En el edificio Cóndor, sede del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Argentina, DEF mantuvo un encuentro exclusivo con el titular de la institución, el brigadier Gustavo Javier Valverde.
“Tengo a cargo cerca de 22.000 efectivos. Se trata de un grupo sólido y comprometido. De hecho, cuando asumí, mis primeras palabras estuvieron destinadas a pedirles el máximo compromiso con la institución. Puedo dar la mejor orientación, pero, sin un equipo de trabajo, es difícil”, dijo el oficial durante un diálogo en el que no omitió ninguno de los temas que impactan de lleno en la actualidad de la Fuerza.
Obviamente, también habló de uno de los avances más importantes en materia de aeronáutica militar: la llegada del F-16. En ese sentido, detalló los trabajos que se realizan para que, en tan solo unos meses, pueda llegar (en vuelo) el primer lote de seis aviones de caza.

-Asumió el año pasado, en medio de un escándalo que golpeó a la Fuerza Aérea Argentina (FAA), ¿cómo vivió esa transición y qué balance puede hacer de estos primeros meses de gestión?
-No fue la transición que debió haber sido, pero las circunstancias se dieron así y el 26 de noviembre salió el decreto con el que el presidente de la Nación, Javier Milei, me designó como jefe de la Fuerza Aérea. Por entonces, la institución ya venía con proyectos encaminados. Por ejemplo, el del F-16, que es un trabajo que tiene más de una década de preparación, estudio y comparación entre distintos sistemas de armas.
El balance es positivo, porque lo esencial de toda institución, en especial de la FAA, es el personal.

-También existieron otras denuncias que impactan en la institución. ¿Cómo describe el presente de la Fuerza Aérea?
-Siempre digo a quienes integran la Fuerza que lo fundamental es preservar la institución. Los F-16 traccionan la FAA e impactan en el soldado que hace guardia y en el piloto que lo vuela. Todos giran alrededor del sistema para que opere porque el F-16 tiene varias interfaces y requiere de todas las especialidades.
Por otro lado, siempre hay críticas y comentarios. No puedo decir que no me molestan, pero estoy conforme con las personas que seleccioné para que me acompañen. No tengo duda de su profesionalismo y ética.

-Ya llegó la aeronave número 25. ¿Cuáles son las etapas pendientes para el arribo de los 24 F-16 restantes adquiridos a Dinamarca?
-Dios mediante, las primeras seis aeronaves llegarán –en vuelo– en diciembre de este año. Luego, anualmente, arribarán de a seis hasta alcanzar los 24. Primero irán al Área Material Río Cuarto, donde ya se están iniciando las obras, con presupuesto que el Estado puso a disposición, de reacondicionamiento de los hangares, de las aulas, tendidos eléctricos, equipamiento, infraestructura, la plataforma y la pista.
Incluso, con respecto a la pista, se trabaja en coordinación con el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA) y con Aeropuertos Argentina. Cuando me hice cargo, ese tema estaba bastante avanzado y se había hecho una preaprobación vinculada a la pista de Río Cuarto.
-¿Cómo sigue ese tema?
-Aeropuertos Argentina va a ejecutar la obra, que empieza en mayo y se espera que finalice en septiembre. También logramos que cambien el balizamiento para las operaciones nocturnas. Eso es positivo porque estamos hablando de números importantes, por ejemplo, la inversión en la pista de Río Cuarto es de más de 10 millones de dólares.
Cuando hablo con los empresarios que harán las obras, siempre les digo que el F-16 es un sistema que les va a dar seguridad a los argentinos. Entonces, en definitiva, están colaborando con el Estado y ellos también serán los beneficiarios.

-Hace días, llegó a Tandil el nuevo simulador para operar el F-16, ¿es así?
-Exacto. Allí se va a hacer la pista nueva, plataformas y calles rodajes. Se están modificando hangares y se está haciendo el centro de instrucción en un edificio nuevo. Este lugar, aparte de contener todo lo que es la práctica para soportar el mantenimiento, también va a tener los gabinetes para que el personal siga la capacitación en inglés.
-¿Por qué el país necesita los F-16?
-Después del conflicto del Atlántico-Sur, la aviación de combate se degradó: no se actualizó ni se compró equipamiento. El A4-AR llegó como un avión de transición (una muy larga) durante la búsqueda de uno de cuarta generación. Finalmente, todos los estudios que hizo la Fuerza decantaron en el F-16, que es el que el país necesita.
No olvidemos que integramos un extenso territorio. Entonces, necesitamos un avión que tenga ciertas capacidades, como, por ejemplo, poder ir de una punta a la otra de Argentina. Además, la aeronave tiene capacidad de reabastecimiento en vuelo, es supersónica (los desplazamientos pueden ser en corto tiempo) y es utilizada por varias fuerzas aéreas del mundo (la OTAN y EE. UU. también lo tienen).
Con la adquisición del F-16, estamos jugando en primera. Aparte, con él incorporamos modernos sistemas de aviónica, de guerra electrónica y armamento. Es una compra completa e integral.

