Están apareciendo grietas en la fachada dominante de OpenAI

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Sam Altman, director ejecutivo deSam Altman, director ejecutivo de OpenAI. REUTERS/Shelby Tauber/Pool

El panorama tecnológico del siglo XXI se construyó bajo la premisa de que el ganador se lo lleva todo. Comenzó con el monopolio de Windows de Microsoft a finales de la década de 1990. Desde entonces, Google, propiedad de Alphabet, ha acaparado las búsquedas y Amazon se ha convertido en el rey del comercio electrónico. Meta también ha inundado gran parte del mundo con redes sociales, aunque el 18 de noviembre, un juez de Washington D. C. le evitó la ignominia de ser declarada monopolista.

No sorprende, pues, que con el auge de la inteligencia artificial generativa (IA), todos se hayan esforzado por ser, si no el ganador absoluto, al menos parte del equipo ganador. Desde el lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022, OpenAI ha sido el rival a batir. Pero su dominio está en peligro. Esto quedó patente el 18 de noviembre, cuando Microsoft y Nvidia, dos de los principales inversores de OpenAI, respaldaron a Anthropic, un importante competidor del creador de ChatGPT, financiado hasta entonces por Amazon y Google. Ese mismo día, Google lanzó el desafío con un nuevo modelo.

El acuerdo de Anthropic presenta muchas de las características del derroche de gasto que ha caracterizado el auge de la IA. Nvidia y Microsoft se comprometieron a invertir 15.000 millones de dólares en Anthropic, que, a su vez, invertirá 30.000 millones de dólares en la plataforma en la nube Azure de Microsoft durante un período no especificado, utilizando los chips de IA de Nvidia. No hace mucho, este tipo de inversión circular, con OpenAI en el centro, deslumbró a los mercados. Ahora, los inversores están inquietos; las acciones de Microsoft cayeron un 2,7% tras el anuncio.

Las repercusiones de la excesiva inversión de OpenAI explican en parte este cambio de percepción. Gil Luria, de la firma de inversión D.A. Davidson, sitúa el desplome de las acciones tecnológicas de este mes en septiembre, cuando OpenAI acordó invertir 300.000 millones de dólares durante cinco años en potencia informática de Oracle, y Nvidia, por su parte, anunció que invertiría hasta 100.000 millones de dólares en OpenAI.

Esto marcó el inicio de los compromisos de inversión de OpenAI por valor de 1,4 billones de dólares, lo que ha generado temores en los mercados financieros ante la posibilidad de que prestatarios sin solvencia crediticia se endeude en exceso para financiar nuevos centros de datos de IA. El 19 de noviembre, Nvidia tomó medidas para disipar estas preocupaciones. Informó de ventas récord en el tercer trimestre y elevó sus previsiones de ingresos para el cuarto trimestre por encima de las expectativas de Wall Street. Las ventas de los chips Blackwell de Nvidia fueron extraordinarias, afirmó Jensen Huang, su CEO. «Se ha hablado mucho de una burbuja en la IA. Desde nuestra perspectiva, vemos algo muy diferente».

El acuerdo tripartito de Anthropic refleja el optimismo de Nvidia. Por primera vez, el laboratorio de IA entrenará sus modelos en las unidades de procesamiento gráfico de Nvidia. Los detalles sobre los términos de las inversiones de Nvidia y Microsoft eran escasos, pero CNBC informó que valoraron Anthropic en unos 350.000 millones de dólares, frente a los 183.000 millones de septiembre, lo que la acercaría a OpenAI, valorada en 500.000 millones de dólares. El Wall Street Journal informó el 18 de noviembre que XAI, el laboratorio de vanguardia de Elon Musk, estaba en conversaciones para recaudar 15.000 millones de dólares con una valoración de 230.000 millones de dólares.

No son solo los laboratorios de IA los que presionan a OpenAI. El 18 de noviembre, Google lanzó su último modelo, Gemini 3, que, según la compañía, mejoraría las funciones de IA en su plataforma de búsqueda, así como la programación y otras herramientas. Gemini cuenta con un promedio mensual de 650 millones de usuarios, cifra que aún está lejos de los 800 millones que, según OpenAI, utilizan ChatGPT semanalmente. Sin embargo, se entrena con chips propios de Google, en lugar de los de Nvidia, lo que le otorga una importante ventaja en costos. El 19 de noviembre, las acciones de Alphabet alcanzaron máximos históricos, en parte debido a la creencia de que podría estar alcanzando a OpenAI.

Para los usuarios, cuanta más competencia, mejor. Esto significa que los laboratorios de IA seguirán manteniendo los precios bajos mediante una alta inversión. Pero también podría generar temores de una burbuja de IA, trasladándola de los mercados públicos a los privados. Cuanto mayor sea la competencia, más difícil será para los laboratorios generar los ingresos necesarios para justificar el gasto excesivo, sin mencionar sus valoraciones estratosféricas.

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