
Un conjunto de investigaciones científicas publicadas entre 2022 y 2025 determinó cuáles son los alimentos ultraprocesados con mayor impacto negativo para la salud. Los estudios, liderados por instituciones académicas en Estados Unidos, Reino Unido y Australia, concluyeron que ciertos productos industrializados presentan asociaciones más fuertes con enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2 y trastornos del ánimo.
Uno de los análisis más recientes, publicado en septiembre de 2024 en The Lancet Regional Health – Americas, evaluó datos de más de 200,000 adultos en Estados Unidos y 1.25 millones de personas en otros países. Según los resultados, las carnes procesadas, bebidas azucaradas y comidas listas para calentar figuran entre los ultraprocesados con mayor riesgo relativo para la salud.
La clasificación de estos productos se basó en el sistema NOVA, desarrollado por investigadores de la Universidad de São Paulo y adoptado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Esta tipología distingue a los alimentos ultraprocesados por su alto grado de industrialización, contenido de aditivos y bajo valor nutricional.
De acuerdo con el metaanálisis de The Lancet y otros estudios revisados, cinco categorías específicas de alimentos ultraprocesados mostraron asociaciones consistentes con problemas de salud en adultos:
- Carnes procesadas: Incluyen embutidos como salchichas, jamones industriales, tocino, nuggets de pollo y pescado empanizado reconstituido. El estudio de The Lancet señaló que este grupo tuvo la asociación más fuerte con enfermedades cardiovasculares.
- Bebidas azucaradas: Refrescos, jugos industrializados, bebidas energéticas y deportivas con azúcar añadido fueron asociados con obesidad, diabetes tipo 2 y mayor riesgo de mortalidad, según investigaciones publicadas en BMJ y Nature Medicine en 2025.
- Snacks salados industrializados: Papas fritas de paquete, mezclas de maíz inflado saborizado y palomitas industriales presentaron alta densidad calórica y bajo valor nutricional, según datos analizados en BMJ Global Health en 2023.
- Postres empaquetados y golosinas: Productos como galletas rellenas, pasteles procesados, barras de cereal con azúcar y caramelos fueron vinculados con riesgo metabólico, de acuerdo con un estudio del National Institutes of Health (NIH) publicado en Nature Medicine en marzo de 2025.
- Comidas listas para calentar: Lasañas congeladas, sopas instantáneas y pizzas industriales destacaron por su alto contenido de sodio, grasas trans y conservantes. Estos productos fueron evaluados negativamente en estudios del George Institute for Global Health en Australia.

Una revisión publicada en febrero de 2024 por la Universidad de Sydney, analizó más de 45 estudios de cohorte y encontró al menos 32 consecuencias para la salud asociadas con el consumo frecuente de ultraprocesados. Entre los efectos identificados se encuentran:
- Aumento del índice de masa corporal
- Elevación del riesgo de mortalidad general
- Hipertensión arterial
- Síndrome metabólico
- Cáncer colorrectal, especialmente en varones (según un estudio del BMJ de 2022)
- Trastornos de ansiedad y depresión (de acuerdo con investigaciones publicadas en Public Health Nutrition y Journal of Affective Disorders)
El mismo informe de The Lancet indicó que cada incremento del 10% en la proporción de calorías provenientes de alimentos ultraprocesados se asoció con un aumento del 15% en el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Algunos productos clasificados como ultraprocesados pero con menor contenido de azúcares añadidos o grasas trans no mostraron asociaciones significativas con enfermedades crónicas. Según el estudio de Nature Medicine de marzo de 2025, alimentos como yogures saborizados bajos en grasa o cereales integrales fortificados presentaron un impacto reducido si se consumen dentro de una dieta balanceada.
No obstante, los autores indicaron que la cantidad y la frecuencia son factores determinantes. “El consumo ocasional no representa un riesgo elevado si se acompaña de una dieta rica en alimentos frescos”, señaló el equipo del NIH en sus conclusiones.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) no prohíben el consumo de ultraprocesados, pero recomiendan una dieta con énfasis en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras. En 2023, el Comité Asesor de las Guías Alimentarias de EE.UU. propuso incluir advertencias sobre el consumo elevado de estos productos.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), por su parte, regula los aditivos permitidos en productos procesados, pero no clasifica oficialmente los alimentos por nivel de procesamiento. Sin embargo, organizaciones como la Asociación Americana del Corazón (AHA) han sugerido limitar el consumo de carnes procesadas y bebidas azucaradas como medida preventiva.
El sistema NOVA, adoptado por organismos como la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, clasifica a los alimentos en cuatro grupos según su grado de procesamiento. Los ultraprocesados corresponden al grupo 4 e incluyen productos formulados a partir de ingredientes industriales como almidones modificados, aceites refinados, azúcares añadidos, colorantes, saborizantes y emulsionantes.
Entre las características comunes de estos productos se encuentran:
- Larga vida útil
- Envasado atractivo
- Bajo contenido de ingredientes frescos
- Comercialización intensiva
El sistema ha sido utilizado en investigaciones epidemiológicas en más de 30 países.

Los hallazgos permiten identificar con mayor precisión qué productos deben priorizarse para reducción en las políticas de salud pública. Además, ayudan a orientar campañas educativas dirigidas a disminuir el consumo de alimentos con mayor impacto negativo documentado.
En países donde los ultraprocesados representan más del 50% del total de calorías consumidas, como Estados Unidos o el Reino Unido, las autoridades sanitarias podrían utilizar estos datos para diseñar nuevas estrategias nutricionales.
La evidencia acumulada indica que reducir el consumo de carnes procesadas, bebidas azucaradas y comidas listas para calentar podría tener beneficios medibles en la prevención de enfermedades no transmisibles.