
Las almendras son consumidas por sus propiedades nutricionales, ya que se han convertido en un alimento importante dentro de una dieta equilibrada gracias a su capacidad de aportar beneficios para la salud.
Diversos estudios han señalado que estas semillas oleaginosas son especialmente útiles para reducir el colesterol y controlar los niveles de azúcar en la sangre, dos factores importantes en la prevención de enfermedades crónicas.
Uno de los aportes más destacados de las almendras está relacionado con la salud cardiovascular, ya que se ha comprobado que pueden contribuir a disminuir los niveles del colesterol total y del colesterol LDL, conocido como el “colesterol malo”.
Este efecto se atribuye, en gran parte, a su alto contenido de ácidos grasos monoinsaturados, similares a los presentes en el aceite de oliva, que ayudan a mantener el equilibrio lipídico en el organismo.

De acuerdo a un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association, consumir entre 20 y 30 gramos de almendras diariamente puede reducir, de forma significativa, las cifras de colesterol LDL en individuos con hipercolesterolemia.
Además, estos frutos secos también incrementan los niveles del colesterol HDL, o “colesterol bueno”, favoreciendo una mejor salud cardiovascular.
Por otro lado, las almendras son ricas en vitamina E, un antioxidante que protege las células de los daños ocasionados por los radicales libres y contribuye a la prevención de enfermedades cardíacas.
Este efecto antioxidante se ve potenciado gracias al magnesio, otro nutriente esencial que se encuentra en este fruto seco y que, además, ayuda a relajar los vasos sanguíneos, reduciendo los riesgos de hipertensión.
El impacto positivo de las almendras en el control de los niveles de azúcar en la sangre es otro de sus beneficios menos conocidos. Debido a su bajo índice glucémico, las almendras ayudan a regular la absorción de la glucosa en el torrente sanguíneo, evitando picos de azúcar después de las comidas.
Un aspecto particularmente relevante para personas con diabetes tipo 2 o con resistencia a la insulina, ya que puede mejorar el control metabólico.
Según un ensayo clínico publicado en el American Journal of Clinical Nutrition demostró que incluir almendras en una comida rica en carbohidratos ralentiza el vaciamiento gástrico, lo que contribuye a una liberación más gradual de azúcar en el sistema.

Este efecto también se relaciona con su contenido de fibra dietética, que juega un papel importante en la regulación de los niveles de glucosa y promueve la saciedad, ayudando a prevenir el sobrepeso, otro factor de riesgo asociado con la diabetes.
Además, el magnesio presente en las almendras desempeña un rol esencial en la función de la insulina y en la regulación de la glucosa.
Más allá de sus beneficios para la salud cardiovascular y metabólica, las almendras ofrecen un perfil nutricional rico en proteínas, vitaminas del complejo B, calcio y antioxidantes.
Las almendras pueden incorporarse en diversas preparaciones como desayunos, ensaladas, snacks y postres. Sin embargo, para aprovechar al máximo sus beneficios, se sugiere consumirlas en su forma natural, sin sal ni azúcares añadidos.