-Existieron rumores vinculados a algunos manejos durante el proceso de compra que hicieron ruido…
-El proceso de compra que hizo la Fuerza Aérea Argentina es de suma transparencia. Incluso, el personal del Programa F-16 fue al Congreso de la Nación a detallar las razones de su adquisición, los montos, y otras cuestiones. Está todo disponible.
-¿Cómo se prepara el personal para la llegada de los F-16?
-Hace un año se firmó el contrato. Desde aquella instancia, comenzaron las capacitaciones. Entre ellas, cursos de inglés. Estamos enviando al personal de mecánicos a Estados Unidos para perfeccionarse como parte del apoyo que nos brinda ese país. Lo mismo ocurre con los pilotos (aunque ellos están un poco más avanzados porque operan en inglés cuando se hacen ejercicios combinados con otros países). Una vez que alcancemos los estándares, el gran desafío es mantenerlos; eso es lo que me va a quitar el sueño en mis años de gestión.
-¿Qué más le falta a la Fuerza Aérea?
-La Fuerza tiene distintos sistemas de armas: aviación de combate, de entrenamiento, de transporte, helicópteros y de enlace, así como otros sistemas y sensores. Tenemos material suficiente, pero, si me preguntan si necesitamos más, por supuesto que respondo que sí, aunque lo que tenemos es lo necesario para cumplir con las tareas que nos asignan.
En este momento, estoy detrás de la cadena logística, que la tenemos un poco resentida. Ni bien me hice cargo, tomé medidas en ese tema. Avanzamos con contratos para rápidamente apuntalar esa clave, porque es de donde nos nutrimos para que los sistemas estén en servicio. Los resultados se están empezando a ver y, a partir de mitad de año, se podrá visualizar con mayor celeridad esa inversión que apunta a tener mayor cantidad de aeronaves en servicio y, en definitiva, se traduce en mayor eficiencia.

-¿Qué papel cumple FADEA?
-Con FADEA, tenemos contratos, los más importantes son por el IA 63-PAMPA y por el mantenimiento de los Hércules C-130, el Pampa es la aeronave de entrenamiento avanzado que tenemos y con la que se realiza el curso de pilotos de combate. Además, contamos con un escuadrón operativo de este sistema de armas.
Estamos trabajando arduamente para que la Fuerza pueda tener actividad continua y permanente a través del sostenimiento de las aeronaves con FADEA.
-¿Por qué hay que invertir en defensa?
-El Estado invierte recursos en el instrumento militar y ojalá nunca tenga que usarlos. Pero debemos estar preparados. Yo hago una comparación, un poco burda, pero sería como un seguro: uno paga con el deseo de no tener que usarlo. Pero, sí o sí, hay que tenerlo al día.
-¿Cuáles son las debilidades y fortalezas de la FAA?
-La principal fortaleza, y lo más valioso que tiene la Institución, son sus efectivos: el personal acompaña y se capacita para adecuarse al presente y prepararse para el futuro. Estamos actualizando las currículas porque necesito que estén a la altura de lo que vamos a recibir y de todo lo que va a venir.
Por otro lado, no considero que sea una debilidad, pero quisiera que la Fuerza Aérea salga de esta transición respecto de lo que estoy tratando de apuntalar en cuanto a lo logístico con el objetivo de tenerla más operativa. Porque, insisto, de nada sirve tener aeronaves y no poder utilizarlas. O tener que sacar piezas de un avión para que otro esté operativo.

-¿Siguen volando los A4-AR?
-No están volando desde el accidente del año 2024, cuando falleció un piloto. La investigación ya terminó y la semana pasada firmé la resolución de accidentes: el piloto realizó todos los procedimientos que tenía que hacer para ese tipo de emergencias.
Esa brigada ahora está sin actividad porque, tras el accidente fatal, se investigaron los errores para que no se vuelvan a repetir. Hay muchas recomendaciones para hacer a los distintos organismos técnicos de mantenimiento.
-En relación con las intenciones del Ministerio de Defensa de avanzar en lo que respecta al apoyo a las fuerzas de seguridad, ¿la Fuerza Aérea tendría algún papel?
-La FAA, a través del Comando Conjunto Aeroespacial, actúa en ese tipo de operaciones. Sabemos que tenemos una misión específica en la frontera norte, donde hay reglas especiales para el vuelo. En el caso de las misiones particulares que determine Defensa, la FAA estará operando dentro del Comando Conjunto Aeroespacial. Además de aeronaves, lo hará con radares y personal del Grupo de Operaciones Especiales.
Y, en caso de ser necesaria la defensa de un objetivo de valor estratégico, la Fuerza desplegará sus radares, aeronaves, artillería y personal para brindar seguridad.

