
Un reciente estudio nacional liderado por investigadores de la Universidad de Columbia ha revelado que incluso niveles bajos de arsénico en el agua potable de Estados Unidos pueden aumentar el riesgo de bajo peso al nacer y otros problemas de salud en bebés recién nacidos.
Los hallazgos, publicados en la revista médica JAMA Network, se basan en el análisis de casi 14.000 embarazos en 35 sitios de cohorte que forman parte del programa Influencias Ambientales en los Resultados de Salud Infantil (ECHO) de los Institutos Nacionales de Salud.
Según el estudio, la exposición prenatal al arsénico, incluso en concentraciones inferiores al estándar federal actual de 10 microgramos por litro establecido por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en 2001, está vinculada a un mayor riesgo de nacimientos prematuros, bajo peso al nacer y bebés más pequeños de lo esperado para su edad gestacional.

Estos resultados son preocupantes, ya que el bajo peso al nacer y el nacimiento prematuro son considerados “predictores importantes de mortalidad y morbilidad infantil a lo largo de la vida”, según los autores del informe.
El profesor Vasilis Vasiliou, presidente de Ciencias de la Salud Ambiental en la Escuela de Salud Pública de Yale, explicó que la toxicidad del arsénico durante el embarazo tiene múltiples causas, incluyendo estrés oxidativo, alteraciones epigenéticas, toxicidad placentaria, desregulación inmunológica e interferencia hormonal.
Estos factores, de manera individual o combinada, pueden contribuir a los problemas observados en los recién nacidos. Vasiliou afirmó que “ningún nivel de exposición parece verdaderamente seguro durante el embarazo”.
El estudio también destacó que los efectos adversos del arsénico en el agua potable afectan a múltiples grupos raciales y étnicos, incluidas familias blancas, negras, hispanas/latinas, indígenas estadounidenses, nativas de Alaska, nativas hawaianas e isleñas del Pacífico. Sin embargo, el riesgo de bajo peso al nacer fue particularmente elevado entre los padres blancos, negros e hispanos/latinos.

El arsénico, un elemento que se libera de manera natural desde las rocas y el suelo hacia las aguas subterráneas, es una preocupación en regiones como el suroeste de Estados Unidos, partes de Nueva Inglaterra, Minnesota y Wisconsin, donde los niveles naturales de este contaminante son elevados.
Además, actividades humanas como la minería, la agricultura y los procesos industriales pueden incrementar aún más las concentraciones de arsénico en los sistemas de agua cercanos, según explicó Vasiliou.

En respuesta a estos hallazgos, algunos estados como Nueva Jersey y Nueva Hampshire han adoptado límites más estrictos de 5 microgramos por litro para el arsénico en el agua potable, en contraste con el estándar federal de 10 microgramos por litro.
Sin embargo, los investigadores del estudio instaron a la EPA a considerar una reducción adicional del límite máximo permitido para proteger mejor la salud pública, especialmente la de las poblaciones vulnerables como las mujeres embarazadas.
Vasiliou subrayó la necesidad de realizar análisis más frecuentes de los sistemas públicos de agua, particularmente en zonas de alto riesgo, e invertir en tecnologías de tratamiento como la coagulación, la adsorción y el intercambio iónico.
También recomendó informar a las comunidades con niveles elevados de arsénico, aunque estén por debajo del límite federal, y animar a las mujeres embarazadas a utilizar fuentes de agua alternativas o sistemas de filtración.
El estudio no solo pone de relieve los riesgos asociados al arsénico, sino que también advierte sobre la presencia de otros contaminantes químicos emergentes en el agua potable, como los compuestos PFAS y el 2,4-dioxano. Según Vasiliou, “incluso pequeñas reducciones en un contaminante pueden producir mejoras significativas en la salud cuando se acumulan”.