
Francisco Cerúndolo está viviendo el mejor año de su carrera: semifinalista en el Masters 1000 de Madrid, finalista en Buenos Aires, top 20 consolidado. Pero cuando se sienta a hablar no hay ni épica ni cassette: hay alguien que sigue mirando tenis como fan y que prefiere hablar de objetivos concretos y terrenales, como rendir dos o tres materias en la facultad. “Me quedan nueve”, dice, sin ansiedad ni presiones.
Desde el Hamburgo Open, el argentino más importante del tenis actual cuenta cómo fue enfrentar a Jannik Sinner (mientras el Papa lo miraba por la tele), por qué siempre juega la semana previa al Roland Garros, y cómo lidia con las críticas en redes, que prefiere evitar pero inevitablemente le llegan.
Porque este jugador de 26 años habla como juega: con lectura del contexto y con una naturalidad que no busca convencer a nadie. Desde el manejo de la frustración hasta las decisiones logísticas en plena gira europea, todo lo que dice deja entrever a un tenista que no sólo crece en el ranking sino que, a la vez, madura.
Protagonista del primer día del torneo sin haber jugado partido, Cerúndolo cosechó fotos y pedidos de autógrafos tras participar del sorteo del cuadro, que lo emparejó con el español Pedro Martínez para su debut y en el que también se definieron dos cruces 100% argentinos: Sebastián Báez contra Camilo Ugo Carabelli, y Tomás Etcheverry frente a Francisco Comesaña.
-¿Qué esperás de Hamburgo? Teniendo en cuenta la historia argentina en este torneo y que ahora es además la antesala de Roland Garros.
-Es un torneo en el que a los argentinos les ha ido muy bien. Es la cuarta vez que vengo y he hecho cuartos de final, semifinal otro año… Creo que este 2025 vengo teniendo el mejor comienzo de año de mi carrera. Ojalá pueda trasladar a esta semana este buen momento.
-Te vimos haciendo algunos cambios técnicos en el último tiempo, con un revés que lastima mucho más, y un saque que venía bien pero ahora está aún más consolidado. ¿Cómo implementaste esos procesos?
-Son cosas que, a medida que vas subiendo en el ránking y te vas enfrentando a los mejores, te das cuenta de que tenés que pulir un poco. Al ya llevar cuatro años en este nivel, jugando mucho en cemento, noto que el saque ahí tiene mucha importancia. En Argentina, jugás toda la vida en polvo de ladrillo, entonces nadie le presta mucha atención.

-¿Por qué solés disputar torneos la semana previa a Roland Garros, cuando muchos prefieren no hacerlo?
-Primero, al ser argentinos, terminamos de jugar la semana anterior en Roma y nos quedan muchos días libres. No es que me puedo volver a casa como cualquier europeo y descansar o entrenar. Y, segundo, para no tener 10 o 12 días de entrenamiento hasta Roland Garros, prefiero jugar acá, sin por eso quitarle la importancia a lo que significa este torneo. Voy a poner todo el foco en Hamburgo, pero nuestro objetivo es poder llegar física y tenísticamente de la mejor manera a Roland Garros.
-¿Qué expectativas tenés para este Grand Slam?
-Voy paso a paso. Los últimos dos años he llegado a octavos de final. Me gustaría volver ahí, y estar en cuartos de final si se puede. Pero tampoco es mi objetivo principal.
-Recién hablabas de los días libres. ¿Qué haces en esos momentos? ¿Te gusta conocer la ciudad en la que estás? ¿O los pasás más tranqui?
-Salgo a pasear con familia, amigos o equipo. Caminamos, andamos en bici, vamos a conocer algunos lugares turísticos. Hay muchas ciudades a las que ya vine varias veces, entonces ya voy a puntos específicos que me gustan. Aprovecho para desconectar un poco.
-Hay cierta polémica con el tema del cambio de pelotas de un torneo a otro: algunos dicen que les molesta o que incluso se lesionan por eso. ¿Para vos es importante?
-No tengo ningún problema. Es como todo en la vida: hay que adaptarse a las circunstancias. Hay pelotas, canchas, superficies distintas. Si fuera todo igual sería bastante aburrido y capaz favorecería siempre a los mismos. Creo que tener un poco de variedad lo hace más interesante.

