El preocupante presente del River de Gallardo que parece encaminarse a un fin de ciclo

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La cara de preocupación deLa cara de preocupación de Marcelo Gallardo refleja su mal momento en River (Foto ALEJANDRO PAGNI / AFP)

Un simple dato que en otro momento hubiera sido irrelevante para los hinchas de River Plate sirve para ejemplificar el presente del conjunto de Núñez: ayer, en el cierre de la fecha 12 del torneo Clausura de la Liga Profesional muchos simpatizantes millonarios estuvieron pendientes del resultado de Platense-Riestra, ya que si los dirigidos por Gustavo Benítez llegaban a imponerse en Vicente López ese triunfo les iba a permitir superar en la tabla anual a los de Marcelo Gallardo, dejándolos, al menos por el momento, afuera de los puestos de clasificación a la Copa Libertadores.

El partido finalmente terminó igualado 1 a 1 y River mantuvo esa posición de privilegio. Así viven el presente los hinchas riverplatenses, mirando resultados ajenos -como el de Riestra, que justamente hace poco logró un histórico triunfo en el Monumental-, ya que el equipo dirigido por el Muñeco está muy lejos de aquel conjunto arrollador de su primer ciclo que inscribió su nombre a fuerza de alegrías en las páginas de gloria millonarias. Esas gestas convirtieron a Gallardo en estatua -literal-, pero el contraste entre aquel entrenador del bronce y este, de carne y hueso, es cada vez más notorio. Aquel Gallardo, el que arrancó con el buzo de DT riverplatense en 2014, alcanzó logros históricos, como dos Copas Libertadores, una nada menos que derrotando a Boca en la final, disputada en Madrid. Este también está haciendo historia, pero de esa que queda registrada en la estadística negativa.

En este rubro se consignan caídas contras rivales de menor valía jugando en condición de local -Riestra, Sarmiento-, con el agravante de que se produjeron frente a un público que nunca falla y suele llenar el estadio Monumental, que luce a pleno cada fin de semana. Se trata de derrotas en serie que remiten a épocas lejanas, nada menos que del pre-descenso. De hecho, el conjunto de Núñez atraviesa su peor racha en 15 años. Un dato curioso: la última vez que perdió cuatro partidos seguidos fue en 2010, cuando Gallardo todavía era jugador.

El "Muñeco" apeló a jugadoresEl "Muñeco" apeló a jugadores de la vieja guardia, como Enzo Pérez, pero no logró resultados (Fotobaires)

De todos modos, las estadísticas, si bien sirven para reflejar momentos, son solo eso, estadísticas. Lo peor para los fanáticos de River en este momento es asimilar una incógnita que cada domingo se hace más dolorosa: ¿está Gallardo en condiciones de dar vuelta la historia? ¿O se está ante un irreversible fin de ciclo? De más está decir que si Gallardo llegó hasta acá -otra nueva eliminación de Copa Libertadores sin atenuantes, flojos rendimientos, caídas frente a rivales débiles, un presupuesto superlativo usado a pleno, falla en la elección de jugadores y un largo etcétera- es solo por su apellido glorioso y por su ancha espalda, productos de su brillante pasado con el buzo que supieron calzarse otros notables, como Ángel Labruna, el Bambino Veira y Ramón Díaz.

Los hinchas, primero por lo bajo, y ahora cada vez más desembozadamente, cuestionan sin dudar al Muñeco, a quien ven con otro semblante, golpeado, con un discurso ya que no parece convencer, ni a sus dirigidos ni a los que ocupan cada domingo las tribunas. La palabra fue un arma clave de Gallardo en el pasado. En épocas de gloria, cuando el equipo se mancaba, o había un traspié, las arengas del entrenador, sus llamados a “creer” en el equipo alcanzaban para inflar el pecho y mirar el futuro con optimismo. Tanto sus dirigidos como los hinchas confiaban plenamente en el efecto motivador del DT. Esa magia ya no surte efecto y algunos hasta dicen que duele escuchar las conferencias del entrenador. Los insultos del último fin de semana en el Monumental estuvieron dirigidos a los jugadores -nadie se atrevería a personalizarlo en Gallardo-, pero aquellos que conocen el paño dicen que esos dolorosos cánticos también estuvieron destinados para él.

