
El chorlito ceniciento es una de las aves playeras menos conocidas y más amenazadas del sur de Sudamérica.
Solo quedan menos de 400 ejemplares en ambientes naturales de Argentina y Chile, según un relevamiento realizado por la Asociación Ambiente Sur, el Centro de Rehabilitación de Aves Leñadura y Manomet.
El bajo número de individuos, registrado entre 2021 y 2024, preocupa a investigadores y ambientalistas, que durante décadas habían estimado cantidades muy superiores.
Hubo un fuerte descenso frente a los 1.500 a 7.000 individuos que se habían estimado en base a percepciones de campo.

El análisis abarcó 180 sitios de cría y 65 de invernada distribuidos en la Patagonia argentina y chilena.
A partir de los datos se hizo una "Agenda Binacional para la Conservación del Chorlito Ceniciento", entre organizaciones de Chile y Argentina. Días atrás, se dio a conocer la publicación con el estado de situación de la especie y el plan para salvarla.
El acuerdo fue resultado de talleres y reuniones, donde participaron gobiernos, ONG y grupos científicos de las dos naciones.

Entre las medidas que se consensuaron, se destaca la protección de los ambientes donde el chorlito ceniciento anida y se refugia, la vigilancia continua de la población y la mejora de acciones legales y educativas.
“La meta general es recuperar y conservar una población saludable y sus hábitats mediante la gestión colaborativa”, contó a Infobae Germán Montero, licenciado en política y gestión ambiental y director ejecutivo de la organización Asociación Ambiente Sur.

El chorlito ceniciento es conocido popularmente en Chile como “Chorlo de Magallanes”. Para los científicos es Pluvianellus socialis. Para la comunidad indígena de los Selk´nam, su nombre es “Toish-te”.
Se distingue por su color gris claro, patas cortas rosas y cuerpo compacto. “Es el único representante de la familia Pluvianellidae. No existe otro pariente cercano, lo que aumenta su valor evolutivo", dijo Diego Luna Quevedo, miembro del Programa de rutas migratorias de la organización Manomet, con sede en Chile.
También el comportamiento de la especie al alimentarse resulta singular. A diferencia de otros chorlos, su pico y su forma de buscar alimento se asemejan más a los “vuelvepiedras”.

Es porque da vuelta piedras y excava en la arena con sus patas robustas, un comportamiento único entre las aves playeras.
Además, alimenta a sus crías de una forma poco frecuente. Es la única ave playera que alimenta a sus crías por regurgitación de comida desde el buche.
La zona de reproducción del chorlito ceniciento corresponde a la estepa patagónica de Argentina y Chile, en orillas abiertas de lagos salobres y dulces. La mayoría de estos ambientes son propiedad privada, lo que limita su protección formal.

La reproducción ocurre entre octubre y enero. Una vez que termina esa temporada, los chorlitos migran hacia el Atlántico y pueden llegar hasta la Península Valdés, la provincia de Buenos Aires e incluso, en algunos casos, Uruguay y las Islas Malvinas.
El movimiento migratorio está condicionado por la disponibilidad de alimento y la calidad de los hábitats, factores que dependen fuertemente de las condiciones climáticas y del estado de conservación de la estepa.

Los expertos detallaron las amenazas principales en la publicación:
- Pisoteo de nidos por el ganado: destruye huevos en zonas de cría.
- Disturbios causados por perros y vehículos todo terreno: generan estrés y alejan adultos de los nidos.
- Degradación de la estepa patagónica por sobrepastoreo”: modifica el ambiente y reduce recursos.
- Cambio climático, con disminución de lluvias y desertificación”: afecta la productividad y reduce el éxito reproductivo.
- Expansión de megaproyectos de hidrógeno verde: podría fragmentar hábitats claves y alterar las rutas migratorias.

A través de la agenda binacional se definieron ejes estratégicos y medidas para salvar a la especie, con metas al año 2030.
Primero se planteó como indispensable el monitoreo conjunto de la población y la actualización permanente de la información.
Además, propusieron la identificación y el resguardo de sitios prioritarios para la reproducción y la invernada, en especial aquellos amenazados por el uso ganadero o nuevas obras industriales, según contó a Luna Quevedo.
La consigna es facilitar la restauración de hábitats y la aplicación de normas de protección ambiental.
La difusión y la educación ambiental son otras líneas de acción. El “desarrollo de campañas de sensibilización en medios y redes sociales” figura como una tarea central. Se intentará involucrar más a las comunidades locales y a quienes toman decisiones en la protección de la especie.

Ya funciona un grupo de trabajo binacional entre agencias gubernamentales, organizaciones científicas y entidades de la sociedad civil. Por la Argentina, lo conforman la Cancillería y la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes de la Nación.
También se incluye al Gobierno de Santa Cruz, la Municipalidad de Río Gallegos, el Ministerio de Producción y Ambiente de Tierra del Fuego, la Asociación Ambiente Sur, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y Administración de Parques Nacionales.
Del lado de Chile, están representantes del Ministerio del Medio Ambiente, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Servicio Agrícola y Ganadero, el Centro de Rehabilitación de Aves Leñadura, el Centro Bahía Lomas-Universidad Santo Tomás y la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).

El acuerdo también exige promover el resguardo legal de la especie en los dos países.
En Argentina, el chorlito ceniciento está clasificado como “En Peligro” y declarado Monumento Natural Provincial en Santa Cruz; en Chile, cuenta con categoría de “En Peligro” y está amparado por leyes que impiden su captura.
La meta central de la iniciativa es que el chorlito ceniciento y sus hábitats sean reconocidos y valorados en todas las comunidades locales y que exista protección real para el año 2030. De esta manera, se podría asegurar la supervivencia de la especie.