
“Es inimaginable no saber si tu hijo está vivo o muerto, y luego enterarte de que está desmembrado y deshonrado; es incomprensible”. Con estas palabras, la jueza Laura Crivello expresó la magnitud del horror que envolvió el caso de Maxwell Anderson, el hombre de Milwaukee que fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por el asesinato y desmembramiento de Sade Robinson, una estudiante universitaria de 19 años, durante su primera cita.
La decisión judicial, tomada el viernes, cerró un proceso marcado por el dolor de la familia de la víctima, la crudeza de los hechos y la negativa del acusado a reconocer su responsabilidad.
La condena de Anderson, dictada en el condado de Milwaukee, responde a la gravedad de los delitos, homicidio doloso en primer grado, mutilación de cadáver y incendio provocado.

El jurado lo halló culpable en junio, tras un juicio en el que la fiscalía presentó pruebas contundentes sobre la secuencia de los hechos y la brutalidad del crimen.
Según la reconstrucción presentada, Anderson y Robinson se conocieron en un bar en marzo de 2024, apenas una semana antes del asesinato. El 1 de abril, ambos pasaron la tarde y la noche en dos bares, consumiendo alcohol, antes de dirigirse al apartamento de Anderson.

Las grabaciones de vigilancia, los mensajes de texto y el rastreo de llamadas telefónicas permitieron a los investigadores reconstruir los movimientos de la pareja.
Imágenes extraídas del teléfono de Anderson mostraron cómo él manoseaba a Robinson mientras ella yacía boca abajo en el sofá, en un estado que, según la fiscalía, la dejó incapacitada y sin posibilidad de defenderse.
Un video de vigilancia captó el vehículo de Robinson saliendo del apartamento de Anderson en la madrugada del 2 de abril y llegando a un parque junto al lago Michigan. La acusación sostiene que fue en ese lugar donde Anderson desmembró el cuerpo de la joven.
La brutalidad del acto quedó reflejada en la forma en que Anderson dispersó partes del cuerpo de Robinson por la ciudad, llegando a arrojar una de sus piernas en un parque infantil. Posteriormente, quemó el automóvil de la víctima detrás de un edificio abandonado y regresó a su domicilio en autobús.

La jueza Crivello, al dictar sentencia, calificó los crímenes de “inadmisibles” y los comparó con escenas propias de una novela de terror. Rechazó de plano las afirmaciones de inocencia de Anderson, subrayando que su percepción de la realidad “difiere de la del resto del mundo”.
Durante la audiencia, la familia de Robinson expresó su dolor y su indignación. Sheena Scarborough, madre de la víctima, afirmó que Anderson “arruinó a toda la comunidad” y pidió a la jueza que “este demonio sea devuelto respetuosamente al infierno lo antes posible”.
Por su parte, Carlos Robinson, padre de Sade, manifestó su deseo de que Anderson recibiera el mismo trato que infligió a su hija: “Todo lo que hizo debería serle hecho. Ningún hombre debería poder vivir después de lo que hizo. Así es como me siento. No puedo superar esto. No puedo”.
La defensa de Anderson, encabezada por Tony Cotton, solicitó que se le permitiera optar a la libertad condicional tras 25 años de prisión, argumentando que el acusado había servido en la Marina de los Estados Unidos y presentaba problemas de salud mental.
Cotton reconoció que Anderson tenía antecedentes por delitos menores relacionados con violencia doméstica, aunque subrayó que no se trataba de delitos graves en comparación con otros casos de homicidio. Expresó además su preocupación por la seguridad de Anderson en prisión, señalando que “al final, no hay justicia popular en este país”.

Anderson, por su parte, reiteró su inocencia ante la jueza y anunció su intención de apelar las condenas. Según la jueza Crivello, Anderson llegó a declarar ante un investigador que un desconocido habría secuestrado a Robinson después de que ella abandonara su apartamento tras la cita. En la audiencia, Anderson afirmó: “Espero que se haga verdadera justicia”.
La legislación de Wisconsin establece la cadena perpetua obligatoria para el homicidio intencional en primer grado, aunque deja en manos del juez la posibilidad de conceder la opción de libertad condicional.
En este caso, Crivello negó esa posibilidad a Anderson, a quien también impuso siete años y medio de prisión por el cargo de desmembramiento y un año y medio por el de incendio provocado. El cuarto cargo, ocultamiento de cadáver, fue desestimado el viernes, después de que la defensa argumentara que no podía ser condenado por ambos delitos.
La fiscalía, durante el proceso, detalló cómo Anderson descuartizó el cuerpo de Robinson y dispersó los restos, un acto que la madre de la víctima consideró como una afrenta no solo a la familia, sino a toda la comunidad. La jueza, con la voz entrecortada, concluyó que Anderson era irredimible y que sus crímenes quedaban fuera de toda comprensión humana.