-¿Seguís estudiando Finanzas a distancia? ¿Cómo venís con eso?
-Lo llevo a mi ritmo. No me pongo ningún objetivo ni me estreso de más si no puedo rendir algo o no llego a tiempo, porque no es mi prioridad. Pero vengo bien, me quedan nueve materias de la Licenciatura [en Management en Economía y Finanzas]. Si puedo aprobar dos o tres este cuatrimestre, sería un golazo y, si no, no pasa nada, lo voy haciendo cuando puedo. Me distrae un poco del tenis y, mientras pueda, voy a seguir.
-¿Te divierte mirar tenis? ¿O, cuando no jugás, te desconectas?
-No, miro tenis casi todo el día. Me gusta analizar a otros jugadores en todos los niveles, ATP y también Challengers. Sobre todo argentinos, para ver cómo van evolucionando. Aunque tenga un día libre, capaz estoy con el celular viendo quién está jugando y chequeando los resultados. No es que me olvido por completo.
-¿Te enteraste de que el Papa te vio jugar?
-Sí. Justo al día siguiente vi que Jannik fue a verlo y el Papa le dijo “te vi anoche”. No sé si me quiso ver a mí o a Jannik [risas]. Me debe tener en su radar, así que algún día me verá de nuevo. Está buenísimo que le guste el tenis, que sea un jugador amateur y que trate de jugar cuando pueda.
-Después de un partidazo tuyo contra Sinner, el italiano aplastó a Ruud. ¿Qué sensaciones te dejó haber estado tan cerca?
-Por un lado, me pone contento saber que estoy en ese nivel. Por el otro, cuando perdés te vas con bronca, porque sabés que estuviste cerca, tuviste las oportunidades y podrías haber estado ahí nomás de llevarte la victoria. Una vez que van pasando los días, hay que tratar de tomar las cosas positivas del partido, porque el día que perdés estás enojado. Está bueno que todas las semanas vengo ganando y me dan la chance de jugar contra los mejores tan seguido. Competir contra ellos también te hace mejorar.
-En la entrevista post-partido con Ruud, se notó que, más allá de estar mal, también desdramatizaste un poco la cosa. ¿Cómo das vuelta la página? ¿Te resulta más fácil ahora que antes?
-Sí, obvio. A medida que fui creciendo y jugando cada vez más años, fui sacándole drama y calentura. Antes me enojaba mucho cuando perdía, me quedaba todo el día solo, en el hotel, no quería hacer nada. Estoy aprendiendo que tampoco sirve de mucho quedarse enojado por una derrota. Por otro lado, algunas veces duelen más que otras. Por eso, el equipo sabe que hay momentos en que capaz quiero estar solo para digerir un poco y, después, ya está, cambio el chip. Son procesos.
-¿Leés lo que se publica de vos en redes?
-Y… Bastante. No es que yo quiera, pero capaz estoy en Twitter, boludeando por así decirlo, y me aparecen muchas cosas.

-¿Aparecen solas, sin buscarlas?
-Claro, son de cuentas que no sigo porque no me gusta seguir nada en Twitter ni en Instagram. Hay muchas cosas buenas pero también muchísimas malas. Obvio que si después sale algo bueno, mi familia o mis amigos me lo mandan, y me termino enterando. Y, de lo malo, muchas veces también, porque alguien te lo hace llegar de alguna forma, pero trato de no leerlo. Hay gente que critica mucho sin saber, porque se creen opinólogos de todo y no te conocen. Y uno capaz lee algo en un día malo, le pega mal y se la agarra con la persona que se lo dijo y le quiere responder, y no tiene sentido, entonces es preferible evitar todo eso.
-¿Cómo te llevás con el éxito en un país como la Argentina?
-Es muy duro, porque todos esperan muchísimo de vos, que siempre ganes, hasta peleando contra los mejores. Y a la primera que no te va excelente, te salen a matar. También venimos de años de exitismo con la legión de Del Potro, Nalbandian, Coria… Capaz sos top 20 del mundo y te exigen mucho más de lo que sos y, hasta que no sos casi el número uno, no van a dejar de exigirte. Hay que saber entender un poco cómo es el país, no sólo en el tenis sino en todos los deportes y rubros. Es muy pasional en todo y eso me encanta. Yo soy fanático de Argentina. Pero también hay que saber llevarlo, porque es un país enorme y siempre está peleando por grandes cosas. Igual también me considero privilegiado y orgulloso de poder ser aquel que quizás comanda el tenis argentino hoy en día y del cual la gente espera cosas.
-¿Cuáles son tus objetivos para este año?
-Ya el primero lo cumplí, que era estar top 20 nuevamente. Y, a corto plazo, meterme en el top 15. Pero este año no me había puesto objetivos sobre ranking, torneos ni nada, sino más personales, a nivel técnico, mental, físico y de consistencia. Creo que desde cero los he ido cumpliendo. El año pasado capaz tenía partidos muy buenos, pero después muy malos. Eso no me daba la chance de mejorar en el ranking y seguir peleando. Creo que este año, al tener mucha más consistencia, me estoy dando la chance de ganar más partidos y pelear torneos más grandes. Eso se ve reflejado en el ránking. Sabía que, si cumplía esas cosas, tengo el nivel para pelearle a los más grandes.