Hace 70 millones de años, cuando los dinosaurios eran los animales más grandes y poderosos del actual territorio de la Patagonia argentina, un pariente de los cocodrilos actuales sorprendía con su presencia en las riberas de ríos y llanuras.
Era un depredador que medía cerca de cuatro metros y poseía una mandíbula ancha y dientes cónicos capaces de atrapar presas de gran tamaño.
Científicos que trabajan en instituciones de la Argentina, Brasil y Japón, liderados por el paleontólogo Fernando Novas, científico del Conicet en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, encontraron los restos fósiles de ese pariente extinto de los cocodrilos. Estaban en la provincia de Santa Cruz.

Se trataba de un “hipercarnívoro” y lo llamaron Kostensuchus atrox. Su género hace referencia al viento patagónico conocido en la lengua tehuelche como “Kosten” y al dios egipcio con cabeza de cocodrilo "Souchos”. En tanto, el nombre de la especie es “atrox” que significa “feroz” o “áspero”.
No fue un dinosaurio, sino un peirosáurido crocodilomorfo, un grupo extinto de reptiles emparentados con los cocodrilos y caimanes de hoy.
Los restos fósiles hallados forman parte del primer ejemplar casi completo que se describe en la región. Su estudio fue publicado en la revista Plos One.
Los investigadores identificaron un cráneo robusto, los huesos de las extremidades y la mandíbula notable. Esos fósiles permitieron tener un retrato claro del animal que ocupaba la cima de la cadena alimentaria hace 70 millones de años, cuando los humanos no existían en Patagonia.

“Habría sido uno de los mayores cazadores de fines del Período Cretácico y el estudio de los restos que encontramos nos aportó detalles inéditos sobre los depredadores de aquel momento”, contó a Infobae el doctor Novas.
El investigador trabajó junto con Diego Pol, Federico Agnolín, Ismar de Souza Carvalho, Makoto Manabe, Takanobu Tsuihiji, Sebastián Rozadilla, Gabriel Lio y Marcelo Isasi.

Kostensuchus atrox comparte ancestros con los cocodrilos actuales, pero pertenece a un linaje extinto que convivió y compitió con los dinosaurios por el dominio de los ambientes acuáticos y terrestres.
El estudio redefine la visión del ecosistema patagónico del Cretácico y revela una interacción más compleja entre distintos grupos de grandes depredadores.
Hasta entonces, los grandes depredadores conocidos en la zona eran dinosaurios carnívoros, pero este pariente extinto de los cocodrilos representa un nuevo protagonista.

Los peirosáuridos fueron un grupo extinto de reptiles emparentados con los cocodrilos actuales.
Vivieron durante el Mesozoico, principalmente en el período Cretácico, y se distribuyeron en antiguos continentes que hoy corresponden a Sudamérica, África y otras regiones del hemisferio sur.
La Formación Chorrillo, en el actual territorio de Santa Cruz, en la Argentina, corresponde a un ambiente templado y húmedo de fines del Cretácico, con ríos, lagunas y bancos de vegetación. Allí habitaban tortugas, ranas, pequeños mamíferos y diversas especies de dinosaurios.
En ese paisaje, los megaraptores eran vistos como los mayores cazadores. Nadie sospechó, hasta ahora, la existencia de otro depredador que pudiera ser un rival de esos dinosaurios.

El nuevo fósil aportó una pieza clave para comparar a los peirosáuridos patagónicos con sus parientes africanos y brasileños.
Los investigadores pudieron corroborar que, en el ecosistema de la Patagonia cretácica, coexistían grandes carnívoros de orígenes diversos. Tal variedad sugiere relaciones de competencia, interacción y adaptación aún poco comprendidas.
“Kostensuchus atrox es el segundo mayor predador identificado en esta formación geológica”, indicaron los paleontólogos en el estudio.
El fósil ayuda a comprender la diversidad y complejidad de los antiguos ecosistemas del sur y amplía el panorama sobre la competencia y coexistencia entre carnívoros no dinosaurianos.

