
El gobierno de Fiyi confirmó un brote de dengue en su territorio tras registrar más de mil casos entre enero y marzo de 2025, según un comunicado del Ministerio de Salud Pública y Servicios Médicos del país, publicado el 11 de abril en el sitio web oficial del Ejecutivo. La declaración de brote aplica específicamente a la División Central, donde se han identificado focos activos de transmisión en áreas como Suva, Navua y Rewa.
Las autoridades informaron que se ha producido un incremento por encima de los niveles esperados para esa época del año, en comparación con datos del mismo periodo en 2024. El Ministerio de Salud señaló también un aumento en las hospitalizaciones relacionadas con el virus en zonas periféricas como Tailevu y Naitasiri, lo que llevó a fortalecer la vigilancia epidemiológica.
El mismo organismo explicó que el brote ocurre tras semanas de lluvias intensas, acumulación de agua y condiciones ambientales que favorecen la reproducción del mosquito Aedes aegypti, principal vector del virus. En su declaración oficial, el gobierno advirtió que el patrón coincide con otros brotes observados anteriormente después de eventos meteorológicos de alta precipitación.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos emitieron una advertencia de viaje de Nivel 1 para Fiyi, instando a los turistas a tomar precauciones para evitar la exposición al virus. Aunque no se han impuesto restricciones de ingreso, la recomendación incluye medidas como el uso de repelente con DEET, ropa que cubra el cuerpo y alojamiento en habitaciones con aire acondicionado o con mosquiteros. Esta advertencia fue publicada el 8 de abril en el sitio web oficial del CDC.
El organismo también detalló que los síntomas del dengue incluyen fiebre, dolor detrás de los ojos, dolores musculares y malestar general. En casos severos, la enfermedad puede evolucionar a dengue grave, lo que puede requerir atención médica inmediata. El CDC aclaró que no existe una vacuna ampliamente disponible ni un tratamiento antiviral específico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el dengue representa un riesgo creciente para la salud pública mundial. En su ficha técnica sobre la enfermedad, actualizada en abril de 2025, indicó que aproximadamente 4.000 millones de personas —casi la mitad de la población global— viven en zonas donde el dengue es endémico. El organismo estima que cada año se producen entre 100 y 400 millones de infecciones.
La OMS atribuye el aumento de casos a factores como el crecimiento urbano no planificado, la falta de acceso a saneamiento básico y los cambios en los patrones climáticos. Además, destaca que los mosquitos vectores se han expandido a nuevas regiones debido al calentamiento global, lo que ha generado brotes en países donde antes no se registraban transmisiones autóctonas.
El Ministerio de Salud de Fiyi ha desplegado brigadas sanitarias para eliminar criaderos de mosquitos y realizar fumigaciones focalizadas en comunidades con alta incidencia. También se están desarrollando campañas de educación pública a través de emisoras de radio, redes sociales y visitas comunitarias. Las autoridades sanitarias han solicitado a la población que elimine cualquier contenedor que pueda acumular agua.
En paralelo, el gobierno ha reforzado los sistemas de atención primaria para diagnosticar de forma oportuna los casos sospechosos y asegurar el tratamiento adecuado. En su comunicado del 11 de abril, el Ministerio instó a los residentes a acudir al centro de salud más cercano si presentan síntomas de fiebre alta, dolor de cabeza o vómitos.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó el 10 de diciembre de 2024 que el continente americano registró su mayor brote de dengue desde que existen registros. Según la OPS, se contabilizaron 4,1 millones de casos y al menos 7.700 muertes en la región durante ese año. Brasil, Colombia, México, Perú y Argentina encabezan la lista de países con más contagios.
En Estados Unidos, el CDC reportó 3.036 casos de dengue en 2024, principalmente asociados a personas que viajaron a zonas endémicas. No obstante, también se confirmaron contagios autóctonos en Florida, Texas y California, lo que ha llevado a reforzar las campañas de vigilancia entomológica y saneamiento ambiental.
La OMS y diversos estudios científicos han advertido sobre el vínculo entre el cambio climático y el incremento de enfermedades transmitidas por vectores. Las alteraciones en las temperaturas, los ciclos irregulares de lluvias y sequías, y la expansión de las zonas tropicales han contribuido a que el mosquito Aedes aegypti se establezca en nuevas regiones.
El Programa Mundial del Mosquito (World Mosquito Program) calificó a 2024 como el año con más casos de dengue desde que existen registros. También señaló que los patrones meteorológicos extremos aumentan la posibilidad de brotes recurrentes. La entidad enfatizó que las lluvias, combinadas con deficiencias en el manejo de residuos sólidos, generan entornos favorables para la reproducción del mosquito.

El CDC recomienda que los viajeros a zonas con transmisión activa del dengue, como Fiyi, adopten medidas de prevención personal. Estas incluyen el uso de repelentes certificados, ropa de manga larga, calzado cerrado y alojamiento en lugares protegidos. También se sugiere evitar actividades al aire libre durante las primeras horas del día y al atardecer.
En caso de presentar síntomas compatibles, los viajeros deben buscar atención médica inmediata e informar sobre sus desplazamientos recientes. El CDC advierte que el uso de ibuprofeno u otros antiinflamatorios puede aumentar el riesgo de hemorragia en pacientes con dengue.
El aumento de casos genera presión sobre los sistemas sanitarios, especialmente en países con capacidad limitada. Según la OPS, los brotes prolongados obligan a ampliar la disponibilidad de camas hospitalarias, suministros médicos básicos y personal capacitado para el diagnóstico y tratamiento.
Además, la implementación de campañas de fumigación y prevención implica costos operativos considerables. La OPS señaló que el dengue no solo afecta la salud pública, sino que también representa una carga económica por el aumento del gasto sanitario, la reducción del turismo y el ausentismo laboral.