
A comienzos del milenio en la Argentina, muy poco se sabía de la sommellerie, una profesión dedicada a la promoción y difusión de la cultura del vino. Es que, por aquel entonces, la Argentina recién comenzaba a salir de la tradición de tomar vinos sin prestar atención. Comenzaban a llegar al mercado muchos nuevos vinos con el foco en los atributos, primero de las variedades y luego de los lugares.
Pero esa novedosa diversidad necesitaba ser explicada. Ahí entró en escena el sommelier. Fue por una iniciativa de Marina Beltrame quién inauguró la Escuela Argentina de Sommeliers, luego de un viaje por Francia. Este año, su escuela celebró en el Teatro Colón los 25 años. Este es apenas un ejemplo que explica por qué para la industria el sommelier se ha vuelto un personaje clave para poder conectar con los consumidores en diversos ámbitos; principalmente restaurantes, vinotecas, bodegas, eventos, etc.; y así promover más y mejor el consumo responsable y la cultura del vino argentino.
El 3 de junio se celebra en el mundo el Día Internacional del Sommelier desde 1969, conmemorando la creación de la Asociación Internacional de Sommeliers (ASI) en Francia. Y, desde 1999 en la Argentina, es una de las profesiones más pujantes relacionadas con la industria vitivinícola
Claro que la sommellerie argentina ha evolucionado mucho desde 1999, se podría decir que al ritmo de la evolución de los vinos argentinos.
En un principio, el principal objetivo de la formación de sommeliers se centraba en la capacitación de personas para trabajar en restaurantes recomendando vinos. Porque más allá de ser una de las funciones básicas del sommelier, que además debe hacer la carta de vinos, gestionar la cava, realizar las compras, capacitar a sus compañeros y crear maridajes junto al cocinero, entre otras actividades, era el mayor interés de las bodegas, principales interesadas en desarrollar aquella flamante profesión.

Pero veinticinco años después, el universo de acción del sommelier se multiplicó, no solo porque la diversidad del vino argentino lo ha hecho de manera exponencial, sino también por la evolución del mercado. Y, gracias al auge del vino argentino, la actividad se ha vuelto una de las más buscadas por jóvenes que buscan ligar su futuro profesional a la gastronomía. Y si bien, es tan importante su función en el restaurante, porque es cuando los clientes más dispuestos están a escucharlo y a gastar en vinos, hoy puede desarrollar su actividad en otros ámbitos.
Hoy, el sommelier puede desempeñarse en bodegas, vinotecas, distribuidoras, empresas vinculadas al enoturismo y hasta en medios de comunicación. Pero un sommelier no nace experto en vinos, sino que se forma, y para ello es fundamental la práctica, además del estudio. Sin embargo, la formación profesional es apenas el comienzo de un largo camino que debe retroalimentarse constantemente, por la gran cantidad de novedades que genera la industria.
Porque si bien es cierto que hay mucha información que se puede estudiar; historia, variedades, regiones, métodos de vinificación, estilos, etc.; lo más importante para un sommelier es estar actualizado. Porque al ser su función principal la de recomendar vinos, debe estar al tanto de todas las novedades. Y esto es lo que le exige mucha práctica una vez finalizados los estudios. Debe leer, viajar a las zonas vitivinícolas, visitar bodegas y participar de degustaciones junto a los hacedores.

La gran ventaja de desarrollar la actividad en la Argentina es que es uno de los principales países productores y consumidores del mundo. Aunque la desventaja es que está muy lejos del Viejo Mundo, donde nacen muchas de las grandes etiquetas y, por la debilidad de la moneda local, dichas botellas no llegan al país y viajar se hace muy difícil. Por lo tanto, el conocimiento de los vinos del mundo es una complicación. Pero al parecer, con los cambios en la economía, están empezando a llegar vinos importados al mercado doméstico, algo que es muy celebrado por los sommeliers ya que les permite ampliar sus conocimientos, más allá de mantenerse actualizados en cuánto a tendencias se refiere.
Hay un futuro asegurado para la sommellerie nacional, que cuenta con asociación propia (AAS), porque debido a la gran diversidad que propone el vino argentino, de la cual surge una gran oferta de etiquetas, se vuelve necesario un guía para poder elegir mejor, y ese es el sommelier.