Si hablamos de discursos, Gallardo habló hace relativamente poco de “equipo de construcción”. ¿A esta altura del año? ¿Después de haber gastado millones? Yendo a lo futbolístico, el director técnico millonario probó esquemas, nombres y tácticas diversas. Todas sin éxito. Un caso paradigmático es el del volante central, un puesto clave, donde volvió a confiar en el mendocino Enzo Pérez, un baluarte del River glorioso de la primera etapa del Mister. Sin embargo, el experimentado volante no estuvo a la altura en este regreso, y por allí pasaron otros nombres, todos con escasa suerte, aunque sus incorporaciones haya costado varios millones. Ocuparon ese rol Rodrigo Villagra, Matías Kranevitter, Juan Carlos Portillo, el juvenil Agustín De la Cuesta y el colombiano Kevin Castaño, quien si bien llegó para complementar a Pérez, también terminó jugando allí. La confusión del Muñeco en este momento parece ser tal que en la reciente derrota frente a Sarmiento ubicó allí a un chico con gran potencial, Thiago Acosta, pero que viene desempeñándose en inferiores en puestos más ofensivos.

La decisión tomada con Acosta suena contradictoria si se recuerda que Gallardo habló en esta etapa de “llevar de a poco” a los juveniles para “no quemarlos”, como se dice en la jerga futbolística. Como ejemplo cabe mencionar el caso de Franco Mastantuono. Este debutó de la mano de Martín Demichelis, pero perdió rodaje cuando regresó Gallardo. Para el Muñeco lo mejor era llevarlo de a poco, no cargarlo de presiones. Incluso se enojaba con quienes le cuestionaban esta decisión, pero a fuerza de grandes actuaciones Mastantuono se impuso, terminó siendo titular indiscutido y vendido al Real Madrid en lo que fue un pase récord.

Bajo una intensa lluvia, SarmientoBajo una intensa lluvia, Sarmiento le dio otro duro golpe al River de Gallardo (Foto: FOTOBAIRES)

Todo esto hace pensar seriamente en cuáles son las posibilidades del Muñeco de de continuar en el banco “millonario”. Si bien su contrato finaliza a fin de año, todo hacía prever que luego de las elecciones en el club sería confirmado para que renueve, pensando en la firma de un largo contrato de continuidad. Ahora, nadie puede asegurar que esto ocurra. De acá a fin de año, el objetivo más tangible para River será conseguir un boleto en la próxima Copa Libertadores. En pos de este lugar, tiene varios caminos: clasificar por tabla anual, lograr una plaza logrando el título del Torneo Clausura -hoy está quinto en su grupo y clasifican ocho- o ganando la Copa Argentina.

Los compromisos que River tiene por delante para buscar cerrar el año con un poco más de tranquilidad a priori no parecen fáciles. El próximo sábado deberá visitar al Talleres de Carlos Tevez, que viene de ganarle a Gimnasia en La Plata y necesita con apremio sumar puntos para escapar definitivamente del fantasma del descenso. Luego, el viernes 24 de octubre enfrentará a Independiente Rivadavia -un equipo que ya lo complicó en esta última etapa de Gallardo- por las semifinales de la Copa Argentina. Más tarde llegarán Gimnasia en el Monumental, Boca en la Bombonera y finalmente Vélez en Liniers. El Superclásico, del que sobran palabras para destacar su importancia, puede ser un partido bisagra para el ya complicado presente “millonario”. Ese día, River puede llegar al estadio de su eterno rival con la necesidad de obtener un triunfo para sellar su clasificación a la Copa Libertadores o incluso para asegurar su pase a los Playoffs. Incluso, puede arribar a la cita tras sufrir un traspié en Copa Argentina. Sin embargo, esto es fútbol y todo es posible cuando la pelota empieza a rodar. Esos mismos hinchas de River que hoy cuestionan a Gallardo tal vez en el fondo de sus sentimientos sigan esperando que el Muñeco resurja y pueda enderezar un barco que parece a la deriva.

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