La Ciudad de la Moda se paralizó con el Clásico della Madonnina, que definió al primer finalista de la Copa Italia. Los ojos vidriosos de varios de los protagonistas, entre ellos Lautaro Martínez, reflejaron la emoción que se vivió en la previa, cuando el Inter le dedicó un maravilloso homenaje al Papa Francisco, con imágenes del Sumo Pontífice en la pantalla gigante del Giuseppe Meazza.
Tras el empate en uno disputado en el primer cruce, la revancha comenzó con dos propuestas similares, en donde los intérpretes optaron por evitar los riesgos y llevar el choque con cautela e inteligencia. Recién a los 10 minutos de la etapa inicial se generó la primera ocasión. Llegó en los pies de Matteo Darmian, quien se proyectó por la banda derecha aprovechando un descuido de Theo Hernández y buscó sorprender con un remate cruzado. Para fortuna de Mike Maignan, la pelota se fue a 30 centímetros del poste del arquero.
Un travesaño rabioso que se interpuso en el grito de Federico Dimarco fue otra clara chance para que el Nerazzurro se pusiera en ventaja, pero la fortuna no estaba de su lado.
Después de tanta especulación, el Milan logró abrir el marcador después de una combinación entre Youssouf Fofana y Álex Jiménez que terminó en un preciso centro a la cabeza de Luka Jović. El serbio no perdonó y con un frentazo festejó el 1 a 0. Naturalmente, el vuelo de Josep Martínez le dio una cuota de estética a la conquista del Rossonero.
El golpe le dejó la mandíbula floja al Inter, que a pesar del algún intento esporádico del Toro, en el inicio del complemento volvió a sufrir la efectividad de la ofensiva propuesta por Sérgio Conceicao.
Es que un tiro de esquina, en el que se paralizó toda la defensa del Nerazzurro, Luka Jović capitalizó las desconcentraciones ajenas y sentenció el 2 a 0. El boleto para la gran final empezaba a teñirse de rojo y negro.
Antes del último cuarto de hora Hakan Calhanoglu logró abastecer a Stefan de Vrij con un envío al centro del área adversa, pero la notable respuesta de Mike Maignan evitó el descuento. A los de Simone Inzaghi se les agotaba el tiempo y cada vez tenían menos recursos para igualar la serie.
Sobre el final, con más desesperación que buenas ideas, el Inter quedó descompensado y el Milan no perdonó: una triangulación letal compuesta por Álex Jiménez, Tammy Abraham y Rafael Leão que concluyó en el grito de Tijani Reijnders. La victoria se transformó en goleada para que la imponente ciudad del norte de Italia tenga un solo dueño y ahora vaya por la gloria el próximo 14 de mayo frente al Empoli o Bologna.
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