Muchas de las personas que se acercan a estudiar la carrera de sommeliers, ya sea en forma presencial o virtual, no buscan trabajar ni en un restaurante, ni en una vinoteca. Es más, muchos lo hacen por una cuestión cultural, porque en un país productor vitivinícola es lógico saber de vinos para poder aprovechar mejor la gran oferta, aunque ese conocimiento solo sirva para compartir con amigos o en familia. Incluso muchos, lo ven como un pasatiempo o un entretenimiento que pueden compartir en grupo. Se sabe que no hace falta saber de vinos para disfrutarlos, pero la cultura aporta nuevas sensaciones. Porque conocer de dónde viene un vino, quién lo hizo, las condiciones de la añada o el método de elaboración, es información clave para entender y apreciar en plenitud un vino. Ya que no solo es cuestión de aromas, sabores y texturas, sino también de recuerdos y otras sensaciones que influyen mucho al momento de beber una copa de vino.
No hay que olvidarse que se trata de una bebida natural (la bebida nacional por ley), que va mucho más allá del líquido que viene embotellado. Y poder saber más sobre un vino, sin dudas amplifica el placer. Para muchos, eso solo ya justifica para recibirse de sommelier, porque es una garantía de mayor placer de por vida. Claro que el vocabulario y la apreciación a través de las catas, mejoran con la práctica. Es decir, un sommelier debe ser curioso y querer degustar, más allá de disfrutar beberlo y compartirlo como cualquier consumidor.
Todo aquel que pasa por la carrera de sommelier y se recibe, más allá de ejercer o no, se convierte en un gran promotor del vino argentino. Y esa es la esencia del sommelier, ser un gran comunicador, en el ámbito que le toque. Un sommelier es un puente entre el hacedor y el consumidor.
Además, el sommelier debe mantener la mente abierta para descubrir la variedad y diversidad, probar diferentes estilos de vinos, variedades de uva, descubrir sabores únicos, familiarizarse con las principales zonas vinícolas para comprender mejor los vinos que producen. También aprender a degustar el vino de manera adecuada para apreciar sus matices y complejidad, porque la cata de vinos es una habilidad apasionante que todos pueden desarrollar, solo es cuestión de proponérselo.

Observar, oler y probar el vino de manera adecuada puede proporcionar una experiencia superadora. Otra gran manera de apreciar más el vino es visitando bodegas para conocer la historia y la pasión que se encuentran detrás de cada botella. Para conocer la tipicidad varietal, hay que probar muchas etiquetas de diversas regiones, vinos de distintos modos de vinificación, de muchos enólogos, etc. Otras claves fundamentales son cuidar la temperatura de servicio y usar las mejores copas que se pueda.
Un buen sommelier debe ser una persona que respeta el vino y el trabajo que hay detrás del vino, que se capacita todo el tiempo y quiere saber más, porque el mundo del vino es inabarcable y nunca se termina de aprender. Porque un sommelier debe tener un amplio conocimiento sobre vinos, tal que le permita ofrecer recomendaciones precisas y brindar información detallada. Aunque la pasión por el vino es lo esencial y amar transmitir esa pasión a los demás debe ser su vocación.

La constante evolución del vino en general y de los vinos argentinos en particular, les exige a los sommeliers una permanente formación. Por un lado, para mantenerse actualizados cosecha tras cosecha, más allá de entender que el vino sigue evolucionando en la botella. Es por ello que también deben degustar vinos guardados para comprender los efectos de la estiba y cómo un vino va cambiando con el paso de los años. En materia de modas y tendencias, debe ser la voz cantante, ya que una vez que los “nuevos vinos” se lanzan, el sommelier ya los tiene que tener estudiados para poder promoverlos. Fue el caso de los varietales a comienzos del milenio, luego con el auge de las zonas como gran diferencial. Más tarde con los single vineyard y los vinos de parcela, que surgieron de la revolución del conocimiento del terroir y los suelos. Y, actualmente, la influencia de los hacedores que, con sus interpretaciones, van reflejando los paisajes del vino en las botellas.
Hoy, la tarea del sommelier es comunicar bien las Criollas, por ejemplo, ya que son vinos elaborados con uvas autóctonas, que recién están empezando a desandar el camino del buen vino. Esta uva solía ser únicamente utilizada en vinos masivos, pero hoy, gracias al trabajo de algunos enólogos, se la está rescatando y vinificando exponiendo todas sus virtudes. Esto no solo implica rescatar una variedad del olvido, sino también poner en valor una de las uvas más arraigadas a la vitivinicultura local.
Otro de los desafíos tiene que ver con las nuevas tendencias de consumo que están “obligando” a la industria a salir con vinos más livianos y hasta con “zero” alcohol. Estos flamantes vinos (los livianos) y bebidas a base de uva (vinos desalcoholizados) llegaron para satisfacer una demanda que crece, aunque lentamente. Sin embargo, son vinos que también tienen su oportunidad en los consumidores habituales, por ejemplo, cuando no pueden ingerir alcohol por un tema médico o bien porque tienen que manejar. Y, estos flamantes vinos, necesitan mucha comunicación (explicación) para que todos los consumidores sepan que existen y cuáles son sus atributos, para que ellos los tengan en cuenta.
Sin embargo, el mayor desafío que tienen los sommeliers argentinos es poder mantener el protagonismo en aquellos restaurantes donde el vino también es protagonista. Algo que no está tan claro para los restauranteurs. Ya que, si bien se supone que por el mayor conocimiento del sommelier, las ventas de vinos deberían crecer, muchos lo ven como un puesto extra que trae más costos que beneficios.

- Escuela Argentina de Sommeliers (EAS), con sedes en la Ciudad de Buenos Aires y en el interior del país.
- Formate Sommeliers, plataforma de cursos On Line
- Centro Argentino de Vinos y Espirituosas (CAVE)
- Escuela Argentina de Vinos (EAV)
- Colegio Gato Dumas, con sedes en la Ciudad de Buenos Aires y en el interior del país