
Ayrton Senna fue un grande dentro y fuera de las pistas. Era muy creyente y llegó a reconocer la presencia de Dios tras su abandono en Mónaco 1988, el día que lideró por casi un minuto de ventaja sobre su compañero de equipo en McLaren y gran rival, Alain Prost, pero terminó contra el muro previo al túnel. También cuando circulaba por la mítica curva de Eau Rouge en Spa-Francorchamps, en Bélgica.
En su momento el tricampeón de Fórmula 1 tuvo un gran gesto con un joven al que ayudó a despertarse de un coma. Se trata de una emotiva historia que ocurrió en Imola, el lugar donde justamente hace 31 años falleció el recordado astro brasileño.
En la mañana del domingo 4 de marzo de 1990 hubo un fuerte accidente en las calles de la mencionada ciudad italiana, donde se ubica el Autódromo Enzo y Dino Ferrari. El siniestro fue justo frente a un hospital. Massimo Bulzamini venía en una moto con un amigo y salió despedido. El joven de 18 años sufrió una brutal caída y fue trasladado al centro médico. Llegó con la columna lesionada, las extremidades paralizadas y debió contar con la respiración asistida por una máquina. Quedó tetrapléjico y entró en un coma profundo. En ese momento nadie supo cuándo podría recuperarse, según relata el sitio Salracing.
En las primeras horas las enfermeras y los médicos iniciaron su rehabilitación. Uno de los galenos propuso aplicar una nueva terapia que estuvo probando para pacientes en coma. La idea se basó en tratar de despertar a los pacientes con sonidos y voces que les sean muy queridos. Debía ser un mensaje grabado y reproducido repetidamente para mantener activo el cerebro del paciente y potencialmente despertarlo. El audio tenía que actualizarse después de un tiempo para evitar que el cerebro se acostumbre a él y lo bloquee.
El médico les dijo a los padres de Massimo que si estaban de acuerdo se podía intentar y que no le generaba dolor al paciente. Ellos lo aprobaron y en las siguientes semanas sus padres y amigos pudieron conversar con Massimo, ya sea junto a su cama o a través de cintas de grabaciones en casetes. En alguno de esos audios, el médico escuchó que el joven era un fanático del automovilismo y de Senna en especial. Eso lo llevó a comprobar su teoría nuevamente y mediante un conocido logró llegar al corredor brasileño. Ayrton se enteró de la historia y aceptó sin dudar. Lo ayudó su fluido italiano que aprendió de la época del karting cuando corrió para el constructor Angelo Parilla a finales de los años ‘70 y principios de los ‘80.
La primera vez que Ayrton conversó con Massimo fue unas semanas más tarde. Lo visitó en el hospital y le habló de automovilismo, de las carreras de F1 y de su época del karting en Italia. También le contó sobre su visión de la vida y sus esperanzas para que Massimo se reponga. Esa parte final fue grabada en un mensaje que quedó registrado para futuras repeticiones y así Bulzamini lo escuchó durante un mes entero.
A partir de ese momento, cada vez que Ayrton probó o corrió en Imola visitó a Massimo en el hospital y grabó nuevos mensajes. Se perdieron varias cintas, pero una que pudo recuperarse dice: “Hola Massimo, soy Ayrton Senna, piloto de Fórmula 1. Intenta escucharme si puedes. Tienes que reaccionar, levantarte, tienes que dar lo mejor de ti porque todos aquí te queremos y te esperamos en Imola para las pruebas. Esperemos que te recuperes pronto. Adiós”.
En 1992, Massimo despertó. El hospital le proporcionó un televisor conectado a la batería que era del motor de una lancha, ya que consideraron muy peligroso enchufarlo junto con todo el equipamiento del hospital. Un día, mientras miró un partido de fútbol de la Juventus, entró el médico y apagó el televisor. Massimo se puso triste, pero todo cambió cuando vio a su gran ídolo: Senna lo fue a ver otra vez y el joven cayó en su asombro. Sus lesiones le impidieron hablar con claridad, pero eso no le impidió charlar con Ayrton. “Estaba emocionado y feliz al mismo tiempo”, recordó Massimo.
Ambos forjaron una relación que fue esporádica en cuanto a la presencia, pero que siempre fue de cercanía gracias al gesto del piloto nacido en San Pablo el 21 de marzo de 1960. Unos 20 días antes del Gran Premio de San Marino de 1994, Senna visitó nuevamente a Massimo. Durante el mismo fin de semana de la carrera del 1 de mayo de 1994, Ayrton grabó otro mensaje para Massimo, pero nunca llegó a entregárselo. Sufrió su choque fatal en la séptima vuelta en la curva de Tamburello y a bordo de un Williams lideró una carrera de F1 hasta el último día de su vida.

En el hospital, Massimo no lo podía creer: vio en directo la tragedia de Senna por el mismo televisor que siguió conectado a la batería: “Vi el accidente y luego oí el helicóptero pasar sobre el hospital. Lo único que pude hacer fue rezar por Ayrton”. Esa noche, Senna falleció.
Tiempo más tarde, Massimo escuchó las grabaciones de Senna muchas veces: “Ayrton me decía que me despertara para poder ver las carreras con él”. En 2008, Massimo fue trasladado a una unidad de cuidados intensivos. También fue visitado por un amigo de Senna, Rubens Barrichello, quien también se conmovió con su historia. Bulzamini finalmente falleció a las 21.12 horas del 2 de marzo de 2015 (casi 25 años después de su accidente), en la habitación del tercer piso del hospital Santa Maria della Scaletta, a causa de una complicación infecciosa surgida a raíz de su ya gravemente comprometido estado general, según informó el portal Tutto Imola.
Al momento de su deceso, Massimo tenía solo 43 años. Pasó más de la mitad de su vida en un hospital y su historia estuvo entrelazada con la de muchos trabajadores de la salud, que además de asistirlo, también lo amaron. Y durante todo este tiempo, Massimo mantuvo una foto de él y Ayrton junto a su cama y no quiso no hacerla pública. “Me gustaría que siguiera siendo mía”, dijo. Más tarde su familia aceptó difundir la imagen.

El mencionado medio italiano agregó que la habitación de cuidados intensivos en la que Massimo pasó sus últimos años era privada y personalizada. Se ganó el respeto y cariño de todos los enfermeros, médicos y el personal del hospital que lo adoptaron como uno más. Pero lo que más marcó a ellos fue que Bulzamini fue “una persona especial que nunca se rindió y participó activamente en la vida de la comunidad del hospital”. También fueron claves en su historia sus amigos que siempre lo rodearon. Además de Senna, fue visitado por otros famosos como el periodista Ezio Zermiani y Giorgio Serra “Mattitaccia”, un importante dibujante de las revistas Motosprint y Autosprint y otros referentes del automovilismo italiano que Massimo tanto amaba.
Siempre que fue posible, le gustaba que lo acompañaran a eventos en su ciudad, Imola, gracias a la silla de ruedas equipada con un respirador que había deseado fuertemente, siguiendo el ejemplo de Christopher Reeve, el actor que había interpretado a Superman y que, debido a un accidente, sufrió lesiones y consecuencias muy similares a las de Massimo.
Pese a sus complicaciones, Massimo Bulzamini representó un ejemplo para quienes tuvieron traumas similares. Su historia le permitió a aquel médico que lo atendió comprobar una teoría para ayudar a sus pacientes. También sirvió como inspiración para muchos. En su historia Ayrton Senna fue clave con un gesto de campeón abajo del auto.