
El presidente Donald Trump está preparando una orden ejecutiva para declarar el inglés como el idioma oficial de Estados Unidos, una medida que podría cambiar significativamente la política lingüística del país. Según informó The Wall Street Journal, esta orden permitirá a las agencias gubernamentales y a las organizaciones que reciben fondos federales decidir si continúan ofreciendo documentos y servicios en otros idiomas, además del inglés. Aunque se esperaba que la firma se realizara el viernes, hasta la noche de ese día no se había anunciado oficialmente, y la Casa Blanca no respondió de inmediato a las solicitudes de comentarios.
De acuerdo con un documento informativo sobre la orden, esta medida revocará un mandato establecido en 2000 por el presidente Bill Clinton, que exigía a las entidades gubernamentales y organizaciones financiadas por el gobierno federal proporcionar asistencia lingüística a personas con dominio limitado del inglés. La Casa Blanca argumenta que este cambio busca “promover la unidad, establecer eficiencia en las operaciones gubernamentales y crear un camino hacia la participación cívica”. Sin embargo, la iniciativa ha generado reacciones encontradas, especialmente entre defensores de los derechos de los hispanohablantes y otras comunidades de inmigrantes.
Organizaciones como U.S. English, que abogan por hacer del inglés el idioma oficial del país, han expresado su apoyo a la medida, destacando que más de 30 estados ya han adoptado leyes similares a nivel local. No obstante, los opositores advierten que la eliminación de los servicios en otros idiomas podría dificultar el acceso de millones de personas a información gubernamental esencial, afectando principalmente a comunidades vulnerables.

El debate sobre el idioma oficial en Estados Unidos no es nuevo. A pesar de que más de la mitad de los estados ya han declarado el inglés como su idioma oficial, a nivel federal no existe una ley que lo establezca de manera definitiva. Durante décadas, diversos proyectos de ley han intentado hacer este cambio, pero no han logrado obtener suficiente apoyo en el Congreso.
En 2006, el Senado aprobó un proyecto de ley para declarar el inglés como idioma nacional, pero la medida no avanzó en la Cámara de Representantes. Otros intentos legislativos han enfrentado oposición debido a preocupaciones sobre la exclusión de comunidades de inmigrantes y las dificultades que enfrentarían quienes aún están aprendiendo el idioma.
La administración de Trump ya había tomado decisiones que impactaron el acceso a información gubernamental en otros idiomas. Poco después de asumir la presidencia en 2017, la Casa Blanca eliminó la versión en español de su sitio web oficial. Aunque en ese momento aseguró que se restablecería, la página no volvió a estar disponible hasta que el presidente Joe Biden asumió el cargo en 2021.

La declaración del inglés como idioma oficial podría afectar a una gran parte de la población estadounidense. Según datos del Censo de Estados Unidos, aproximadamente 41 millones de personas en el país hablan español en casa, lo que representa cerca del 13% de la población. Además, millones de residentes hablan otros idiomas, como chino, tagalo, vietnamita y árabe.
La posible restricción en la disponibilidad de documentos oficiales en otros idiomas podría generar barreras adicionales para quienes aún están aprendiendo inglés, especialmente en el acceso a servicios gubernamentales esenciales como atención médica, educación y asistencia social. Organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes advierten que esta medida podría dificultar la integración de nuevas comunidades en la sociedad estadounidense.
Janet Murguía, presidenta del Consejo Nacional de La Raza, declaró en 2017 que la eliminación de recursos en español en plataformas gubernamentales era una señal de exclusión. “El acceso a la información en español es una necesidad para millones de ciudadanos y residentes en este país. Negar estos recursos no solo es innecesario, sino también perjudicial”, afirmó en su momento.
Por otro lado, los partidarios de la orden ejecutiva argumentan que establecer el inglés como idioma oficial fomentará la unidad nacional y alentará a los inmigrantes a aprender el idioma más rápidamente, facilitando su integración en la sociedad y el mercado laboral.

Más allá de su impacto práctico, la orden ejecutiva de Trump también tiene un fuerte componente político. Según The Wall Street Journal, esta medida podría fortalecer su base de apoyo entre votantes que favorecen políticas más restrictivas hacia los inmigrantes, particularmente en los sectores más conservadores del país.
Trump ha enfatizado en múltiples ocasiones la importancia de proteger la cultura estadounidense y ha criticado la promoción del multiculturalismo dentro del gobierno.
Sin embargo, la medida también podría profundizar la polarización en un país donde la diversidad lingüística es una característica central de su identidad. Organizaciones de derechos civiles han señalado que imponer el inglés como idioma oficial sin excepciones podría ser visto como un intento de marginar a ciertos grupos y limitar su acceso a derechos básicos.

Si bien el inglés es el idioma predominante en Estados Unidos, la ausencia de una ley federal que lo declare oficial ha permitido la coexistencia de múltiples lenguas en la administración pública y los servicios gubernamentales. La firma de esta orden ejecutiva marcaría un cambio significativo en la política lingüística del país, con efectos a largo plazo en la educación, el acceso a servicios y la participación cívica de millones de personas.
Por ahora, no se ha confirmado la fecha exacta en la que Trump firmará la orden, pero el anuncio ya ha generado intensas discusiones en el ámbito político y social. Mientras algunos lo ven como un paso necesario hacia la eficiencia gubernamental, otros advierten que podría ser un retroceso que ignora la diversidad cultural que ha definido a Estados Unidos desde su fundación.