“El hallazgo se produjo en marzo de 2020 cuando estaba empezando la pandemia por el coronavirus en la Argentina”, recordó Novas.
El fósil apareció cerca de la ciudad de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, un área con numerosos yacimientos paleontológicos de relevancia internacional. “Mientras que estábamos explorando rocas del Período Cretácico, Marcelo Isasi, técnico del Conicet, detectó algo extraño". Era el cráneo del cocodrilo extinto. “Luego se encontraron otras partes del resto del esqueleto de la nueva especie para la ciencia”, agregó.
Después del hallazgo, los investigadores intentaron comprender cómo sobrevivían, cazaban y competían los hipercarnívoros en Patagonia.
Para hacer la investigación, los científicos contaron con subsidios de la organización National Geographic, la Fundación Carlos Chagas Filho de Apoyo a la Investigación del Estado de Río de Janeiro (FAPERJ) y el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CMPQ) de Brasil.

La nueva especie descripta tenía un cráneo ancho, mandíbulas fuertes y dientes cónicos y afilados, adecuados para morder y sujetar a sus presas.
La estructura de su mandíbula permite inferir una mordida poderosa y adecuada para desgarrar carne. “El cráneo y las particularidades de sus dientes nos permiten identificar que se trataba de un carnívoro. Los bordes de los dientes eran como cuchillos Tramontina”, comparó Novas.
El animal alcanzaba 3,5 metros de longitud y podía superar los 250 kilos. Su dieta incluía animales medianos y grandes: dinosaurios jóvenes, tortugas y otros reptiles que habitaban ríos y planicies.

“Decimos que es un hipercarnívoro. Ya habíamos encontrado otro en la zona, pero que era un dinosaurio que llamamos Maip. Esta especie estaba en la misma zona que el peirosaúrido", detalló.
Los análisis sugieren que el peirosáurido estaba adaptado para moverse tanto en el agua como en tierra. Tenía patas y cuerpo robusto y le posibilitan el desplazamiento en tierra firme. Esta plasticidad lo transformó en un cazador eficaz en ambientes cambiantes.
El clima de la Patagonia en aquel momento alternaba entre estaciones húmedas y secas, creando ríos, llanuras y zonas de vegetación espesa. En ese contexto, Kostensuchus atrox compartía hábitat con dinosaurios herbívoros, aves primitivas y pequeños mamíferos.
El hallazgo muestra que los grandes depredadores competían por recursos en un entorno ecológicamente diverso.

A pesar del buen estado del fósil, persisten interrogantes respecto a detalles de la vida de Kostensuchus atrox. No se conoce si este reptil prefería cazar solo o formar grupos ni cuáles eran sus estrategias de supervivencia frente a otros depredadores.
El equipo científico reconoció que faltan datos sobre la reproducción y las formas de cuidado parental. Hasta el momento, no aparecieron restos de ejemplares juveniles asociados al fósil hallado.
La ausencia de algunas piezas óseas menores complica la comparación total con peirosáuridos fósiles de África o Brasil. “Futuras excavaciones y hallazgos serán clave para entender mejor las relaciones evolutivas de este grupo”, señalaron los paleontólogos.

El motivo preciso de su extinción aún es otro motivo de interés. Kostensuchus atrox desapareció junto con los dinosaurios y otros grandes reptiles del Cretácico, pero falta determinar cómo influyeron los cambios ambientales y la competencia por recursos en ese proceso.
“Este cocodrilo hipercarnívoro está extinto. Estamos muy curiosos por saber qué ocurrió con su población”, dijo Novas.
“Sabemos que 65 millones de años atrás se produjo la desaparición de gran parte de la fauna que imperaba en aquel momento en todo el planeta, incluido el extremo sur de la Argentina. Algo sucedió. Se menciona la hipótesis de la caída de un meteorito en el golfo de México. Pero nos interesa conocer cómo y por qué fue el final en Patagonia”, explicó.