
Corea del Sur celebra este martes unas elecciones presidenciales anticipadas marcadas por una crisis institucional sin precedentes. El ex presidente Yoon Suk Yeol fue destituido a finales del año pasado tras un intento fallido de imponer la ley marcial. Hoy, el país busca en las urnas a su nuevo líder, mientras los principales candidatos, Lee Jae Myung (Partido Demócrata) y Kim Moon Soo (Partido del Poder Popular), llaman a la movilización ciudadana.
“¡Ciudadanos, por favor, participen! Deben evitar que la República de Corea, que ustedes crearon con su sudor y pasión, se derrumbe”, escribió Kim Moon Soo en sus redes sociales poco después de la apertura de los 14.295 colegios electorales. El conservador, que fue ministro de Trabajo bajo la presidencia de Yoon, se ha presentado como la última barrera contra lo que calificó como una “dictadura monstruosa” si gana su rival progresista.
Lee Jae Myung, por su parte, pidió en Facebook una participación masiva “para que podamos superar la crisis actual y avanzar como una República de Corea que se recupera y crece”. Consideró que el país aún vive en un ambiente de “caos y desconfianza” y pidió al electorado emitir un “juicio severo y decidido” contra los conservadores responsables del intento de golpe.

Más de 44 millones de personas están habilitadas para votar, y se espera que los primeros resultados se conozcan a partir de la medianoche. Según datos oficiales, hasta las 14:00 horas ya habían votado más de 13 millones de personas, lo que, sumado al voto anticipado, eleva la participación al 65,5%.
Estas elecciones son consecuencia directa de la destitución de Yoon, quien enfrenta ahora cargos por insurrección y abuso de poder. En diciembre, intentó imponer la ley marcial en respuesta a protestas masivas, lo que fue percibido como un intento de golpe de Estado. El Parlamento, dominado por la oposición, votó su destitución, un proceso que concluyó con su destitución formal en febrero.
La inestabilidad política generada por este episodio ha afectado a la economía nacional. El Banco Central de Corea del Sur redujo su previsión de crecimiento para 2025 al 0,8%, en parte por las tensiones políticas internas y por el anuncio del presidente estadounidense Donald Trump de aumentar los aranceles al acero y aluminio surcoreanos al 50% a partir del 4 de junio.

Ambos candidatos han prometido estabilidad, pero con propuestas muy distintas. Lee, exgobernador de Gyeonggi y exalcalde de Seongnam, ha basado su campaña en promesas de igualdad, reformas sociales y un enfoque pragmático en política exterior.
“Si gana Kim, será el regreso de las fuerzas golpistas, la destrucción de la democracia y la pérdida de los derechos humanos”, dijo en uno de sus últimos discursos de campaña.
Kim Moon Soo, por su parte, advirtió que un gobierno liderado por Lee significaría “una dictadura al estilo de Hitler”. Ha prometido mantener una alianza sólida con Estados Unidos y rechaza cualquier intento de venganza política contra los sectores conservadores.
En materia internacional, ambos candidatos han mostrado cautela. Lee ha declarado que mantendrá la alianza con Washington como “base de la política exterior”, mientras que Kim ha prometido reunirse “lo antes posible” con Donald Trump. Respecto a Corea del Norte, Lee ha manifestado su disposición a apoyar la reanudación del diálogo, aunque reconoce que “será muy difícil” celebrar una cumbre con Kim Jong Un en el corto plazo.

El nuevo presidente asumirá el cargo de forma inmediata este miércoles, sin el habitual periodo de transición de dos meses. Deberá enfrentar una economía desacelerada, una relación incierta con Estados Unidos y una creciente amenaza nuclear por parte de Corea del Norte.
“La polarización política no desaparecerá con esta elección”, advirtió Chung Jin-young, exdecano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Kyung Hee. “El desafío será gobernar en un país dividido sin agravar las tensiones internas ni externas”.
(Con información de The Associated Press y Europa Press)