-¿Cómo hacen para que el personal, que es muy capacitado y costoso, no migre hacia el sector privado?
-La FAA invirtió recursos para tener un piloto en condición de poder volar un avión. Subrayo la vocación que tienen y el sentido de pertenencia a la institución. Entramos desde muy jóvenes a la Fuerza y abrazamos una carrera que nos dio proyección y satisfacciones. Por supuesto que ayuda tener una remuneración acorde, pero rescato el compromiso que los efectivos tienen con la Fuerza. En definitiva, nosotros nos nutrimos de los ciudadanos que optan por nuestros institutos de formación y que, luego, se empiezan a preparar. Ellos ven lo que hay hacia adelante y empiezan a crecer como profesionales.
Lo importante es generar el germen y apelar a esa vocación. Esa es la llama que hay que mantener y hacer crecer a lo largo de la carrera.
-El tema de la camaradería es importante para la Fuerza, ¿no?
-Sí, uno se apoya mucho en el camarada. Lo hacemos desde que ingresamos, porque ese hombre o mujer puede ser quien nos salve la vida. Incluso tenemos ese lazo con nuestros mecánicos, pues son quienes dejan todo para que el avión esté en condiciones de volar y el piloto pueda cumplir con su función. Ahí hay una amalgama que debe existir, tienen que trabajar codo a codo. Es decir: el piloto no cumple solo la misión, siempre es en equipo.
-Pronto se conmemora el Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea, ¿cómo describe el lugar que tienen los veteranos en su gestión?
-La Fuerza Aérea tiene 55 héroes que murieron durante el conflicto. Luego, entre nosotros, están los veteranos de guerra. Ellos son ejemplos, pues cuando la Fuerza les dijo que tenían que estar en determinado lugar para cumplir una misión, no pidieron nada a cambio. Los tenemos entre nosotros y son los que mantienen ese espíritu vivo.
Hay que decir que contamos con efectivos que pusieron a disposición lo más valioso que tiene el ser humano, que es la vida propia, por un bien superior. Eso es lo que nos tiene que incentivar a diario: cuando flaqueamos, hay que pensar en ellos. Por eso, no solamente debemos reconocerlos desde 2 de abril al 14 de junio, tenemos que tenerlos presentes los 365 días del año.

-¿En qué año ingresó a la Fuerza Aérea?
-Yo entré a la Fuerza en el año 1986. Soy de Mendoza, antes hice la escuela primaria con los jesuitas y, luego, cursé en el Liceo Militar “General Espejo”. Una vez que lo terminé, ingresé a la Escuela de Aviación Militar.
Más tarde, volví a Mendoza para hacer la especialidad de piloto de combate. Posteriormente, me fui a Villa Reynolds y allí, en la V Brigada Aérea, hice prácticamente toda mi carrera operativa.
-¿Cuándo sintió interés por la vida militar?
-Desde chico. Por eso elegí el Liceo “General Espejo”, que es del Ejército. Y, luego, influenciado por mi padre, piloto, que los fines de semana nos llevaba al aeroclub de Mendoza, opté por la rama aeronáutica. Creo que ahí nació el germen de la vocación militar, que es la que nos sostiene a todos los que estamos en la Fuerza.
-En algún momento de su carrera, ¿se imaginó que iba a estar en este momento histórico, de recepción de los F-16?
-Cuando uno entra a la Fuerza, apunta a llegar profesionalmente lejos. En mi caso, apenas entré a la Escuela de Aviación, me propuse ser piloto de combate. Gracias a Dios, con esfuerzo, y porque la Fuerza me dio la posibilidad, lo logré.
Luego, en la parte operativa, pude alcanzar todas las instancias. Más tarde tuve la dicha de ser jefe de la Fuerza. Puedo decir que, a la hora de conducirla, es fundamental toda la preparación que la FAA me dio. Además, tengo la tranquilidad de que el personal me acompaña.
La Fuerza Aérea es una gran institución, eso es lo que hay que preservar y proyectar hacia el futuro y hacia lo más alto. A ello se suma que tengo la dicha de recibir un nuevo sistema de armas que nos va a permitir dar un salto cualitativo. Eso nos enfrenta a un gran desafío y considero que vamos a estar a la altura de cumplirlo.