El misterio del desplome de la inversión china

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El misterio del desplome deEl misterio del desplome de la inversión china (REUTERS/Thomas Peter)

Los críticos de la economía china suelen quejarse de que su inversión es excesiva y que las estadísticas oficiales exageran su desempeño. Sin embargo, las cifras mensuales recientes han cambiado la perspectiva. La inversión en infraestructura, manufactura y construcción ha sido alarmantemente débil; tan débil, de hecho, que algunos analistas creen que las cifras son demasiado malas para ser ciertas.

Cada mes, China publica datos sobre la inversión del país en activos fijos (es decir, aquellos que no son inventarios). Informa cuánto se ha gastado desde principios de año y lo compara con el mismo período del año anterior. En los primeros nueve meses de 2025, China gastó 37,2 billones de yuanes (5,2 billones de dólares). Parece una cifra elevada, pero representa un 0,5% menos que el año anterior. Fue la primera vez, fuera del contexto de la pandemia de COVID-19, que China registró una cifra negativa en más de 30 años.

El descenso no se distribuyó uniformemente a lo largo del año. Todo parecía normal hasta el verano. Entonces, el gasto se desplomó. Las cifras oficiales indican que la inversión se contrajo un 6,6% en el tercer trimestre con respecto al año anterior. Aparentemente, este es el tipo de colapso que los pesimistas sobre China llevaban tiempo prediciendo y que la economía mundial temía desde hacía tiempo: China, por fin, llegando a su destino en su “carrera hacia el infierno”, como la describió un crítico en 2010.

Aunque la inversión inmobiliaria lleva años en declive, hasta el verano se vio compensada por el aumento de la inversión en otros sectores de la economía, como la manufactura, la infraestructura y los servicios. Los optimistas podrían señalar esta resistencia como prueba de que los problemas económicos de China se debían principalmente al desplome del mercado inmobiliario, más que a una pérdida generalizada de confianza en las perspectivas del país o en sus políticas. Sin embargo, en el tercer trimestre, la inversión, incluso fuera del sector inmobiliario, flaqueó, con una caída del 3,5 % respecto al año anterior.

Una posible explicación reside en la campaña gubernamental contra la “involución”, término que las autoridades chinas han empleado para referirse a la competencia desleal. Las guerras de precios y otras agresivas maniobras para acaparar cuota de mercado suelen ser consecuencia de una sobreinversión pasada, que ha generado una capacidad de producción superior a la que el mercado puede absorber. Esta sobreinversión, a su vez, suele ser resultado de una carrera armamentística entre gobiernos provinciales o municipales, deseosos de impulsar empresas líderes locales en sectores de moda.

Los líderes chinos llevan más de un año preocupados por esta tendencia, pero su alarma se ha intensificado recientemente. En julio, una reunión del Politburó, compuesto por 24 miembros, entre los que se encuentran las figuras más influyentes del Partido Comunista Chino, hizo hincapié en la necesidad de erradicar la “competencia desordenada”. Al intentar cultivar “nuevas fuerzas productivas”, los gobiernos locales deben evitar “lanzarse precipitadamente a nuevas iniciativas”, declaró Xi Jinping el 20 de octubre.

Sin embargo, esta explicación presenta un problema. La debilidad de la inversión no se ha concentrado en los sectores afectados por la campaña contra la involución, señala Adam Wolfe, de la consultora Absolute Strategy Research. Por ejemplo, si bien se ha criticado a los fabricantes de automóviles por reducir los precios de forma excesiva, su gasto en inversión creció un 19% entre enero y septiembre, en comparación con el año anterior.

Es posible que los gobiernos locales hayan interpretado la campaña como una invitación más amplia a reducir gastos. El Ministerio de Finanzas de China les ha facilitado la emisión de bonos este año para sufragar otras obligaciones “ocultas”, incluidas las deudas fuera de balance de las empresas de infraestructura que patrocinan. Sin embargo, los gobiernos locales han ido más allá de lo previsto por el Ministerio de Finanzas, utilizando fondos destinados a financiar inversiones para pagar deudas. Zhao Wei, de Shenwan Hongyuan, una firma de valores china, estima que el déficit asciende a unos 400.000 millones de yuanes, cantidad suficiente para explicar aproximadamente la mitad de la desaceleración de la inversión, según afirma.

¿Pero es esa la explicación completa? El desplome de la inversión no se refleja de forma consistente en otras cifras relacionadas, señala Andrew Batson, de Gavekal Dragonomics, una firma de investigación. Lo más llamativo es que la Oficina Nacional de Estadística de China afirma que el gasto de capital contribuyó con casi una quinta parte del crecimiento del PIB en el tercer trimestre. Si esto es cierto, la inversión habría tenido que crecer más del 2% interanual, ajustado a la inflación.

Existen algunas razones técnicas por las que las dos series de cifras podrían no coincidir exactamente. Las cifras de inversión mensual incluyen, por ejemplo, la compra de terrenos, que no se tiene en cuenta en el cálculo del PIB. También omiten las existencias, que sí se incluyen. Sin embargo, estas diferencias técnicas no parecen suficientes para explicar una discrepancia estadística tan grande.

La explicación alternativa del Sr. Batson es que, por una vez, las cifras mensuales subestiman el desempeño de China. Los gobiernos locales, deseosos de demostrar su compromiso en la lucha contra la involución, están declarando menos gastos de inversión de los reales. Si en el pasado exageraron dichos gastos, la campaña contra la involución les proporciona una coartada para ajustar sus estadísticas. Los chinos lo llaman “exprimir al máximo” las cifras.

Quizás la mejor prueba de que el desplome de la inversión es menos grave de lo que parece es que el propio gobierno no está entrando en pánico. Hasta ahora, su respuesta política ha sido moderada, muy inferior al ambicioso plan de estímulo del año pasado. La agencia de planificación de China ha autorizado a los tres bancos de desarrollo del país a adquirir participaciones por un valor combinado de 500.000 millones de yuanes en 2.300 proyectos de inversión. El Ministerio de Finanzas también ha flexibilizado la cuota de bonos que los gobiernos locales pueden emitir este año.

Esto deja dos posibilidades. O bien los gobiernos locales chinos están diciendo la verdad sobre el colapso de la inversión y el gobierno central está reaccionando con tibieza ante el problema, o bien los gobiernos locales chinos están “rectificando” la involución falsificando los datos. Ninguna de las dos opciones resulta del todo tranquilizadora.

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