
Un estudio publicado el lunes 14 de abril por JAMA Internal Medicine, revista médica mensual de la Asociación Médica Estadounidense, proyecta que la radiación emitida por tomografías computarizadas (CT, por sus siglas en inglés) podría estar relacionada con más de 100.000 diagnósticos de cáncer en el futuro si no se modifican las prácticas actuales en cuanto al uso y la dosificación de estas pruebas.
Los investigadores utilizaron un modelo de riesgo para analizar los datos correspondientes a 2023, año en el que se realizaron aproximadamente 93 millones de tomografías computarizadas a unos 62 millones de pacientes en Estados Unidos. Según las proyecciones, este volumen de procedimientos estaría asociado a unos 103.000 cánceres que podrían desarrollarse a lo largo del tiempo.
El informe advierte que, de continuar la tendencia actual en la aplicación de radiación y la frecuencia con la que se utilizan estos estudios, los cánceres relacionados con CT podrían llegar a representar hasta el 5% de todos los nuevos diagnósticos oncológicos anuales en el país.

Las tomografías computarizadas combinan tecnología de rayos X con procesamiento computacional para generar imágenes detalladas del interior del cuerpo humano. Aunque su utilidad clínica es ampliamente reconocida, estas pruebas exponen al paciente a radiación ionizante, un tipo de radiación que los científicos han clasificado como carcinógena.
“El uso de CT es indispensable y continúa aumentando en Estados Unidos”, señalan los autores en JAMA Internal Medicine. El informe remarca que, si bien estos estudios contribuyen al diagnóstico precoz y al tratamiento eficaz de múltiples enfermedades, el nivel de radiación utilizado puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer.
Según el estudio, el riesgo individual es más alto en niños, debido a su mayor sensibilidad a la radiación y a su esperanza de vida más larga. Sin embargo, la mayoría de los casos de cáncer proyectados corresponden a adultos, dado que representan el grupo con mayor volumen de utilización de estas pruebas.

Los cánceres más comúnmente asociados a la radiación de tomografías en adultos fueron el cáncer de pulmón, el cáncer colorrectal, la leucemia y el cáncer de vejiga. En mujeres adultas, el cáncer de mama se ubicó como el segundo más frecuente. En tanto, entre los menores de edad, las proyecciones indican que los tipos más frecuentes serían el cáncer de tiroides, pulmón y mama.
Además, el estudio identificó qué regiones anatómicas están más vinculadas a futuros diagnósticos oncológicos según la frecuencia de escaneo. Las tomografías de abdomen y pelvis fueron las más asociadas con casos futuros de cáncer, con aproximadamente 37.500 diagnósticos proyectados, lo que representa el 37% del total. Este tipo de examen también fue el más frecuente, con 30 millones de procedimientos en 2023, lo que equivale al 32% de todas las CT realizadas ese año.
Las tomografías de tórax ocuparon el segundo lugar en incidencia proyectada, con alrededor de 21.500 casos de cáncer futuros (21% del total) derivados de 20 millones de estudios efectuados (21% del total de CT).

Rebecca Smith-Bindman, profesora en residencia de epidemiología, bioestadística y medicina reproductiva en la Universidad de California en San Francisco (UCSF), señaló en un comunicado institucional que uno de los problemas actuales es la falta de criterios estandarizados para la administración de dosis de radiación en estos estudios.
“Históricamente, se pensaba que cada radiólogo podía decidir por sí mismo cuál era la dosis adecuada de radiación y la calidad de imagen necesaria para cada escaneo, en lugar de seguir estándares uniformes”, explicó Smith-Bindman en declaraciones recogidas por UCSF. Esta práctica ha generado, según la experta, una variabilidad excesiva entre distintos centros de diagnóstico por imagen.
Smith-Bindman colabora con los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) en un esfuerzo por regular de manera más estricta la cantidad de radiación utilizada en los procedimientos de imagen médica. Su objetivo es reducir la exposición innecesaria y establecer límites claros para todos los proveedores de servicios sanitarios.

Aunque el estudio no cuestiona la importancia de las tomografías como herramienta médica, sus autores y expertos involucrados insisten en que el objetivo debe ser utilizarlas con mayor precaución. “La tomografía es una tecnología extraordinaria, pero debemos utilizarla de la forma más segura posible”, afirmó Smith-Bindman.
La necesidad de encontrar un equilibrio entre la eficacia diagnóstica y la minimización del riesgo a largo plazo se vuelve cada vez más urgente en un sistema de salud donde el volumen de procedimientos no muestra señales de disminuir. Según JAMA Internal Medicine, el uso de tomografías computarizadas sigue en aumento, lo que refuerza la relevancia de implementar políticas públicas de protección radiológica.
El informe concluye que, sin cambios en las políticas de dosificación y sin una reducción en la frecuencia innecesaria de estos estudios, los riesgos acumulativos podrían tener un impacto considerable en la salud pública de Estados Unidos en las próximas décadas.