En 1946, la tranquilidad de Texarkana, una comunidad atravesada por la frontera entre Texas y Arkansas, se vio abruptamente interrumpida por una serie de crímenes que marcaron para siempre la historia local. Durante diez semanas, un agresor desconocido, apodado el “Asesino Fantasma”, atacó a parejas jóvenes, dejando cinco víctimas mortales y varios heridos.
El miedo se apoderó de la población, que hasta entonces solo conocía delitos menores, y la incertidumbre sobre la identidad del responsable convirtió estos hechos en uno de los misterios criminales más persistentes de Estados Unidos.
La atmósfera de terror se extendió rápidamente por la zona. Las noches dejaron de ser seguras y la vida cotidiana cambió de forma drástica: se prohibieron las salidas nocturnas y las familias reforzaron la seguridad en sus hogares.
Los habitantes, acostumbrados a la calma, se enfrentaron a una amenaza invisible que ni la policía local, ni los Rangers de Texas, ni el Departamento de Seguridad Pública lograron detener. Décadas después, el caso sigue sin resolverse y alimenta leyendas y teorías que mantienen vivo el interés público.
El asesino se caracterizó por usar una máscara de tela con agujeros en sus ojos (Captura pantalla / The Town that Dreaded Sundown)El primer ataque atribuido al “Asesino Fantasma” ocurrió la noche del 22 de febrero de 1946. Jimmy Hollis, de 25 años, y Mary Jeanne Larey, de 19, se encontraban en un paraje apartado tras salir del cine cuando un hombre cubierto con una máscara improvisada, hecha con un costal y con aberturas para los ojos y la boca, los sorprendió en su automóvil.
Según el testimonio de Larey, el agresor los encañonó con una pistola y una linterna, y les ordenó salir del vehículo. “Llevaba una máscara blanca con aberturas para los ojos y la boca. Nos apuntó con una linterna y una pistola”, relató una de las víctimas.
El atacante obligó a Hollis a desnudarse y lo golpeó en la cabeza, mientras que su pareja, al intentar escapar, fue alcanzada y agredida sexualmente con la culata del arma. La llegada de otro automóvil provocó la huida del agresor, lo que permitió que ambos sobrevivieran.
El segundo ataque se produjo apenas un mes después, el 24 de marzo. Richard Griffin, de 29 años, y Polly Ann Moore, de 17, fueron hallados muertos en su coche, estacionado en un camino frecuentado por parejas. Ambos presentaban disparos en la cabeza realizados con una pistola Colt calibre 32.
La investigación determinó que Moore había sido agredida sexualmente y que el móvil podría haber incluido un intento de robo, ya que los bolsillos de Griffin estaban vacíos. Las autoridades ofrecieron una recompensa de 500 dólares, pero la investigación no logró avances significativos.
Autoridades investigando la zona de los crímenes del Asesino Fantasma de Texarkana (Public Domain)El 13 de abril de 1946, la violencia volvió a sacudir Texarkana. Betty Jo Booker, de 15 años, y Paul Martin, de 16, desaparecieron tras asistir a una presentación musical. Los cuerpos fueron encontrados en lugares distintos: Martin en North Park Road y Booker a casi tres kilómetros de distancia. Ambos habían sido asesinados con la misma arma utilizada en el caso anterior, y la mujer también fue víctima de agresión sexual. El saxofón de la joven apareció meses después, lejos del lugar del crimen, lo que añadió un elemento de desconcierto al caso.
El último ataque conocido del “Asesino Fantasma” ocurrió el 3 de mayo del mismo año. Virgil Starks, de 36 años, y su esposa Katie, de 35, se encontraban en su domicilio cuando el agresor disparó a través de la ventana, matando al hombre e hiriendo gravemente a la mujer.
A pesar de recibir un disparo en el rostro, Katie logró pedir auxilio y sobrevivió, convirtiéndose en la única víctima que escapó con vida de un ataque armado del asesino.
El modus operandi del “Asesino Fantasma” se caracterizaba por atacar principalmente a parejas jóvenes en lugares apartados o en sus domicilios, utilizando una máscara improvisada y armas de fuego. La brutalidad de los crímenes y la ausencia de un patrón claro en la selección de las víctimas contribuyeron a la creación de un aura de misterio en torno a su figura.
Jimmy Hollis, la primera víctima del Asesino Fantasma (Wikimedia Commons)La gravedad de los crímenes llevó a la intervención de los Rangers de Texas y a un aumento de la recompensa, que alcanzó los USD 4.200, que a día de hoy serían aproximadamente 100.000.
Las autoridades interrogaron a cientos de personas y analizaron posibles conexiones entre los asesinatos y robos de vehículos ocurridos en la zona. Los investigadores observaron que tras cada crimen se reportaba el robo de un automóvil, el cual aparecía abandonado poco después. Esta pista condujo a Youell Swinney, un hombre de 29 años con antecedentes por robo de autos y falsificación.
El sospechoso fue arrestado en julio de 1946 por el alguacil adjunto del condado de Miller, Tillman Johnson. Durante su detención, Swinney preguntó: “¿Qué cree que me harán por esto? ¿Me condenarán a la silla eléctrica?”, una reacción que los investigadores consideraron sospechosa, ya que el robo de autos no conllevaba la pena de muerte. Su esposa llegó a implicarlo en los asesinatos de Martin y Booker, pero posteriormente se retractó y, al ser su cónyuge, no pudo ser obligada a testificar en su contra.
El hombre fue condenado únicamente por robo de vehículo y cumplió 27 años de prisión. Tras su encarcelamiento, los ataques cesaron, pero nunca se pudo probar su responsabilidad en los homicidios, ni siquiera mediante el uso del suero de la verdad.
El caso del “Asesino Fantasma” de Texarkana permanece abierto y es considerado por el Departamento de Seguridad Pública de Texas como el principal asesinato sin resolver en la historia del estado.
La identidad del agresor sigue siendo desconocida, y la historia ha trascendido en la cultura popular, inspirando la película de terror de 1976 The Town That Dreaded Sundown, que se proyecta anualmente en la región.
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