Los ladridos intensos, tirones de correa o gruñidos repentinos durante un paseo pueden ser señales de un problema más profundo que va más allá del mal comportamiento. Se trata de la llamada reactividad canina, una respuesta emocional exagerada ante estímulos que el perro percibe como amenazantes o estresantes.
De acuerdo con especialistas en comportamiento animal, esta conducta es más común de lo que parece y puede manifestarse en perros de cualquier raza o edad. Sin embargo, comprender sus causas y saber cómo actuar puede marcar la diferencia entre un animal equilibrado y uno que vive en constante estado de alerta.
¿Qué es la reactividad canina y por qué ocurre?
Según la especialista Alba Pérez, veterinaria fundadora de la compañía Vetropía, la reactividad canina es “una respuesta desproporcionada ante un estímulo que genera incomodidad o miedo”. Puede desencadenarse por la presencia de otros perros, personas, ruidos fuertes o incluso vehículos.
La reactividad puede tratarse con paseos cortos y rutinas establecidas. Crédito: ShutterstockA diferencia de la agresividad, la reactividad no busca atacar, sino defenderse o escapar de una situación que el animal interpreta como peligrosa.
Especialistas del portal especializado Antrozoología aseguran que esta conducta suele tener raíces emocionales vinculadas al miedo, la frustración o la falta de socialización temprana. En muchos casos, los perros reactivos fueron expuestos a experiencias negativas en el pasado o simplemente no aprendieron a gestionar ciertos estímulos. Los signos más frecuentes incluyen gruñidos, tensión corporal, ladridos incontrolados, orejas hacia atrás y mirada fija.
Además, factores como el entorno, la genética y el tipo de educación influyen directamente. Un perro con una rutina caótica, castigos excesivos o sin suficiente ejercicio mental puede desarrollar una hipersensibilidad que lo hace reaccionar con exageración ante lo cotidiano.
Cómo actuar ante la reactividad exagerada, según los expertos
Contrario a lo que se pueda pensar, castigar o gritar a un perro reactivo solo agrava el problema. La clave está en ofrecer calma y crear asociaciones positivas con aquello que provoca su reacción.
Según Pérez, si el perro ladra ante otros animales, se recomienda aumentar gradualmente la distancia y premiarlo cuando mantenga la calma. Este método, conocido como desensibilización progresiva, ayuda a reducir el miedo y a mejorar su autocontrol.
Los adiestradores recomiendan también reforzar la comunicación y el vínculo. Evitar los tirones de correa, mantener una rutina predecible y ofrecer ejercicios de olfato o juegos de inteligencia son estrategias eficaces para redirigir su energía y fomentar la confianza.
En casos más severos, los expertos aconsejan acudir a un etólogo o educador canino certificado, quien podrá diseñar un plan personalizado de rehabilitación.
Asimismo, el entorno influye notablemente. Los parques tranquilos, los paseos cortos y los encuentros controlados ayudan al perro a relajarse y a reaprender a relacionarse de manera equilibrada.
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