Videos de loros grises africanos parlantes conquistaron plataformas como TikTok y YouTube, acumulando millones de visualizaciones y seguidores en todo el mundo. Según una investigación de Rolling Stone, este fenómeno viral impulsó una demanda internacional inédita de esta especie, catalogada como en peligro de extinción, y alimentó un mercado negro global que facilita el tráfico ilegal desde África hacia Medio Oriente y Asia.
Durante la última década, la popularidad digital hizo del loro gris africano una de las aves más codiciadas y traficadas, con ejemplares cuyo precio puede alcanzar los USD 7.000.
La presencia de estos loros en redes sociales no solo cambió la percepción pública, sino que también abrió la puerta a nuevos mercados de fauna exótica. Influencers y creadores de contenido convirtieron a sus mascotas en celebridades digitales.
Un caso destacado es Apollo, un loro gris que, junto a Dalton y Tori Mason, acumula casi tres millones de seguidores en TikTok y ostenta un récord Guinness por identificar la mayor cantidad de objetos en tres minutos. Rolling Stone destaca que los ingresos generados por la publicidad y las ventas asociadas permitieron a los Mason dedicarse por completo a su canal, con ganancias anuales estimadas en USD 120.000.
La fama digital generó una demanda global inédita por el loro gris africano, propiciando su sobreexplotación y el surgimiento de mercados ilícitos (Freepik)Este auge digital tuvo un efecto directo en la demanda mundial de loros grises africanos. Rowan Martin, director del programa de conservación en África de World Parrot Trust, explicó a Rolling Stone que los videos de estas aves “están abriendo nuevos mercados para la fauna exótica”.
La fascinación por sus habilidades cognitivas y su capacidad de imitación motivó a compradores de Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, Malasia e Indonesia a buscar ejemplares jóvenes, considerados ideales para el aprendizaje y la interacción.
El comercio global de la especie se basa en redes complejas, tanto legales como ilegales. Comerciantes como Gideon Fourie, uno de los principales exportadores de Sudáfrica, desarrollaron negocios dirigidos a clientes en Medio Oriente y Asia.
Sudáfrica y la República Democrática del Congo se han consolidado como puntos clave en el entramado mundial que abastece a compradores de Medio Oriente y Asia (Freepik)Fourie afirmó a Rolling Stone que la demanda supera ampliamente la oferta: “Si pudiera conseguir 2.000 crías de loro gris africano, las enviaría mañana mismo”. El precio en Sudáfrica ronda los USD 440 por animal, mientras que en mercados de destino puede superar los USD 600, según la edad y el estado del ejemplar.
Las principales rutas del tráfico ilegal parten de la República Democrática del Congo y otros países de África Central y Occidental. Los traficantes emplean métodos sofisticados, como compartimentos secretos, alteración de permisos, identificación falsa de especies y sobornos a funcionarios aeroportuarios.
El tráfico de huevos se incrementó de manera alarmante debido a su facilidad de ocultamiento y transporte. En 2025, un ciudadano tailandés fue condenado tras intentar extraer 72 huevos de loro de Sudáfrica a Hong Kong, con un valor total superior a USD 153.000. Según Martin, la magnitud de este tráfico resulta “asombrosa”.
El comercio ilegal de huevos de loro gris africano surge como nueva modalidad delictiva, facilitando el transporte clandestino y elevando los riesgos para la especie (Imagen Ilustrativa Infobae)La situación de la especie es crítica. El loro gris africano fue incluido en 2016 en la lista de especies en peligro de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), tras una drástica caída de sus poblaciones silvestres.
Estudios citados por Rolling Stone indican que en Ghana las poblaciones disminuyeron entre un 90% y un 99% desde los años 90. Los conservacionistas John y Terese Hart documentaron el paso de más de 17.000 loros grises capturados por un solo aeropuerto de la República Democrática del Congo en 2024. “Es un ave icónica, pero está siendo diezmada”, advirtió John Hart.
El impacto ecológico y ético del comercio preocupa a las organizaciones conservacionistas. Karen Windsor, directora de Foster Parrots, subrayó a Rolling Stone que “cada célula en el cuerpo de un loro está diseñada para volar”, y que el cautiverio desencadena enfermedades y conductas autodestructivas. Los rescates registraron un aumento de aves abandonadas por compradores que no previeron las necesidades de animales cuya esperanza de vida supera los 80 años.
El declive acelerado de los loros grises africanos en libertad expone el dilema ético del cautiverio y el abandono rutinario por parte de dueños inexpertos (Freepik)El tráfico ilegal prospera por la debilidad de los controles regulatorios y la corrupción. Smaragda Louw, fundadora de Ban Animal Trading en Sudáfrica, denunció prácticas fraudulentas, envíos a direcciones falsas, uso múltiple de permisos y ausencia de anillos identificatorios en muchas aves. “Eres un traficante. No puedes exportar animales legalmente, fin de la historia”, sentenció Louw.
El medio afirma que las sanciones suelen ser bajas y la prohibición internacional del comercio de individuos capturados en la naturaleza no logró frenar la actividad, que se adapta a nuevas formas de fiscalización.
Las redes sociales y aplicaciones cifradas revolucionaron la logística del tráfico ilegal: las transacciones se realizan en grupos cerrados y mediante mensajes encriptados, dificultando la intervención de las autoridades.
Pese a las recientes prohibiciones y métodos forenses de control, la lucha contra el tráfico clandestino requiere estrategias innovadoras y mayor cooperación internacional (Freepik)Ian Guildford, investigador de la National Wildlife Crime Unit del Reino Unido, resumió: “Es alta recompensa y bajo riesgo”. Los traficantes aprovechan la baja prioridad de las fuerzas de seguridad, enfocadas en otros delitos.
Frente a este panorama, las iniciativas de conservación luchan con grandes desafíos. En la República Democrática del Congo, la reciente ley nacional que prohíbe la captura, transporte y comercio de loros grises es un avance, aunque expertos como Terese Hart advierten que el tráfico continuará en la clandestinidad.
Se desarrollaron técnicas forenses innovadoras, como el análisis del microbioma intestinal, para detectar individuos capturados en la naturaleza, pero su uso aún no es generalizado.
Rolling Stone concluye afirmando que, a pesar del esfuerzo de rescate y rehabilitación, la magnitud del comercio ilegal supera la capacidad de respuesta de las organizaciones. Sin embargo, en centros como el de Dingi, algunos loros logran reintegrarse a su hábitat y reincorporarse a la naturaleza, reanudando el vuelo con sus plumas rojas brillando bajo el sol.
hace 1 hora
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