El contrato que ya no significa compromiso

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En las últimas temporadas, la agencia libre de las Grandes Ligas ha dejado de ser un proceso natural de vencimiento de contratos para convertirse en una estrategia calculada. Jugadores como Alex Bregman, Pete Alonso o incluso algunos brazos como el japonés Shota Imanaga y el cerrador Robert Suárez han entendido que la cláusula de salida no es una puerta de emergencia, sino una herramienta de poder.

Cada invierno se repite la misma historia de peloteros que aún tienen compromisos vigentes y deciden probar suerte de nuevo, buscando “el contrato que realmente merecen”. La pregunta es si eso sigue siendo parte del negocio o si lo desvirtúa.

Las cláusulas de salida se crearon como una forma de equilibrio, una garantía para el jugador que firma por menos años a cambio de cierta seguridad. Pero hoy parecen una moneda de cambio desequilibrada. Alonso y Bregman, asesorados por Scott Boras, no dudaron en renunciar a acuerdos multimillonarios para volver al mercado, donde el simple rumor de una guerra de ofertas ya eleva sus cifras.

Lo mismo ocurre con lanzadores que capitalizan una buena temporada para reescribir su valor. Robert Suárez, quien renació con San Diego tras un 2025 brillante, usará la cláusula para buscar un contrato más largo. Y Shota Imanaga, sensación de los Cachorros, sabrá que su precio jamás será tan alto como ahora.

"Una renegociación disfrazada"

¿Está mal aprovecharlo? No necesariamente. Las reglas lo permiten, los equipos aceptan las condiciones y el sindicato lo celebra. Pero el espíritu del juego se debilita cuando cada buen año se convierte en una renegociación disfrazada. La estabilidad que solía dar un contrato se desvanece y el mercado se vuelve efímero.

Quizás el problema no sea que los jugadores se salgan del contrato, sino que el sistema los haya educado para hacerlo. El béisbol, en su afán de maximizar cada dólar y cada WAR, convirtió la lealtad en una estadística prescindible. Hoy ya no importa la firma, ni la promesa, ni el “me quedo” que antes sellaba una era. En este negocio, la palabra vale lo que dura una buena temporada. Después, todo se renegocia.

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