
La rutina diaria de Mark Sevillano Jr. representaba un nuevo comienzo. Él, padre de dos niños de Santa Fe Springs, California, dedicó los primeros meses de 2024 a asistir regularmente al gimnasio, optar por una alimentación balanceada y participar en carreras de 5K.
Lo que debía ser la consolidación de una vida más saludable, terminó marcando el inicio de una batalla inesperada. Sintió por primera vez que los alimentos no descendían fácilmente por su garganta, un signo que su médico restó importancia.
“Sentía que la comida se quedaba atascada en la garganta. Tenía que tomar sorbos grandes de agua para que pasara”, describe Sevillano en declaraciones recogidas por el portal TODAY.com.
A pesar de llevar una vida activa, interpretar la pérdida de peso como resultado de los nuevos hábitos y no advertir antecedentes familiares de cáncer, su incomodidad persistía. “Pensé que estaba sanando, después de años complicados”, recuerda.

El síntoma aumentó hasta volverse insostenible. “Tenía que golpear mi pecho con el puño para ayudar a que la comida bajara. Me resultaba extraño, aunque pensé que necesitaba ayuda extra para digerir”, relata.
La insistencia de su madre, enfermera, logró que considerara pruebas médicas específicas. El médico familiar no indicó alarma. “Me dijo: ‘Vamos a programar un estudio de deglución para dentro de varios meses, no parece grave’”.
Las dificultades para tragar líquidos tampoco alertaron de inmediato a los profesionales de la salud. “Era como cuando el desagüe está tapado y el agua se detiene”, explica.
Una urgencia médica cambió el curso de los hechos. Exámenes y una tomografía revelaron un tumor en el esófago, un diagnóstico que lo sorprendió completamente. “Nunca imaginé algo así. Ni siquiera había considerado la palabra ‘esófago’”.

El proceso para confirmar la naturaleza del tumor resultó complicado. Sevillano enfrentó una hospitalización, biopsias fallidas por la inflamación y un agravamiento físico capaz de poner en riesgo su vida. “Empecé a sentirme muy débil, casi al borde del desmayo”, contó.
Los temblores y el cambio de color de piel preocuparon a su madre, que lo llevó de regreso al hospital. Allí le diagnosticaron una sepsis, una reacción desmedida a una infección que puede provocar la muerte. “Tuvieron que administrarme múltiples antibióticos para controlar la infección que avanzaba por el torrente sanguíneo. Fueron cuatro días luchando”.
Una vez estabilizado, los especialistas lograron tomar una muestra suficiente para confirmar el diagnóstico: cáncer de esófago en estadio 2, a mediados de junio de 2024. “De pronto estaba en un mundo donde tenía cáncer”, afirma.
Los médicos diseñaron un tratamiento con cuatro ciclos de quimioterapia a fin de reducir el tumor, seguido de una intervención quirúrgica mayor. La operación, en octubre, consistió en retirar cerca de 15 centímetros de esófago –el total es de unos 25 centímetros– y extraer un tumor del tamaño de una fresa. Para reconstruir el tracto digestivo, los cirujanos emplearon una sección del intestino delgado.

El postoperatorio resultó intenso. “Me desperté con varios tubos en el cuerpo, estaba en un dolor muy fuerte”, recuerda. Tras varios días hospitalizado, recibió el alta para continuar la recuperación en su domicilio. La pérdida de peso y la dificultad para comer han obligado a ajustar sus necesidades nutricionales. “Pesaba 88 kilos –195 libras– y ahora solo 62,5 –138 libras–. Mis brazos son solo huesos”.
La experiencia de Mark Sevillano Jr. genera resonancia en un contexto más amplio: investigadores han observado un aumento de diagnósticos de cánceres gastrointestinales en jóvenes adultos, como se publicó en la revista JAMA.
Patologías como el cáncer colorrectal, pancreático, gástrico y de esófago avanzan con rapidez en adultos menores de 50 años. Según la doctora Kimmie Ng, directora de cáncer colorrectal de inicio temprano en el Dana-Farber Cancer Institute, “muchos factores inciden en el desarrollo de estos tumores: obesidad, sedentarismo, dieta pobre, consumo de alcohol y tabaco, además de predisposiciones genéticas”.

El doctor Howard Hochster, del Rutgers Cancer Institute, analizó en NBC News el obstáculo que representa el sesgo de edad entre los médicos: “suelen menospreciar síntomas inespecíficos en jóvenes, lo que retrasa diagnósticos”. Estas enfermedades carecen actualmente de tamizajes generalizados, dificultando la identificación temprana.
Frente a la adversidad, Sevillano ahora destina sus energías a la recuperación. Para alimentarse procura realizar pequeñas comidas a lo largo del día. El proceso, según sus especialistas, podría extenderse varios años. “No hay una fecha fija para la recuperación completa, me puede tomar tiempo recuperar fuerza y peso”, admite.
Su mensaje central es de autodeterminación ante la salud. “Aprendí que si algo no está bien, uno debe insistir”, sugiere. “No esperen como yo. Si sienten síntomas, háganse escuchar y pidan otra opinión”. A pesar del largo camino recorrido, Sevillano afirma mantener optimismo. “Quiero que vean que uno puede soportar mucho y seguir adelante. Mi espíritu no está roto”.