
Zhang Jinming, un empleado de 30 años de una empresa estatal de bienes raíces en China, ha visto reducido su salario mensual a 4.200 yuanes (585 dólares), frente a los 5.500 yuanes que solía percibir. Para compensar esta disminución del 24%, Zhang trabaja como repartidor de comida durante tres horas cada noche después de su jornada laboral y también los fines de semana. Zhang manifestó su preocupación por la percepción social de sus actividades complementarias: “Ser repartidor a tiempo parcial mientras se trabaja en una empresa estatal no se considera precisamente respetable”, declaró a Reuters.
La presión financiera lo obliga a buscar ingresos extra, a pesar de que esto implique extender su jornada laboral hasta las 23:30. En ese tiempo, Zhang obtiene entre 60 y 70 yuanes cada noche. Junto con la pérdida salarial, se ha visto forzado a asumir mayores responsabilidades laborales debido a la renuncia de varios colegas que también se han visto afectados por la reducción de salarios.
La falta de demanda interna en China ha afectado los beneficios empresariales, lo que ha llevado a que numerosos trabajadores enfrenten recortes salariales y busquen empleos secundarios para poder cubrir sus necesidades. Esta tendencia se repite en distintos sectores, mientras empresas y trabajadores intentan adaptarse a la desaceleración del consumo local y la competencia internacional.
El entorno económico de China muestra un crecimiento desigual, con cifras oficiales que señalan un incremento del 5,2% en el producto interno bruto durante el segundo trimestre. Si bien la economía se beneficia del fortalecimiento de su sector exportador e industrial, la falta de una demanda interna sólida está presionando los beneficios de las compañías y, en consecuencia, los ingresos de los trabajadores.
El auge de las exportaciones ha permitido que fábricas y puertos sigan operando, incluso frente a los aranceles implementados por Estados Unidos. Sin embargo, problemas como los retrasos en los pagos de contratos y facturas están aumentando, incluso entre empresas líderes en sectores clave como la automoción y la electrónica, así como en los servicios públicos manejados por gobiernos locales altamente endeudados.

La feroz competencia internacional, sumada a las tensiones comerciales globales, limita la rentabilidad industrial y favorece la deflación en los precios de fábrica, aun cuando los volúmenes de exportación crecen. Estas condiciones están llevando a que las empresas implementen recortes de gastos en un intento por responder a la reducción de sus márgenes, afectando de manera directa a los empleados como Zhang Jinming.
Economistas citados por Reuters, como Max Zenglein del Conference Board of Asia, señalan que este modelo económico favorece a los exportadores sobre los consumidores internos, generando lo que describen como una economía “a dos velocidades”, con un sector industrial dinámico que contrasta con la debilidad del consumo doméstico.
En el sector público, especialmente en el ámbito educativo, los retrasos en el pago de salarios se han convertido en una realidad para docentes en diversas regiones de China. Frank Huang, maestro de 28 años en Chongzuo, una ciudad de más de 2 millones de habitantes en la endeudada región de Guangxi, afirmó que su escuela no le ha pagado durante dos o tres meses, a la espera de fondos de las autoridades. “Solo puedo aguantar, no me atrevo a renunciar”, dijo Huang, quien depende del apoyo económico de sus padres cuando no recibe su salario de 5.000 yuanes.

Situaciones similares afectan a otros docentes, como Yun, profesora en Linquan, que sólo recibe su salario básico de 3.000 yuanes mensuales a causa del retraso constante en la parte variable de su retribución, la cual normalmente representa el 16% de su sueldo. Yun afirmó que, tras cubrir gastos como gasolina y mantenimiento, sus ingresos no le alcanzan para la compra de comida: “Si no fuera por mis padres, me moriría de hambre”, expresó a Reuters.
Este escenario refleja una presión más amplia sobre las finanzas de las entidades estatales. Entre las empresas industriales, los atrasos en pagos han crecido con rapidez en sectores estratégicos de fuerte presencia estatal o dirigidos por políticas públicas. Los retrasos en los sectores de ordenadores, comunicaciones, equipos electrónicos y fabricación de automóviles aumentaron un 16,6% y un 11,2%, respectivamente, hasta mayo, por encima del promedio del 9% entre las industrias. En los servicios de agua y gas, los pagos atrasados subieron un 17,1% y un 11,1%, respectivamente. Estos datos sugieren dificultades de liquidez y son una consecuencia de la estrategia oficial de priorizar la producción sobre la demanda interna, de acuerdo con el análisis del economista Minxiong Liao, citado por Reuters.
En paralelo, la presión financiera se traduce en un aumento de los préstamos improductivos dentro del sistema bancario, mientras las autoridades instan a los bancos a incrementar su nivel de préstamos para sostener la actividad económica. Esto añade estrés al sistema y limita aún más la capacidad de los empleadores estatales para cumplir con sus obligaciones salariales, en medio de una disminución de los ingresos fiscales y la persistente desaceleración del consumo nacional.

La desaceleración en los ingresos está afectando el consumo en los hogares chinos, dificultando que las autoridades de Beijing cumplan sus compromisos para impulsar la demanda interna. El temor a una situación deflacionaria prolongada ha llevado a que muchas familias pospongan sus gastos, en un contexto donde la pérdida o reducción de ingresos se vuelve más común.
Huang Tingting, una joven de 20 años de Jiangsu, dejó su empleo como camarera el mes pasado después de que el restaurante donde trabajaba, junto con otros comercios cercanos, registrara una caída significativa en la clientela durante el periodo de mayor tensión comercial entre Estados Unidos y China en abril. La propietaria del local solicitó a los empleados que tomaran cuatro días de licencia sin sueldo al mes, lo que motivó la renuncia de Huang. Sin embargo, a diferencia de ocasiones anteriores, no ha logrado encontrar un nuevo trabajo desde junio, pese a enviar varias solicitudes. “El mercado laboral este año está peor que el año pasado”, afirmó Huang, que señaló la elevada competencia por cada vacante.
Este ambiente de dificultades económicas y precariedad laboral refleja el deterioro del consumo, mientras el empleo en servicios y pequeños comercios se contrae, y la población enfrenta crecientes obstáculos para mantener su nivel de vida.
(Con información de Reuters)