destacó en su artículo que el TOC se encuentra entre las 10 principales causas de años de vida perdidos por discapacidad, lo que tiene efectos perjudiciales en la capacidad de la persona para trabajar y desenvolverse en el mundo, así como en su familia.
“En comparación con las personas sin TOC, una persona con este trastorno tiene un 30% más de probabilidades de morir prematuramente por causas naturales, como infecciones u otras enfermedades, y un 300% más de probabilidades de morir prematuramente por causas no naturales, como accidentes o suicidio", indicó la experta.

El estudio identificó 30 regiones específicas del ADN vinculadas a un mayor riesgo de desarrollar TOC.
A partir de ellas, se analizaron 249 genes, de los cuales 25 presentaron una asociación significativa con el trastorno. Además, los resultados mostraron una relación genética entre el TOC y otros cuadros psiquiátricos, como el síndrome de Tourette, la anorexia nerviosa, la ansiedad y la depresión.
“Las personas con TOC también mostraron un menor riesgo genético de padecer afecciones como la dependencia del alcohol y las conductas de riesgo, lo que coincide con lo que los médicos observan en las clínicas: muchas personas con TOC tienden a ser cautelosas y a evitar riesgos”, sumó Mathews.
La investigadora señaló que este tipo de investigación ayuda a los científicos a comprender cómo funciona el cerebro en personas con TOC y si este comparte raíces genéticas con afecciones que comúnmente se presentan junto con él.
Y agregó: “Por ejemplo, los marcadores genéticos que encontramos asociados con el TOC mostraron una alta actividad en varias regiones cerebrales que se sabe que influyen en el desarrollo de la enfermedad. Estas áreas cerebrales participan en la planificación, la toma de decisiones, la motivación, la detección de errores, la regulación emocional, el miedo y la ansiedad, todas las cuales pueden funcionar mal en el TOC”.

También encontraron asociaciones con una región cerebral llamada hipotálamo, que convierte emociones como el miedo, la ira, la ansiedad o la excitación en respuestas físicas. “El hipotálamo no se había relacionado directamente con el TOC, pero forma parte de una red de regiones cerebrales que podrían contribuir a sus síntomas”, añadió la experta.
Y agregó que también descubrieron que ciertos tipos de neuronas, en particular las neuronas espinosas medianas en la región cerebral llamada cuerpo estriado, estaban estrechamente vinculadas a los genes del TOC que habían identificado.
“Estas neuronas desempeñan un papel importante en la formación de hábitos, el proceso por el cual una conducta se vuelve automática y habitual (pensemos en las compulsiones). Receptores específicos de las neuronas espinosas medianas son dianas comunes de los medicamentos que a veces se utilizan para tratar el TOC”, remarcó la investigadora.
Y finalizó: “Con estudios más amplios e investigaciones continuas, mi equipo y yo esperamos vincular mejor los patrones biológicos específicos con los síntomas individuales. Con el tiempo, esto podría conducir a tratamientos más personalizados y efectivos, mejorando la vida de millones de personas que viven con TOC en todo el mundo”.